La Rep¨²blica en vivo
Al reimprimir los art¨ªculos de peri¨®dico de la era republicana escritos por cuatro excelentes periodistas de la ¨¦poca, la editorial Destino ha prestado un gran servicio tanto a los especialistas como a cualquier lector interesado por la historia reciente de Espa?a. Las Cuatro historias de la Rep¨²blica son las de Josep Pla, Manuel Chaves Nogales, Julio Camba y Gaziel (Agust¨ª Calvet). Y sus art¨ªculos, escritos entre los a?os 1931 y 1936, van precedidos por excelentes pr¨®logos de Xavier Pla, Andr¨¦s Trapiello, Arcadi Espada y Xavier Pericay.
La principal virtud de estos art¨ªculos para un lector actual es el car¨¢cter "aut¨¦ntico, con todas sus imperfecciones" de la escritura. Estos hombres no eran periodistas novatos, ni fr¨ªos observadores anal¨ªticos que intentaban proporcionar una s¨ªntesis objetiva. Eran escritores muy instruidos y viajeros, que sent¨ªan emociones muy fuertes, y que incorporaban deliberadamente esas emociones a sus comentarios. Pla escribe sobre los hechos, sobre lo que vio y escuch¨® en los grupos de presi¨®n de las Cortes; tambi¨¦n se refiere ¨¢cidamente a su falta de entusiasmo por Madrid, Castilla y el Gobierno republicano. Julio Camba informa de los trapicheos entre unos gobernantes inexpertos y no muy competentes. Tambi¨¦n escribe cr¨ªtica y despectivamente sobre el hecho de que a muchos periodistas con conocimientos de lenguas extranjeras les hubieran pedido que ocupasen puestos diplom¨¢ticos y que, por alguna raz¨®n, a ¨¦l no le hubieran invitado a hacerlo. Chaves Nogales da rienda suelta a los sentimientos de desesperaci¨®n por el sufrimiento y la incompetencia de los que era testigo, y Gaziel interpreta francamente los acontecimientos desde el punto de vista de un nacionalista catal¨¢n de clase media muy inteligente y conservador. Estas caracter¨ªsticas personales dan sensaci¨®n de inmediatez, y tambi¨¦n estimulan la reacci¨®n por parte del lector.
CUATRO HISTORIAS DE LA REP?BLICA
Josep Pla, Manuel Chaves Nogales, Julio Camba y 'Gaziel' (Agust¨ª Calvet) Destino. Barcelona, 2003 1.140 p¨¢ginas. 33,05 euros
Eran escritores muy instruidos, que sent¨ªan emociones muy fuertes que incorporaban deliberadamente a sus comentarios
Para equilibrar este art¨ªculo, me gustar¨ªa concentrarme en las que, en mi opini¨®n, constituyen las grandes virtudes y en las m¨¢s importantes carencias de las cuatro versiones. De los cuatro, Chaves Nogales muestra el mayor conocimiento y la mayor simpat¨ªa por los problemas de todas las clases sociales. En el oto?o de 1931, habl¨® con braceros y peque?os propietarios de las aldeas de Andaluc¨ªa. El lector comprende que nadie sabe con claridad qu¨¦ cambios deber¨ªan tener lugar en el sistema agr¨ªcola, y cu¨¢les se producir¨¢n y cu¨¢les no. Los braceros no tienen poder de negociaci¨®n, excepto el de amenazar con no segar los campos, pero en el fondo saben siempre que al final, para su propia supervivencia, deber¨¢n llegar a un acuerdo con el propietario. El se?orito con el que Chaves mantiene una larga conversaci¨®n est¨¢ aparentemente resignado al hecho de que ¨¦l y su clase vayan a tener menos control sobre el futuro de Andaluc¨ªa, y especula ¨¢speramente acerca de si los campesinos sin tierra vivir¨¢n mejor cuando los banqueros vascos y los empresarios catalanes asuman el control de la econom¨ªa. ?ste no es un tratado de econom¨ªa neocl¨¢sica, sino una imagen realista y humanamente comprensiva de los problemas a los que se enfrentan unos seres humanos reales en un momento de cambio pol¨ªtico.
