La sombra de la guerra sobre Kuwait
Los kuwait¨ªes viven con contradicciones la presencia de tropas estadounidenses y temen las consecuencias del conflicto
Shaija Al¨ª Yaber al Sabah dice que es como cualquier otra joven kuwait¨ª que convive cada d¨ªa con las tropas estadounidenses, que han tomado una tercera parte de su pa¨ªs para preparar la invasi¨®n de Irak. Como miembro de la familia Al Sabah, en el poder, esta joven dice que siente "una carga muy fuerte sobre sus hombros" para intentar mantener su pa¨ªs unido. Pero, ante un caf¨¦ capuchino en un restaurante frente al mar, confiesa que piensa que "Bush es un idiota" y que EE UU va a provocar enormes sufrimientos a los civiles iraqu¨ªes.
No apoya la ideolog¨ªa de Osama Bin Laden, pero ella y su amiga Dina Abdul¨¢ Marzook, un compa?ero de la universidad que se sum¨® al caf¨¦, piensan que el jefe de Al Qaeda habla con mayor elocuencia y con m¨¢s carisma que el presidente estadounidense. M¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de la guerra del Golfo, este peque?o emirato lucha contra la ambivalencia ante su patr¨®n m¨¢s importante, Estados Unidos. Desesperado por lograr su seguridad y cercano a la estrategia estadounidense para cambiar el r¨¦gimen en Bagdad, Kuwait ha abierto sus puertas y su territorio a Washington. Pero muchos kuwait¨ªes tienen su coraz¨®n en otro lado. Temen demasiadas bajas iraqu¨ªes y la reacci¨®n del mundo ¨¢rabe contra ellos.
"No somos antiestadounidenses, al contrario", dice. Los kuwait¨ªes est¨¢n agradecidos por la liberaci¨®n tras la ocupaci¨®n iraqu¨ª de 1990 y 1991. Al Sabah dice que le gustar¨ªa ver a Sadam Husein capturado, torturado y ejecutado para que comprobase el "sabor del asesinato"; pero tambi¨¦n, como su amigo, est¨¢ en contra del conflicto. "La guerra es siempre horrible y el pueblo iraqu¨ª ya ha sufrido mucho", dice, y se pregunta por qu¨¦ la CIA no puede, sencillamente, asesinar a Sadam.
Durante la ¨²ltima guerra, muchos kuwait¨ªes viv¨ªan en hoteles de cinco estrellas en Arabia Saud¨ª, Suiza o Austria. Pero ahora muchos est¨¢n en sus casas, donde reciben instrucciones del Gobierno para que preparen una "habitaci¨®n segura" donde puedan refugiarse en caso de ataque qu¨ªmico o bacteriol¨®gico. Muchos viven en una falsa sensaci¨®n de normalidad, a pesar de la masiva presencia militar estadounidense, con tropas desplegadas en medio de grandes medidas de seguridad para evitar los atentados. La Bolsa sube y el precio de los terrenos m¨¢s cercanos a la frontera iraqu¨ª se dispara.
"Para m¨ª, las incertidumbres son menores que la ¨²ltima vez", asegura otro miembro de la familia Al Sabah. El Parlamento, instaurado tras la guerra de 1991, est¨¢ tratando de cambiar la pol¨ªtica gubernamental sobre finanzas e impuestos. Las mujeres, que tienen una mayor participaci¨®n en la vida p¨²blica que en Arabia Saud¨ª, est¨¢n reivindicando su derecho al voto.
El emir Yaber al Ahmed al Sabah, de 75 a?os, acaba de celebrar sus 25 a?os en el poder. Con un enorme poder econ¨®mico gracias al petr¨®leo, la mayor¨ªa de los empleos dependen del Gobierno, controlado por la familia Al Sabah, y algunos temen que la guerra cambie el statu quo.
Cuando llega el fin de semana, muchos kuwait¨ªes aparcan sus temores y se lanzan al desierto, donde celebran comidas y juegan a las cartas en tiendas calentadas por estufas de queroseno. "Aqu¨ª me siento libre, puedo hacer lo que quiera", dice Abdulram¨¢n al Huseinan, de 19 a?os. Reconoce que le gustar¨ªa alistarse en el Ej¨¦rcito kuwait¨ª, aunque no hay ninguna posibilidad de que participe en los combates. Aunque con un tercio del territorio, en el norte, cerrado para operaciones militares de EE UU, el pasatiempo nacional se ha visto notablemente reducido. En el desierto, mientras sorbe su t¨¦, Ziyad al Shamari no teme los cambios si Sadam es derrocado. "Como kuwait¨ª, mi inter¨¦s es tener democracia", dice, aunque agrega: "La visi¨®n no est¨¢ clara. Los kuwait¨ªes no podemos ver mientras los estadounidenses est¨¢n planeando".
? The New York Times
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