Regalos amorosos
Dentro de poco es el D¨ªa de San Valent¨ªn, aunque pap¨¢ y mam¨¢ ya no se regalan nada. Pap¨¢ me cont¨® una vez que, siendo novios, le mand¨® a mam¨¢ una docena de rosas rojas al trabajo el 14 de febrero. Entonces mam¨¢ se puso furiosa, le dijo que c¨®mo se le ocurr¨ªa mandarle rosas el D¨ªa de San Valent¨ªn, que le parec¨ªa una absoluta chorrada, que hab¨ªa pasado mucha verg¨¹enza en el trabajo, y pap¨¢ le asegur¨®, casi con l¨¢grimas en los ojos, que no entend¨ªa nada, y que a veces no sab¨ªa c¨®mo acertar. En fin, cosas de mayores.
Yo, aunque todav¨ªa soy un poco peque?o, ya tengo novia. Nunca nos hemos regalado nada el 14 de febrero, quiz¨¢s porque s¨®lo hay un 14 de febrero al a?o y nos conocemos desde hace una semana y media. Pero este 14 de febrero tengo varias ideas sobre lo que le puedo regalar. Lo primero que pens¨¦ fue en abrir la hucha de lata en la que guardo todos mis ahorros. Lo malo es que cuando la abr¨ª, ?zas!, encontr¨¦ unas pocas pesetas plateadas por las que no te dan nada hasta dentro de por lo menos cien a?os. Me di cuenta de que ni trabajando en una f¨¢brica de zapatillas deportivas en Tailandia conseguir¨ªa el dinero necesario para comprar un regalo, as¨ª que pens¨¦ en el abrigo de astrac¨¢n que hac¨ªa tiempo que mam¨¢ no usaba, pero cuando se lo dije a ella se ri¨® mucho y me mand¨® a jugar.
Mir¨¦ en mis cajones a ver si ten¨ªa otras cosas que sirvieran y encontr¨¦ lo siguiente: un huevo podrido que guardaba para arrojarlo por el balc¨®n, una colecci¨®n de cucarachas muertas, una bolsa de caracolillos vac¨ªos, dos petardos sin explotar, y un puro habano medio roto que le cog¨ª prestado a pap¨¢. La verdad es que no era gran cosa. Estuve pensando en hacerle un collar de caracolillos, y de paso fumarme el puro, pero el fallo estaba precisamente en los caracolillos, a nadie le har¨ªa ilusi¨®n ponerse un collar de caracolillos, sobre todo si no pod¨ªa com¨¦rselos. ?Si por lo menos los caracolillos estuviesen llenos!
Hoy, despu¨¦s de pensar un rato, he encontrado algo que regalarle. Como ahora le estoy ense?ando a pap¨¢ a utilizar Internet, una tarde que ¨¦l no est¨¦ le regalar¨¦ a mi novia un ataque inform¨¢tico al Pent¨¢gono. ?Ser¨¢ divertid¨ªsimo! Apuntaremos los misiles de Israel hacia Washington, y los de China hacia Rusia, y los de Francia hacia... En fin, ya se nos ocurrir¨¢. La liaremos gorda, como los de la pel¨ªcula, y nos haremos famosos. Saldremos en la tele como los de Operaci¨®n Triunfo y Gran Hermano y Un paso adelante. ?Todos los l¨ªderes pol¨ªticos tendr¨¢n que pedirnos sopitas! Seguro que lo primero que hacen es preguntarnos qu¨¦ queremos. Y entonces yo les dir¨¦: "Mil millones de d¨®lares y una docena de rosas rojas". Pero claro, igual mi novia es como mam¨¢, y no le molan las rosas.
No s¨¦ por qu¨¦, cuando intentas hacer el mejor regalo del mundo, te pones nervioso. No es una sensaci¨®n agradable. Comprendes que a tu novia no le gustar¨ªa el huevo podrido, y quiz¨¢s tampoco la colecci¨®n de cucarachas muertas, aunque haya hasta de las gordas. Tal vez pap¨¢ tenga raz¨®n, y a veces uno no sepa c¨®mo acertar.
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