En octubre de 1934, Chaves via-
j¨® a Asturias como enviado especial del Ahora. Entrevist¨® a mineros revolucionarios encarcelados, a tenderos y esposas de presos, a guardias civiles, funcionarios municipales y oficiales del ej¨¦rcito. Deseaba corregir las exageradas informaciones sobre las atrocidades cometidas, porque dichas exageraciones inflamar¨ªan los odios ya apasionados de la derecha, y crear¨ªan mayores simpat¨ªas victimistas y leyendas revolucionarias en la izquierda. Le preocupaban tambi¨¦n las informaciones distorsionadas respecto a la destrucci¨®n f¨ªsica y a las atrocidades humanas que hac¨ªan que muchos aldeanos se negasen a hablar con los periodistas bas¨¢ndose en que estaban propagando mentiras por las que toda la aldea acabar¨ªa sufriendo. Chaves lleg¨® a la conclusi¨®n de que los revolucionarios hab¨ªan matado a todos los odiados guardias civiles que hab¨ªan conseguido encontrar, pero que no ten¨ªan intenci¨®n de asesinar a todos los miembros de la burgues¨ªa, como se alegaba en muchas cr¨®nicas period¨ªsticas. En cuanto a una revoluci¨®n de tipo sovi¨¦tico, sus entrevistas, y las pruebas circunstanciales, indicaban que los comit¨¦s de las aldeas se hab¨ªan limitado a distribuir cartillas de racionamiento, sin tener la menor idea ni plan alguno respecto a qu¨¦ pasar¨ªa despu¨¦s de que se hubiesen distribuido las reservas de alimentos y prendas de vestir de las que dispon¨ªan en ese momento. Combin¨® la informaci¨®n factual sobre los verdaderos delitos cometidos con la cr¨®nica sobre la absoluta incompetencia y la lamentable ignorancia de los comit¨¦s de trabajadores.
Gaziel, un sobresaliente escritor y director de La Vanguardia, es especialmente interesante por su combinaci¨®n de informaci¨®n factual e interpretaci¨®n personal. Interpretaba las acciones de la Rep¨²blica bajo la ¨®ptica del concepto hist¨®rico de reorganizaci¨®n de la Pen¨ªnsula. A finales de la Edad Media, la Hispania cristiana constaba de varios reinos -Portugal, Castilla, Navarra, Arag¨®n-Catalu?a-, todos los cuales reconoc¨ªan hasta cierto punto la individualidad ling¨¹¨ªstica y cultural de sus componentes. Los Reyes Cat¨®licos, la dinast¨ªa de los Habsburgo y m¨¢s tarde la de los Borb¨®n hab¨ªan intentado castellanizar toda la Pen¨ªnsula. Esta creencia, cuya exactitud, por supuesto, est¨¢ sujeta a dudas, influy¨® claramente en las actitudes de Gaziel hacia el conjunto de la Rep¨²blica.
Admiraba a Aza?a por su capacidad para elaborar pol¨ªticas que podr¨ªan empezar a modernizar los servicios administrativos espa?oles. En especial, admiraba el logro del Estatuto de Autonom¨ªa catal¨¢n de 1932. Estaba disgustado en igual medida con el paso dado por la Generalitat en octubre de 1934, cuando el presidente Companys declar¨® un "Estado catal¨¢n dentro de la Rep¨²blica Federal Espa?ola". Para Gaziel, el estatuto representaba la oportunidad de restaurar el saludable pluralismo "hisp¨¢nico" que la monarqu¨ªa hab¨ªa destruido. Pero el levantamiento contra el Gobierno de Madrid amenazaba con destruir una rep¨²blica del orden bajo la presi¨®n de trabajadores ignorantes y campesinos revolucionarios.
A pesar de lo inteligente y hon
rado que es Gaziel, sus opiniones sobre Maci¨¤ y Companys demuestran que no siente la menor simpat¨ªa por las necesidades de esos trabajadores industriales y esos peque?os agricultores a los que Companys, en Catalu?a, como los socialistas en Madrid, intentaba satisfacer. Lo cual me lleva a presentar mi ¨²nica objeci¨®n seria a este libro. Con la excepci¨®n de Chaves, y Gaziel en su aprobaci¨®n al Estatuto catal¨¢n, el peso de los escritos es abrumadoramente antirrepublicano. Pla y Camba se muestran constantemente sarc¨¢sticos respecto a personas y pol¨ªticas. No se mencionan en ninguna parte los ¨¦xitos en la educaci¨®n primaria y en la pol¨ªtica cultural m¨¢s en general; o los aspectos positivos de la separaci¨®n entre Iglesia y Estado; o las reformas militares que el ministro de la Guerra de la CEDA, Gil Robles, y posteriormente el general Franco, conservaron en su mayor parte; ni el tipo keynesiano de inversi¨®n p¨²blica en infraestructuras iniciado por Indalecio Prieto como ministro de Obras P¨²blicas en 1933. Espero que salga un segundo volumen de historias period¨ªsticas de la Rep¨²blica en el que se preste atenci¨®n a los lados positivos de esa Rep¨²blica cuyos mejores aspectos est¨¢n, de hecho, incorporados a la actual monarqu¨ªa constitucional.
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