El Putxet
ELVIRA FARRERAS I VALENT?
En los casi 90 a?os que llevo viviendo en este barrio no recuerdo que un suceso como el asesinato de dos mujeres en un aparcamiento de la calle de Bertran hubiese tenido un eco tan grande, tanto en la prensa como en TV, casi rozando el morbo. Es un caso trist¨ªsimo y tr¨¢gico, pero otros acaecidos en nuestra ciudad no han levantado tanto comentario. Parece que piensen que las acciones tan viles no tendr¨ªan que ocurrir en un barrio residencial (que, por cierto, de residencial no le queda nada). Infinidad de moles de casas de pisos han arrinconado las antiguas casas de pueblo y las torres, como llamaban a las viviendas m¨¢s nobles. ?Es que nunca hab¨ªa pasado nada igual? Desgraciadamente s¨ª y voy a contarlo.
A finales de la Guerra Civil el ilustre ingeniero Fernando Reyes Garrido, art¨ªfice del metro entonces llamado Transversal, pasaba por la actual calle de Osona, a pie, pues le hab¨ªa sido requisado su coche, un Hispano Suiza cuya matr¨ªcula, escogida por ¨¦l, era "B 12345". Un mozalbete le quiso atracar y ¨¦l, al ver que era casi un chiquillo se defendi¨® y dio un empuj¨®n al chico. ?ste, que iba armado con un rev¨®lver, le dispar¨® un tiro, que le ocasion¨® la muerte, minutos despu¨¦s de llegar a la puerta de su casa, a pocos pasos de all¨ª, en la calle de Putxet. Quiz¨¢ porque era plena guerra se habl¨® muy poco de este crimen del que fue v¨ªctima un personaje tan conocido, no s¨®lo en Barcelona. En su despacho ten¨ªa dos fotograf¨ªas, dedicadas, una de Alfonso XIII y otra de Indalecio Prieto.
M¨¢s revuelo en las noticias de la prensa tuvo el asesinato, en 1978, de una mujer y un ni?o, no recuerdo si era hijo, en el aparcamiento de una casa en construcci¨®n en la nueva Ronda del General Mitre, no lejos de la calle de Bertran. Se construy¨® frente a la casa en que hab¨ªa nacido el poeta Joan Brossa, que hab¨ªa sido derribada para construir la Ronda del General Mitre, que ha partido Sant Gervasi por la mitad, llenando el barrio de un enorme tr¨¢fico de coches y autobuses. Se habl¨® mucho del crimen, pero no tanto como del actual de Bertran. Ser¨¢ que el barrio, que ha sufrido desde entonces una gran transformaci¨®n al tener m¨¢s habitantes, aparcamientos privados y cajeros autom¨¢ticos ?se siente m¨¢s amenazado? Veremos si ahora la prensa se ocupa tanto del crimen reci¨¦n sucedido en el Poble Nou. El Putxet de mi infancia y de mi juventud no puede compararse con el actual, por la masificaci¨®n de viviendas. Era como un peque?o pueblo. A principios del siglo pasado, adem¨¢s de los que all¨ª ten¨ªan su vivienda fija en casas, generalmente de planta baja y un piso, se encontraban las m¨¢s importantes que construyeron en antiguos vi?edos los barceloneses que quisieron huir de las epidemias que asolaron nuestra ciudad a finales del siglo XIX. Las llamaron torres y casi todas ten¨ªan rejas en sus aberturas, pues el barrio era bastante solitario. Las paredes que separaban los jardines estaban protegidas, en su parte alta, con pedazos de botellas rotas, cuyos cristales, pegados al muro de cemento, lastimaban a los que quisiesen saltar, para robar las gallinas de los gallineros que muchos ten¨ªan en sus jardines. Muchas de ellas m¨¢s tarde s¨®lo las habitaban en verano.
La vigilancia estaba bien asegurada. Se contaba con el sereno y el vigilante. Ambos eran empleados municipales, que adem¨¢s del sueldo oficial cobraban de los vecinos dos pesetas al mes. El sereno ya no cantaba el tiempo, como a¨²n se hac¨ªa en los pueblos, de aqu¨ª viene el nombre, pues cantaban si el tiempo era nublado o sereno. ?ste llevaba un chuzo, que es un palo largo con una punta de metal. El vigilante de mi juventud usaba un bast¨®n gordo, que con orgullo dec¨ªa que era de madera de jacarand¨¢, muy fuerte. De noche se les pod¨ªa ver siempre por la calle. Adem¨¢s, el vigilante ten¨ªa la llave de casi todas las casas. Durante el d¨ªa hab¨ªa otro vigilante. ?ste pertenec¨ªa al cuerpo de voluntarios de el sometent y pagado por los vecinos vigilaba el barrio.
En las casas importantes, como las de Jos¨¦ Bertr¨¢n y Musitu, Jos¨¦ Monegal y Nogu¨¦s y Eduardo Cros hab¨ªan construido en el jard¨ªn unas casitas para los porteros, junto a la entrada. Vigilaban el jard¨ªn y abr¨ªan la puerta que daba a la calle cuando llegaba el coche o luego el autom¨®vil del due?o para ir a la casa.
No exagero al decir que todo el mundo se conoc¨ªa fuera cual fuera su clase social. Un lugar de encuentro era el tranv¨ªa n¨²mero 17, que ostentaba un letrero, muy visible, en el que dec¨ªa "Cuidado con los rateros". No comentar¨¦ los tipos pintorescos que viv¨ªan en el barrio. Nuestro ilustre vecino, el abogado Francisco Ripio Fortu?o, director de Cros SA, acog¨ªa una tertulia de amigos y artistas todos los domingos. Escribieron unos aleluyas sobre el barrio. Una de ellas era: "Hi ha gent d'espardenya i bota i cases de mala nota" (hay gente de alpargata y bota, y casas de mala nota). Era la verdad, pues en la calle de R¨ªos Rosas hab¨ªa una casa de citas, de la que, por cierto, los vecinos nunca se quejaron. Se ve que la gente era m¨¢s liberal.
Pido perd¨®n por aprovechar estas l¨ªneas para expresar mi acuerdo al ver que en las noticias de casi toda la prensa se ha dado el nombre de Putxet al barrio. ?ste fue siempre su nombre normal. Hace muchos a?os tambi¨¦n se llam¨® Puchet y Puxet. No hace mucho el Ayuntamiento decidi¨® rotular mi calle con el nombre de Putget. No s¨¦ qui¨¦n tiene raz¨®n. Quiz¨¢ lo correcto habr¨ªa sido darle el nombre de Puiget, si se quer¨ªa hacer referencia al peque?o mont¨ªculo en que est¨¢ asentado parte del barrio, puig en catal¨¢n.
Mis recuerdos no acabar¨ªan nunca. S¨®lo puedo decir que esta parte de Barcelona es un verdadero para¨ªso perdido.
Elvira Farreras i Valent¨ª es vecina del Putxet.
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