De f¨¢bula
Se acaba de fallar el XXXI certamen de cuentos Ciudad de Villajoyosa. Yo estuve all¨ª y no fue nada f¨¢cil desbrozar en la espesura de 1.181 obras presentadas para encontrar el fruto de un solo relato ganador. Mis compa?eros de jurado, nuestro agudo y entra?able presidente Enrique Cerd¨¢n Tato y quien esto firma concluimos extenuados tras m¨¢s de tres horas de deliberaci¨®n, pero vali¨® la pena. El cuento premiado ten¨ªa la enjundia de las buenas historias y la clorofila de un estilo ¨¢gil, renovador y contundente. Lleg¨® de Argentina para participar en el concurso y vio compensada su traves¨ªa oce¨¢nica con tres mil euros y nuestro m¨¢s s¨®lido respeto. Pero el m¨¦rito es esencialmente de quien se aventur¨® a conciliar en s¨®lo cinco folios elementos tan escurridizos como sorpresa, frescura narrativa, osad¨ªa formal, lirismo y f¨¢bula. Tenemos a Gabriel Ba?os era su t¨ªtulo, como tambi¨¦n la f¨®rmula veintiuna veces repetida al comienzo de simult¨¢neos anuncios publicados en un diario ap¨®crifo para exigir el dinero de un rescate. Entre la primera y la ¨²ltima de esas notas reivindicativas, el lector asiste a la narraci¨®n gradual de un despojo humano que va puliendo su condici¨®n miserable y asciende poco a poco a las ramas de la gloria y del ¨¦xito. Pero la discusi¨®n de quienes deb¨ªamos deliberar sobre los m¨¦ritos literarios de la obra no se centr¨® en cuestiones de gram¨¢tica o de cualidades art¨ªsticas. El asunto m¨¢s peliagudo resid¨ªa en la comprensi¨®n estricta del relato, esto es, en los misterios de la iron¨ªa y la polivalencia de un final sorprendente y abierto. ?Se trataba de la historia de un secuestro o de la cr¨®nica de un autosecuestro? ?Burla o verdad? ?El fam¨¦lico, zafio, analfabeto y desahuciado de Gabriel Ba?os trepa hacia la sabidur¨ªa, la pulcritud y la abundancia por m¨¦rito de sus supuestos secuestradores o asciende por medios propios a trav¨¦s de un cautiverio simulado que le permite mofarse del mundo y vender su gran mentira? La respuesta es lo de menos. Lo que vale es la pirotecnia imaginativa, el espejismo vertido en esos folios y el deleite que provocan. La literatura, como la vida, seduce cuando se deja querer y genera en quien la prueba una suerte de emoci¨®n, placer y vuelo generoso.
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