... y la soledad de Aznar
Tarde y mal, Aznar y el PP se quedaron preocupantemente solos ayer en el Congreso de los Diputados. El consenso sobre la pol¨ªtica exterior espa?ola ha quedado hecho trizas, al convertirse el Gobierno en defensor de las tesis de la Administraci¨®n de Bush, en detrimento del acuerdo interno y europeo. El clamor de los dem¨¢s grupos parlamentarios fue pr¨¢cticamente un¨¢nime: hoy por hoy, Sadam Husein no plantea una amenaza inmediata; la guerra preventiva no est¨¢ justificada y ser¨ªa desproporcionada al objetivo oficial de desarmar a Irak. Pero lo principal es que hay al menos una alternativa: dar tiempo y medios a los inspectores internacionales. Y, en contra de la posici¨®n de Aznar, abrir esta posibilidad no es darle "alas a Sadam Husein", sino a los inspectores, especialmente si se acepta la oferta francesa de aviones Mirage para sobrevolar Irak.
El formato -sesi¨®n informativa tras las vacaciones parlamentarias que el PP no quiso suspender- jugaba a favor del Gobierno y Aznar lo utiliz¨® para cerrarlo de nuevo haciendo su habitual oposici¨®n a la oposici¨®n. Pero Aznar no s¨®lo no convenci¨®, sino que ni siquiera inform¨®. No lo hizo sobre por qu¨¦ la crisis de Irak se plantea precisamente ahora; ni sobre qu¨¦ utilizaci¨®n est¨¢ haciendo EE UU de las bases en Espa?a; ni sobre qu¨¦ participaci¨®n tendr¨¢n las Fuerzas Armadas espa?olas en caso de que la guerra vaya adelante; ni sobre su visi¨®n de futuro para la regi¨®n. Y no convenci¨® al sumarse a la tesis de EE UU de que la falta de colaboraci¨®n de Irak con los inspectores puede llevar directa y autom¨¢ticamente a suspender el alto el fuego decidido por la ONU en 1991, es decir, a la guerra sin necesidad siquiera de una nueva resoluci¨®n. Aznar, que tiene en su mano un voto en el Consejo de Seguridad, sostiene exactamente lo mismo que EE UU: una nueva resoluci¨®n no es necesaria, sino tan s¨®lo "deseable" y "posible".
Es el Gobierno el que, frente a la crisis con Irak acelerada por la Administraci¨®n de Bush, ha cambiado de pol¨ªtica y desbaratado el consenso pol¨ªtico espa?ol en esta crisis, convirti¨¦ndose junto al Reino Unido y Bulgaria en uno de los principales agentes de la pol¨ªtica de Bush en el Consejo de Seguridad y olvidando la dimensi¨®n que reclamaron ayer todos los dem¨¢s en el Congreso: la de una Uni¨®n Europea unida, mencionada s¨®lo de paso por el presidente del Gobierno, que es el principal responsable de la divisi¨®n de los espa?oles y de los europeos. Y, sin embargo, es a trav¨¦s de una pol¨ªtica europea aut¨®noma como se podr¨ªa recomponer un consenso interno espa?ol como el que se dio en 1990-1991.
Aznar lo mezcl¨® todo: las armas de destrucci¨®n masiva, el terrorismo de Al Qaeda e Irak, quiz¨¢ para tocar la comprensible preocupaci¨®n de esta sociedad ante el terrorismo. Su rotunda afirmaci¨®n sobre el v¨ªnculo entre Bagdad y la red de Bin Laden contrasta con las cautelas de Blair y su ministro Straw, presionados por la filtraci¨®n en la BBC de un informe de los servicios secretos brit¨¢nicos que negaban la existencia de pruebas al respecto. En algo tiene toda la raz¨®n: es intolerable que el viceprimer ministro de Irak, Tarik Aziz, amenace con extender el terrorismo a Espa?a seg¨²n c¨®mo vote en el Consejo de Seguridad.
El Gobierno, que representa a todos los espa?oles, debe pedir en el Consejo de Seguridad que se d¨¦ tiempo y medios a los inspectores y debe promover las resoluciones para que Sadam Husein se desarme, antes de llegar a lo que en 1991 se convirti¨® en la ¨²nica posibilidad, tras 12 pronunciamientos de la ONU, para expulsar a las tropas de Sadam Husein de Kuwait. La guerra debe seguir siendo el ¨²ltimo recurso.
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