El cielo de regalo
El discurso del pol¨ªtico suele darnos a entender lo que le gustar¨ªa o al menos no le repugnar¨ªa hacer. De ah¨ª a que piense alcanzar tan altos logros media, por supuesto, un abismo. Natural que haga de su capa un sayo y conf¨ªe en la Virgen y no corra. Pero unos son m¨¢s naturales que otros y prometen la luna sin sonrojo, asimilad¨ªsimo el principio de que las promesas electorales est¨¢n hechas para no cumplirlas.
Verdad es que sin la complicidad del electorado, m¨¢s modoso and¨¢rase el pol¨ªtico, pero si llueve la tierra se moja; como es perfectamente posible nadar y guardar la ropa si uno nada vestido. Se da por descontado que muy pocos votantes se leen de cabo a rabo el programa electoral y que son menos los que llevan la cuenta; en realidad, muchos ni siquiera saben que exista tal cosa. Tampoco es que el sol se caiga, pues lo m¨¢s corriente no es que se vote a unos sino que no se vote a otros: es la abstenci¨®n activa, forma predominante de acercamiento a los comicios. Claro que hablar as¨ª es hablar de quintaesencias, aunque no de abstracciones; pero no echemos en el olvido que as¨ª se escribe la buena historia y por eso hay tan poca. Llegados a este punto, mejor pasar a otro.
-Oye, que esa gente se dispone a prometer camas hospitalarias en habitaciones individuales, con televisi¨®n, butacones, temperatura graduada al gusto...
-Desalmados, qu¨¦ rostro. Pero a prometer no nos gana nadie. A?ade un mes de convalecencia en un balneario, con c¨®nyuge.
Esto es caricatura, pero no otra cosa merece la lectura de los programas electorales, nada at¨ªpicos, de las elecciones pasadas, las del a?o 2000. Escojo: "Incrementar la participaci¨®n de los mayores en la sociedad con la creaci¨®n del Consejo Estatal de Mayores" (PSOE). Desternillantes reminiscencias tribales, pero parido fue el bodrio y escrito est¨¢. El PP, por su parte, promet¨ªa "m¨¢s plazas en residencias de ancianos". No se dec¨ªa m¨¢s residencias sino m¨¢s plazas en residencias, lo que podr¨ªa traducirse, entre otros inconvenientes, en un colapso de tr¨¢fico de sillas de ruedas en el interior de las residencias; pero es de suponer que se trata de un error de redacci¨®n. As¨ª pues, m¨¢s residencias. Pero no se menciona el crecimiento paralelo del n¨²mero de ancianos, con lo que podr¨ªa ser un paso atr¨¢s lo que se presenta como un paso adelante. El PSOE, por su parte, quer¨ªa "igualar las plazas en residencias al 80% de las que existen en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea". Pensar¨ªan: "?Decimos el 70% o decimos el 90%?".
Es lectura sabrosa. Espigando aqu¨ª y all¨¢ no nos resistimos a ofrecer algunos ejemplos de conmovedores prop¨®sitos. El PP: "Aumentar la inversi¨®n en I + D hasta llegar al 1,3% del PIB en el 2003 y el gasto en I + D + I (investigaci¨®n, desarrollo e innovaci¨®n tecnol¨®gica) al 2% del PIB. Favorecer la incorporaci¨®n de investigadores al sector p¨²blico". Lo que en realidad ha pasado es de sobra conocido. ?xodo de cient¨ªficos, como siempre. Ahora se marchan hasta los auxiliares de enfermer¨ªa. Andanzas y desventuras de Bernat Soria. Barbacid y el romanticismo. Investigadores de renombre internacional a quienes les gustar¨ªa volver, pero a santo de qu¨¦. Birul¨¦s y Piqu¨¦, el gran parip¨¦. El CIS, olla de grillos. Precariedad y remuneraciones ¨ªnfimas a los becarios de la investigaci¨®n. Gente que va por aqu¨ª, gente que va por all¨¢ y gente que no va a ninguna parte. Endogamia universitaria. ?El 2% del PIB en investigaci¨®n, desarrollo e innovaci¨®n? Mayor alegr¨ªa que el PSOE con sus plazas residenciales p¨²blicas. Quien por cierto s¨®lo promet¨ªa "aumentar los recursos p¨²blicos destinados a I + D", sin comprometerse con las cifras. Pensar¨ªan acaso que el sector cient¨ªfico y universitario est¨¢ m¨¢s alerta que el com¨²n de las gentes y se dir¨ªan "tate, no nos coja el toro". Como fuere, es verdad que el PSOE tampoco brill¨® por su af¨¢n de sacar el pa¨ªs de su indigencia cient¨ªfica y tecnol¨®gica. En la Espa?a de Franco se hicieron modelos de coches extranjeros que ya estaban anticuados en el extranjero. Pues hala, a seguir esta tradici¨®n que ya entonces era tradici¨®n secular; s¨®lo que as¨ª se alcanza el punto de no retorno y a partir de ah¨ª todo es distanciarse m¨¢s y m¨¢s. Con todos los antecedentes, ?qu¨¦ porcentaje prometer¨¢n esta vez unos y otros para ciencia y tecnolog¨ªa. ?Le dar¨¢n carpetazo a ese ministerio fantasm¨®n y fantasma? Acusan a Aznar de ser m¨¢s nacionalista que Gonz¨¢lez, pero curiosa manera de serlo. Privatizando a diestro y siniestro y dejando al Estado, comparativamente, m¨¢s vac¨ªo que nunca de conocimientos.
"Impulsar la prevenci¨®n y el tratamiento de trastornos alimentarios", rezaba el programa del PP en su apartado de pol¨ªticas dirigidas a la mujer. Tanto refinamiento es, sencillamente, formidable. Claro que antes hemos le¨ªdo: "Crear programas que permitan el acceso a la mujer al empleo y eliminar discriminaciones salariales". De modo que al contenedor de la ret¨®rica. El PSOE tambi¨¦n se propon¨ªa "eliminar la discriminaci¨®n laboral", luego no lo hab¨ªa hecho.
Pero la promesa antol¨®gica requiere este punto y aparte: "Reformar el Senado para que sea efectivamente una C¨¢mara de representaci¨®n territorial". He aqu¨ª un clamor a?ejo y no exclusivo de la izquierda. Tal vez convertir el Senado en el centro de un di¨¢logo permanente entre autonom¨ªas y entre ¨¦stas y el Gobierno central sea la mejor manera -y acaso la ¨²nica- de preservar la unidad del pa¨ªs. As¨ª lo entend¨ªa el mismo PP en su programa electoral para las elecciones del a?o 2000, pero seguimos encallados en un bilateralismo que es siembra de un variado surtido de minas. A menudo, las amistades y uniones m¨¢s duraderas y s¨®lidas se nutren del grito y del abrazo, de las verdades y las mentiras del barquero. De la tupida presencia f¨ªsica, no de la comunicaci¨®n telef¨®nica o medi¨¢tica.
Promesas electorales. No se cumplen porque el pueblo no escucha o el pueblo no escucha porque no se cumplen. Pong¨¢monos del lado m¨¢s d¨¦bil, que para ello no hay necesidad de hacer demasiadas mangas y capirotes con la historia. Aunque despu¨¦s, qu¨¦. Ya nadie le pondr¨¢ el cascabel al gato. Seguir¨¢n prometiendo unos y otros, que de gentes as¨ª ser¨¢ el reino de los cielos.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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