?Responsables ante qui¨¦n?
El presidente Aznar no se cansa de pedir responsabilidad a la oposici¨®n a la hora de solicitar su apoyo en la pol¨ªtica belicista contra Irak, y yo no acabo de entender por qu¨¦ es m¨¢s responsable la actitud de quienes apoyan la guerra que la de quienes tratan de evitarla. Ser responsable significa, entre otras cosas, tener que responder a alguien de algo. La responsabilidad de los pol¨ªticos en una democracia se ejerce ante los electores, es a ellos a quien resulta preciso rendir cuentas, y no s¨®lo en ocasi¨®n de los comicios, sino de forma habitual ante los parlamentos y la opini¨®n p¨²blica. De modo que es imposible suponer que ning¨²n gobierno tenga mejor criterio o mayor capacidad moral que la oposici¨®n para establecer lo que es responsable y lo que no.
Algunos creen, sin embargo, que resulta irresponsable no apoyar a los dirigentes de un pa¨ªs en medio de crisis graves que merecen la consideraci¨®n de asuntos de Estado. La pol¨ªtica exterior es uno de los lugares comunes que se citan a este respecto, y con mucho mayor ¨¦nfasis si el n¨²cleo de lo que se debate es algo tan definitivamente serio como la guerra. Sugieren que, si se ve amenazada la seguridad nacional o los intereses patrios lo demandan, la disidencia respecto a la pol¨ªtica oficial no s¨®lo es lamentable, sino inadmisible, un acto antipatri¨®tico rayano en la traici¨®n. En un reciente art¨ªculo en la revista Newsweek, el historiador Arthur Schlesinger, amigo y asesor del presidente Kennedy y uno de los mejores intelectuales americanos vivos, se plantea esta misma cuesti¨®n para contestarse abiertamente que, contra lo que esa tesis sugiere, en tiempos de guerra, cuando la decisi¨®n es enviar tropas a matar y a morir, la disidencia juega un papel todav¨ªa m¨¢s importante en cualquier democracia que se precie de serlo. La Historia ofrece numerosas pruebas de ello. Quienes protestaron, por ejemplo, contra el aventurerismo yanqui en Vietnam fueron tratados y perseguidos como criminales, pero cuatro d¨¦cadas despu¨¦s existe un consenso general respecto a que la escalada americana fue un error del que s¨®lo se derivaron males mayores de los que pretend¨ªa atajar. Una acertada opini¨®n de la que ya no podr¨¢n participar los miles y miles de muertos que cost¨® la contienda, ni podr¨¢n tampoco pedirle responsabilidades a nadie por el fiasco.
Los esfuerzos del Gobierno norteamericano y quienes le apoyan por demostrar la maldad intr¨ªnseca del r¨¦gimen iraqu¨ª est¨¢n fuera de lugar. Sadam Husein ha sido un matarife desde que ocup¨® el poder y en no pocas ocasiones ha empleado su fuerza letal gracias a las armas que las potencias occidentales -Francia y los Estados Unidos primordialmente- le proporcionaban. Pero Occidente contempl¨® impasible las matanzas de iran¨ªes y kurdos perpetradas por el s¨¢trapa que hoy detesta y anta?o apoy¨®. Para esgrimir el concepto de leg¨ªtima defensa a la hora de atacar ese pa¨ªs lo que los partidarios de la invasi¨®n deben demostrar -si quieren exhibirse como gobernantes responsables- es que existe un peligro inminente capaz de justificar la acci¨®n, que se saldar¨¢ inevitablemente con miles de v¨ªctimas inocentes. De otra forma, la doctrina del ataque preventivo, asumida sin matices por nuestro Gobierno, es s¨®lo un eufemismo para designar un acto de pol¨ªtica imperialista. Conviene la precisi¨®n de que demostrar no significa proclamar o asegurar, sino ofrecer evidencias bastantes que permitan a los ciudadanos sopesar la gravedad de una decisi¨®n tan extraordinariamente importante como la de comenzar una guerra. Todo lo dem¨¢s es un ejercicio de logomaquia autista, que no tiene nada que ver con el concepto de responsabilidad.
