Protagonistas de la historia
No pasa cada d¨ªa que uno tenga el lujo de compartir con 30.000 personas una conferencia sobre paz y valores de Leonardo Boff, Eduardo Galeano, Jean Ziengler y Radha Kumar. La ma?ana del mismo d¨ªa, en el mismo lugar, la intervenci¨®n de Lula da Silva en el Foro Econ¨®mico Mundial (FEM) interrump¨ªa v¨ªa sat¨¦lite el debate sobre las tensiones entre movimientos sociales, partidos pol¨ªticos y instituciones. La demostraci¨®n de que en Brasil estas tensiones son complementarias qued¨® claro, desde el momento en que Lula pronunciaba el mismo discurso en Davos que en la capital gauxa.
En esta tercera edici¨®n, el Foro Social Mundial supone un avance significativo en la concepci¨®n de movimiento por otra globalizaci¨®n. Si el primer foro destacaba por la novedad y el segundo empezaba a dibujar un universo propio de propuestas, en este foro, si bien no expl¨ªcitamente, se ha asumido el compromiso con el arriesgado reto de la experiencia gubernamental brasile?a. En sus inicios, el FSM supuso la ruptura, aunque fuese en el important¨ªsimo terreno de lo simb¨®lico, del mundo unipolar de despu¨¦s de la ca¨ªda del muro. El FSM traslad¨® el protagonismo de las alternativas al sur, y empez¨® a marcar la agenda para una izquierda que se hab¨ªa olvidado del mundo e incluso de la pol¨ªtica. Esta edici¨®n, a¨²n con muchas cosas por acabar de definir, ha significado, por la v¨ªa de los hechos, el reconocimiento del papel fundamental de los partidos, y especialmente del Partido de los Trabajadores (PT), y a la vez, la exigencia hacia los mismos de una mayor coherencia y corresponsabilidad con los movimientos sociales. En el marco del Foro Social Europeo de Florencia, Bernard Cassen planteaba la necesidad de crear convergencias paralelas entre movimientos sociales y partidos pol¨ªticos, sin injerencias, sin voluntad de instrumentalizaci¨®n, y a su vez, marcando objetivos comunes, avanzando en paralelo. Esta afirmaci¨®n la ten¨ªa que hacer, no sin recelos. En algunas ocasiones, incluso en este mismo foro, el marco de las reuniones ha sido utilizado para que determinados partidos se pusieran el marchamo de progres para continuar haciendo acto seguido las mismas pol¨ªticas. Pero incluso as¨ª, lo m¨¢s destacable ha sido la sinton¨ªa, desde el respeto y desde el reconocimiento, del papel que pueden desempe?ar los partidos pol¨ªticos de izquierdas en ese paralelismo convergente con los movimientos.
Si esto ha sido posible en Brasil es porque nunca se llegaron a perder tres componentes fundamentales: el de la movilizaci¨®n, el de la reivindicaci¨®n, y el de la propuesta y la transformaci¨®n. Ah¨ª, coincidieron partidos y movimientos. As¨ª, la izquierda pol¨ªtica consigue arrebatar ese car¨¢cter neutro e inevitable con el que se revisten la mayor¨ªa de decisiones en los ¨²ltimos a?os. De hecho, escuchando las intervenciones de Lula o de otros dirigentes petistas asistimos a un discurso rico y simple a la vez, concreto, inmediato, y de una profundidad extraordinaria. La pol¨ªtica en Brasil llega a aparcar el sentido eufem¨ªstico que ha adquirido en Europa, acerc¨¢ndose al ciudadano. El c¨®ctel es por tanto el de una izquierda fuerte en su discurso, pero que no se queda en ese uso ret¨®rico de la palabra, sino que adem¨¢s transforma realidades. La convergencia paralela no supone la suma e indistinci¨®n del papel de los movimientos y del partido, y de hecho, el conjunto de la sociedad brasile?a es consciente de que una descapitalizaci¨®n de sus movimientos sociales podr¨ªa acabar significando la descapitalizaci¨®n de la acci¨®n de gobierno. Hay una relaci¨®n flexible, de apoyo y vigilancia. El resultado, al final de toda esta suma, es algo tan extraordinario como la repolitizaci¨®n de lo cotidiano.
Es la complementariedad e interrelaci¨®n entre movimientos y el PT la que ha permitido desarrollar un marco de encuentro que es hoy un referente ¨¦tico y moral para el mundo. Es muy significativo que hoy exista una presunta mayor preocupaci¨®n en Davos por escuchar a Porto Alegre que no a la inversa o que la intervenci¨®n m¨¢s esperada sea la de Lula. Es el FSM el que plantea por primera vez la insostenibilidad social, ecol¨®gica y democr¨¢tica del planeta, y es el mismo Gobierno de Brasil el que tiene que recordar a los reunidos en Davos el hambre del planeta o el disparate de una pr¨®xima guerra. Todo ello supone un liderazgo moral de lo que hoy acontece en Brasil. La combinaci¨®n de todo ello ha hecho que el FSM y Brasil, su sociedad y sus gentes, sean protagonistas de la historia. Hace apenas tres a?os, la primera reuni¨®n de lo que algunos se apresuraron a se?alar como un encuentro de cuatro locos se convirti¨® en la alternativa al fin de la historia que anuncia Fukuyama. Hoy, la tercera edici¨®n del FSM, que anuncia con trasladarse el a?o que viene a la India, es mucho m¨¢s referente de pensamiento que el propio FEM.
Desde Europa, deber¨ªamos apresurarnos a tomar nota de lo que acontece en Porto Alegre y en Brasil. Ser¨ªa bueno que la praxis de las izquierdas europeas incorporasen estos componentes en la forma de hacer pol¨ªtica, y que a su vez en la misma Europa se creasen marcos de sinergias positivas entre movimientos y partidos. Pero para ello nos hace falta una izquierda menos calculadora, que no se pase de Blair a Lula en funci¨®n de lo que est¨¢ en boga. Ser¨ªa bueno que se empezase por poner en la agenda la revisi¨®n de las relaciones comerciales con el sur o la innovaci¨®n que puede suponer la puesta en marcha de una renta b¨¢sica o el desarrollo de la econom¨ªa solidaria. Que la socialdemocracia bienintencionada marcase a quienes dentro de sus filas desvalorizan la izquierda. Nos hace falta un gran pacto de recuperaci¨®n de la pol¨ªtica que pase por llevar las convicciones a la pr¨¢ctica pol¨ªtica. S¨®lo as¨ª podremos ver, despu¨¦s de muchos a?os, la mayor¨ªa por primera vez, c¨®mo se re¨²nen 30.000 personas para escuchar un conferencia sobre paz y valores, sinti¨¦ndose cada uno de nosotros tambi¨¦n protagonista de la historia.
Joan Herrera es portavoz y responsable de Movimientos Sociales de Iniciativa per Catalunya Verds.
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