El coraz¨®n morisco de los bosques
Segura de la Sierra recorta su pasado nazar¨ª en los montes de Ja¨¦n
Adquirir el nombre de sus monta?as y el mismo top¨®nimo que su comarca confirma la importancia que en otro tiempo tuvo la poblaci¨®n: punto estrat¨¦gico de un reino nazar¨ª que hizo resplandecer las recoletas callejuelas y plazuelas con la construcci¨®n por encima de sus tejados bermejos de una alcazaba guardada entre torres vig¨ªas y murallas almenadas. Mucho e importante es el poso de la cultura ¨¢rabe en la que fue capital de la sierra segure?a, y del que todav¨ªa se atisban la estrechura de trazas de muchas de sus calles, los arcos de sus puertas, los suelos enrollados de los zaguanes e incluso unos ba?os ¨¢rabes en perfecto estado, restaurados hace pocos a?os por el Ayuntamiento tras su compra a un particular que los utilizaba como establo. Tal fue la altaner¨ªa que mantuvo esta peque?a ciudad rural durante los cinco siglos de dominio morisco, que cuando la reconquistaron las tropas de Fernando III, entre 1226 y 1239, se estableci¨® en ella la encomienda de la Orden de Santiago hasta finales del siglo XV. La alcazaba pas¨® entonces a convertirse en castillo cristiano como residencia oficial de la orden, con la construcci¨®n junto a ella de unas caballerizas que albergaron a los equinos de los hidalgos cruzados, y cuyas ruinas todav¨ªa es posible descubrir.
Una sucesi¨®n de olivares
Las tierras de la sierra de Segura han transformado su fisonom¨ªa desde aquellos lejanos tiempos feudales, convirtiendo el arraigado bosque mediterr¨¢neo que poblaba sus laderas en una interminable sucesi¨®n de olivares, que ha dado fama a la regi¨®n por salir de ellos uno de los aceites con denominaci¨®n de origen m¨¢s apreciados de Espa?a. Desde la torre del homenaje del castillo de Segura de la Sierra, el paisaje se abre entre un mar de olivos encrespado por los ondulados montes. Un sinf¨ªn de figuras geom¨¦tricas se adivinan entre las carrefilas de los retorcidos aceituneros, siempre dispuestos en formaci¨®n como las antiguas huestes militares de moros y cristianos que tanto batallaron por estos predios. Pero sobre el apabullante monocultivo jiennense se alza la silueta de El Yelmo, un crest¨®n rocoso tintado con el verde de los pinos laricios que lo arropan, dispuesto a romper con la monoton¨ªa de los cultivares humanizados. Los 1.809 metros que coronan este m¨ªtico monte conforman la mayor altura de toda la serran¨ªa segure?a, que, unidos a un derredor poblado de espesos bosques e inaccesibles barrancas, han dado vida a una de las ¨¢reas naturales m¨¢s valiosas de la provincia de Ja¨¦n, integrada dentro del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas.
Apostados en el mirador de la torre del castillo de Segura, se otea el trazado de la ruta que acerca hasta la monta?a siguiendo la carretera que parte del pueblo por la izquierda con direcci¨®n al este. Se trata de una retorcida y escueta v¨ªa asfaltada que en ocho kil¨®metros se une con la comarcal JV-7012, procedente de Siles, poco despu¨¦s de pasar por la aldea de Los Arroyos. Enfilados por la comarcal hacia el sur con rumbo a la localidad de Hornos, y tras recorrer unos 10 kil¨®metros, se halla la bifurcaci¨®n de una pista forestal al lado derecho, que parte entre las ruinas de dos casas de campo hacia las emboscadas laderas de El Yelmo. Para los que se han acercado en coche, ¨¦ste es el punto donde se debe dejar el veh¨ªculo; a partir de aqu¨ª, la excursi¨®n contin¨²a montados en las botas de monta?a.
Si la humedad del terreno lo permite, se pueden observar las huellas de ciervos, jabal¨ªes, gamos y zorros sobre los pasos querenciosos que suelen utilizar para cruzar de las umbr¨ªas a las solanas. La vegetaci¨®n mediterr¨¢nea de jaras, brezos, madro?os, romeros y tomillos se mezcla en los pies de la pinada, con el aporte de su colorido aut¨®ctono a los bosques de replantaci¨®n. Las dudas provocadas por el encuentro con alg¨²n cruce de caminos quedan r¨¢pidamente despejadas con la instalaci¨®n de algunos carteles indicadores del rumbo correcto.
El repecho del sendero se anima por momentos con la inquietud de ganar altura con rapidez, lo que es notable para el ritmo de la marcha, pero se compensa con la belleza del encuentro con viejos laricios retorcidos a causa de la impetuosa acci¨®n del viento. Por encima de las crestas pinariegas se adivinan las tristes figuras met¨¢licas de las antenas de telefon¨ªa que coronan la cumbre pelada, un mal cada vez m¨¢s dif¨ªcil de evitar. Como en tantos otros oteaderos serranos, lo mejor de la monta?a son las vistas desde el mirador de su cumbre,extraordinarias panor¨¢micas de las cercanas sierras de Alcaraz, Cazorla y Las Villas, bajo el vuelo de las ¨¢guilas y buitres que frecuentan estas alturas.
GU?A PR?CTICA
Dormir y comer
- Hospeder¨ªa Morciguillinas (953 12 61 52). Carretera Cortijos Nuevos a Beas de Segura, kil¨®metro 3. La habitaci¨®n doble: 35 euros.
- La Mesa Segure?a (953 48 21 01). Postigo, 2. Segura de la Sierra. Estudios y apartamentos, de 48 a 84 euros. Comer, unos 20 euros.
- Los Parrales (953 12 61 70). Carretera de Tranco, kil¨®metro 77,9. Hornos de Segura. 35 euros la doble.
Informaci¨®n
- Oficina de turismo de La Puerta del Segura (953 48 70 06).
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