Acusar de demagogia a quienes disienten, someter a trato vejatorio por parte de la polic¨ªa a los ciudadanos que acuden a la tribuna del Congreso, limitar hasta el rid¨ªculo el derecho de manifestaci¨®n, como pretende hacer el delegado gubernamental en Madrid, son tambi¨¦n actos de manifiesta irresponsabilidad democr¨¢tica, coherentes con la pol¨ªtica del pensamiento ¨²nico a la que felizmente parece que comienza a resistirse una parte de la ciudadan¨ªa. El derecho de manifestaci¨®n es fundamental en toda democracia y la fluidez del tr¨¢fico no puede ser argumento para obstaculizarlo, mucho menos cuando de lo que se trata no es de defender una reivindicaci¨®n parcial o sectorial de nadie, sino de la expresi¨®n popular frente a un hecho que nos afecta extraordinariamente a todos, como es la guerra. El fundador y actual presidente de honor del PP ya declar¨® en su d¨ªa que la calle era suya, pero ignor¨¢bamos que la frase se hubiera convertido en dogma del partido, adue?ado ya de tantas cosas que algunos de sus dirigentes comienzan a confundir el inter¨¦s de Espa?a con sus man¨ªas y obsesiones. En cualquier caso, el papel de la autoridad es proteger y defender el derecho de los manifestantes, comportarse de otra forma es del todo irresponsable.
Esta guerra ha causado ya sus dos primeras v¨ªctimas antes de comenzar la batalla: las relaciones Europa-Estados Unidos y la cohesi¨®n interna de la Uni¨®n Europea. Para decirlo todo, me parece tambi¨¦n sumamente irresponsable que los miembros de ¨¦sta aparezcan divididos ante la comunidad internacional y que esa divisi¨®n se haya hecho expl¨ªcita en una carta p¨²blica, firmada y promovida por nuestro presidente. Las cr¨ªticas a Chirac y Schroeder por su declaraci¨®n conjunta, contraria en un principio a la intervenci¨®n arma-
da, olvidan que se trataba de una propuesta para ser debatida en el seno de la Uni¨®n y que se hizo con motivo de las celebraciones de la reconciliaci¨®n franco-alemana, piedra angular de la construcci¨®n del proyecto europeo.
Por ¨²ltimo, considerar subversivo un cartel que dice NO A LA GUERRA me parece ya el colmo de la irresponsabilidad, porque lo evidentemente inaceptable ser¨ªa una pegatina que dijera lo contrario, habida cuenta sobre todo de la afirmaci¨®n de don Mariano Rajoy de que quien est¨¦ a favor de la guerra no se encuentra en sus cabales. En las actuales circunstancias ¨¦sta es, desde luego, una frase para meditar. Desgraciadamente yo conozco -y supongo que mucha otra gente tambi¨¦n- a personas absolutamente cuerdas que quieren la guerra, est¨¢n dispuestas a hacerla y a provocarla, y consideran que es una buena soluci¨®n para muchas cosas. Yo mismo, en seg¨²n qu¨¦ ocasiones, me he mostrado a favor de intervenciones armadas concretas -en la antigua Yugoslavia, en Afganist¨¢n-, pues no creo que todas las guerras sean iguales, aunque todas sean horribles, salvo la de Perejil, ni que todos los terrorismos sean los mismos, aunque todos me parezcan detestables. O sea que tambi¨¦n me parece irresponsable enarbolar la amenaza etarra como justificaci¨®n de una pol¨ªtica belicista del Gobierno americano, como irresponsable es igualmente tildar de antiamericanos a quienes no comulguen con la pol¨ªtica de la Casa Blanca, salvo que el Gobierno espa?ol opere bajo la suposici¨®n de que, en este trance, ante quien tiene que responder de sus actos no es el Parlamento, el electorado ni la opini¨®n, sino el presidente de los Estados Unidos de Am¨¦rica. Yo por mi parte s¨®lo soy responsable ante la ley, como cualquier ciudadano, y ante los lectores de este art¨ªculo, que tienen todo el derecho a pedirme cuentas por ¨¦l. Por eso, las llamadas a la responsabilidad de un Gobierno que se muestra tan irresponsable a la hora de declarar la guerra y de firmar la paz me tienen sin cuidado. En un pa¨ªs democr¨¢tico, los votantes saben que son quienes gobiernan los que tienen que responderles a ellos, y no la viceversa. S¨®lo los aut¨®cratas, como Sadam Husein, sue?an con hacerlo ante Dios y ante la Historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Plenos parlamentarios
- Diplomacia
- VII Legislatura Espa?a
- Opini¨®n
- Preparativos b¨¦licos
- Presidencia Gobierno
- Congreso Diputados
- Guerra Golfo
- Irak
- Libertad expresi¨®n
- Relaciones internacionales
- Estados Unidos
- Legislaturas pol¨ªticas
- Parlamento
- Oriente pr¨®ximo
- Pol¨ªtica exterior
- Asia
- Defensa
- Guerra
- Gobierno
- Conflictos
- Administraci¨®n Estado
- Medios comunicaci¨®n
- Comunicaci¨®n
- Administraci¨®n p¨²blica