Intolerancia
Los actores que exhibieron carteles con la consigna "No a la guerra" en el pleno del mi¨¦rcoles son personas conocidas y hab¨ªan acudido al acto por invitaci¨®n expresa de partidos representados en la C¨¢mara. Tambi¨¦n era conocido que el motivo de su presencia en el lugar no era su apoyo a alguna organizaci¨®n subversiva o pr¨¢ctica delictiva, sino su rechazo a la guerra contra Irak, que era el tema a debate. En esas condiciones, las restricciones exageradas, alegando motivos de seguridad, est¨¢n fuera de lugar. Muy especialmente los cacheos, que, tal como se produjeron, constituyen una forma de intimidaci¨®n intolerable.
El Parlamento es el templo de la palabra, de la confrontaci¨®n entre argumentos, no entre pancartas. El reglamento del Congreso deja abierta la posibilidad de que la presidencia intervenga, expulsando a quienes "perturben el orden o falten a la debida compostura". Queda a su criterio juzgar qu¨¦ actitudes de los diputados o invitados entran en esa gen¨¦rica definici¨®n. Desde luego, una actitud incondicionalmente permisiva provocar¨ªa efectos perversos: toda persona con alg¨²n motivo de queja intentar¨ªa expresarla con pancartas, gestos o gritos. Pero entre esa hip¨®tesis y la permisividad cero hay un margen que depende del buen sentido de la presidencia. No es lo mismo sacar un cartel contra el presidente de Gobierno, por ejemplo, o a favor de los presos de ETA, que contra la guerra.
La presidenta tiene motivos, reglamento en mano, para ordenar el desalojo, si piensa fundada y razonablemente que la presencia de los encartelados puede perturbar el debate. Pero ello no justifica la intimidaci¨®n anterior. La explicaci¨®n que facilita una nota sin identificaci¨®n del firmante del "Congreso de los Diputados" resulta inveros¨ªmil: las medidas de seguridad fueron las habituales, pero tambi¨¦n excepcionales, dada la "especial relevancia" del debate; y los controles se aplican "sin discriminaci¨®n alguna" entre las "personas que quieren acceder a las tribunas". Todo fue desquiciado y sin proporci¨®n, con cacheos minuciosos e impropios, usando la facultad reglamentaria de la presidencia del Congreso para evitar que los actores estuvieran en la sala cuando Aznar le¨ªa su discurso y proteger as¨ª al presidente del Gobierno. Es s¨®lo un incidente, pero es un revelador m¨¢s de c¨®mo las gasta el partido del Gobierno. Quien tantas cosas considera intolerables debiera revisar cu¨¢l es su umbral de tolerancia.
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