Madrid an¨¢rquico
Que las campa?as electorales empiecen tan pronto tiene algunos efectos perversos, y no es el menos significativo que Zaplana dilapide el presupuesto en propaganda y enriquezca de paso a un amigo de Aznar; se acent¨²a desmesuradamente el ruido en la sociedad medi¨¢tica y tiene uno que pararse a comprobar si todo lo que te dicen los personajes p¨²blicos con intereses electorales ha sido pensado antes de ser dicho o es un puro arrojo de pasi¨®n en la comunidad de loros para convencernos de que, llegado mayo, habr¨¢ que votar a sus siglas. As¨ª que, adem¨¢s del duro trabajo que a un ciudadano responsable le dan los pol¨ªticos, le toca discernir a aqu¨¦l y aclarar por su cuenta d¨®nde acaba la fantas¨ªa del que le quiere camelar para ocupar su poltrona y d¨®nde empieza la realidad que le permita distinguir un disparate de lo que no lo es. No s¨¦ si entre los disparates escuchados se encuentra un cambio de palacio para la sede consistorial de Madrid o lo he so?ado, pero en todo caso lo peor no est¨¢ en los deseos de cambio de domicilio y despachos o de las alfombrillas de los coches oficiales; radica m¨¢s bien en la ansiedad que produce saber que Madrid va a empezar una carrera a partir de mayo hacia la ciudad para¨ªso, pero que hasta mayo no empieza. Y no porque uno no desee vivir en una ciudad mod¨¦lica, sino porque la sola idea de que de aqu¨ª a mayo no se dar¨¢ un paso en ese sentido te hace vivir la sensaci¨®n de que ¨¦sta es una ciudad sin nadie que la gobierne y a la espera de que la autoridad competente se haga cargo de ella. Y si los ciudadanos no nos merecemos este sinvivir, esta situaci¨®n de provisionalidad, menos lo merece el alcalde que sale: si lo nuestro es ansiedad, lo suyo debe de ser una sensaci¨®n inaguantable de que le tiran del bast¨®n de mando y lo echan, poco a poco y a empujones, por la puerta de servicio. Poco grato supongo que ser¨¢ para ¨¦l so?ar con Trinidad Jim¨¦nez y con In¨¦s Saban¨¦s y ver en sue?os c¨®mo lo sacan de una procesi¨®n y se colocan ellas el medall¨®n sobre sus chupas de cuero y detr¨¢s del santo. Pero ¨¦sa es una pesadilla que se repara con un buen desayuno. No lo es, en cambio, que Alberto y Ana, sus compa?eros de PP, en la medida en que dibujan la ciudad mod¨¦lica a la que nos llevan, consigan hacernos caer en la cuenta de que vivimos un Madrid mucho peor del que hab¨ªamos imaginado y que la ciudad moderna que el compa?ero Jos¨¦ Mar¨ªa no ha conseguido hacer en tantos a?os est¨¢ por conseguir. Comprendo la desolaci¨®n del alcalde saliente, pero, si no falta a la verdad en lo que dice, y lo que dice es que Gallard¨®n va a ser un continuista, o sea, que va a seguir en su misma l¨ªnea, no dudo que pueda transformar Madrid -tambi¨¦n Manzano ha conseguido sus transformaciones-, de lo que dudo es de que esas transformaciones aspiren a la modernizaci¨®n de la ciudad. Pero prejuicios m¨ªos aparte, comprendo que debe de ser muy duro para un hombre que se ha sacrificado tanto por Madrid tener que o¨ªr ahora de labios de la propia esposa de su l¨ªder que Madrid es una ciudad an¨¢rquica y Valencia, por ejemplo, una ciudad l¨²dica. Eso si es un tiro en la nuca del fiel. Porque Ana Botella no habla por hablar, y ella, que es escritora, sabe lo que significan las palabras. Y si una ciudad es an¨¢rquica, dice la RAE, es porque est¨¢ caracterizada por la anarqu¨ªa. Y sabe que la anarqu¨ªa, adem¨¢s de desconcierto, incoherencia y barullo, que no creo que en Madrid falten, significa "desorden, confusi¨®n, por ausencia o flaqueza de la autoridad p¨²blica". Y yo no dir¨ªa tanto, pero eso es lo que dice el diccionario y Ana Botella debe frecuentarlo, de modo que, si Madrid es an¨¢rquico, a Manzano le concierne lo que de escarnio para ¨¦l pueda tener la definici¨®n de la candidata a cogobernar la ciudad si el PP gana. Porque que Valencia sea l¨²dica (perteneciente o relativo al juego) tal vez lo dijera Botella pensando en no s¨¦ qui¨¦n, pero si, diga lo que diga el diccionario, lo que le preocupa a la futura concejal es que Madrid no sea tan juguet¨®n y diver como Valencia habr¨¢ que recordarle cu¨¢nto lo era en los tiempos de Tierno, vistos despu¨¦s por ese mismo motivo en un mitin del PP como tiempos de perversi¨®n de una nueva Sodoma. Ya s¨¦ que Aznar est¨¢ muy ocupado con la guerra, pero deber¨ªa encontrar tiempo, entre una y otra llamada de Washington, para poner un poco de orden en este guirigay: un hombre que le es tan leal como nuestro alcalde en despedida no merece semejante calvario, sin cirineo que le ayude ni ver¨®nica que le enjugue el rostro.
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