Un mensaje mortal a la pol¨ªtica de Uribe
A los seis meses de su ascenso al poder, el plan antiterrorista del presidente colombiano sigue teniendo m¨¢s promesas que resultados
Un mensaje claro enviaron los terroristas con el brutal atentado en Bogot¨¢. Para ellos no hay sitios vedados. El club El Nogal, uno de los s¨ªmbolos del poder, est¨¢ situado en uno de los puntos m¨¢s seguros y neur¨¢lgicos en la capital.
All¨ª se dan cita empresarios, ejecutivos, pol¨ªticos, hombres de la banca y tiene por vecinos a los embajadores de EE UU, Espa?a e Italia. La seguridad del club es privada y cuenta con el asesoramiento de expertos norteamericanos. Hace apenas un a?o se realiz¨® all¨ª un simulacro de tragedia y se formularon nuevas y estrictas recomendaciones. Nadie se explica hoy c¨®mo los terroristas lograron pulverizar semejante blindaje.
El atentado es un mensaje directo al presidente ?lvaro Uribe, que el viernes cumpli¨® medio a?o en el poder. Fernando Londo?o, el superministro que tiene a su cargo las carteras de Interior y Justicia y se caracteriza por sus posiciones radicales, hab¨ªa sido presidente de la directiva del club. La ministra de Defensa, Marta Ram¨ªrez, es hu¨¦sped ocasional del hotel del club.
Nadie se explica hoy c¨®mo los terroristas lograron pulverizar semejante blindaje
El presidente afirma que la amenaza terrorista no est¨¢ en Irak, sino en Colombia
La fiscal¨ªa se?ala a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como responsables. Para muchos analistas, la calma de los ¨²ltimos d¨ªas hac¨ªa presentir "un duro golpe" de esta guerrilla, con la que se rompi¨® un proceso de paz hace un a?o, para dejar claro que siguen vivos y al mismo tiempo desmentir recientes declaraciones del superministro Londo?o. Para ¨¦l, las FARC est¨¢n poco menos que acorraladas. Desde hace poco las FARC colocaron en su punto de mira los clubes sociales de Bogot¨¢. Seg¨²n ellos, en uno se realiz¨® un encuentro entre comandantes paramilitares y delegados del Gobierno.
En medio del estupor, Uribe repiti¨® la frase con la que sorprendi¨® recientemente. Palabra m¨¢s, palabra menos, el presidente piensa que la amenaza terrorista no est¨¢ en Irak, sino en Colombia. Las FARC, si cometieron el atentado, seguir¨¢n justificando con sus actos la pol¨ªtica de mano dura y medidas excepcionales del actual Gobierno. Este atentado da la raz¨®n tambi¨¦n a los que aseguran que la pol¨ªtica de seguridad de Uribe no ha dado ning¨²n resultado.
"Es hora de meter goles", dijo a comienzos de a?o Uribe. Tras s¨®lo seis meses en el poder, las encuestas mostraban un descenso de su popularidad de 74 a 66%.
Hay razones claras para que la ilusi¨®n inflada por un presidente que "trabaja, trabaja y trabaja", en contraste con el dejar pasar los problemas de los ¨²ltimos mandatarios, empiece a generar un asomo de frustraci¨®n. El a?o empez¨® con una cascada de impuestos que golpea hasta a los m¨¢s pobres. La promesa de acabar con la politiquer¨ªa y revocar el Congreso, que le dio muchos votos, se diluy¨® en un refer¨¦ndum de 18 preguntas, enfocado m¨¢s a un ajuste fiscal que a poner fin a los vicios y marruller¨ªas que han llevado al pa¨ªs al caos.
Para el senador independiente Carlos Gaviria, una de las pocas voces cr¨ªticas, no se ven resultados en ninguno de los frentes. Las medidas de conmoci¨®n interior que ha vivido el pa¨ªs casi todos estos 180 d¨ªas no han bajado la intensidad del conflicto. Algunas promesas, como la transparencia en la relaci¨®n con el Congreso, no se han cumplido.
El manejo de la econom¨ªa es un punto cr¨ªtico. El prestigioso analista Luis Jorge Garay asegura que, una vez m¨¢s, se aprob¨® una reforma fiscal coyuntural que no desmonta las exenciones y privilegios. El sistema impositivo es tan alto, con un IVA para el 70% de los productos de la cesta de la compra, en un pa¨ªs con 26 millones de pobres, que pone en duda la reactivaci¨®n econ¨®mica.
El paro sigue disparado y la reforma laboral, vigente a partir de abril, con una reducci¨®n de las cargas salariales para los empresarios, no es igual de clara en su objetivo de frenar el desempleo y absorber el enorme subempleo.
La seguridad democr¨¢tica, pol¨ªtica central del Gobierno, no ha dado resultados. "La pol¨ªtica de seguridad va a requerir muchos a?os", se defiende Uribe, y pide a los colombianos paciencia. Lo tangible son los allanamientos y detenciones para romper las redes de apoyo de la guerrilla, las miles de hect¨¢reas de coca y amapola fumigadas y la llegada de marines norteamericanos para entrenar a la tropa para vigilar un oleoducto. Los colombianos, en t¨¦rminos generales, se sienten m¨¢s seguros. "Tenemos presidente", ha sido la frase m¨¢s repetida en estos meses y la base para romper el cerco del miedo que imped¨ªa viajar por carretera y hacer turismo.
La paz, entretanto, se ve cada vez m¨¢s lejana con los grupos guerrilleros y m¨¢s cercana con los paramilitares. Este ¨²ltimo proceso, que da ya sus primeros pasos con una comisi¨®n exploratoria, despierta pol¨¦mica. Se teme que termine en desmovilizaci¨®n, reinserci¨®n e impunidad. "Se debe revelar el grado de responsabilidad estatal y esclarecer cr¨ªmenes atroces", piden los analistas. El ¨²ltimo informe de la organizaci¨®n humanitaria Human Rights Watch reconoce un distanciamiento entre las fuerzas militares y estos grupos de extrema derecha, autores de todo tipo de barbaridades.
Est¨¢ por ver el resultado de medidas que aplauden hasta sus escasos cr¨ªticos: la meritocracia que permite llegar a la Administraci¨®n p¨²blica sin necesidad de influencias, la extinci¨®n de dominio de las tierras en manos de narcotraficantes para entregarlas a campesinos y desplazados y las nuevas normas que har¨¢n transparente la contrataci¨®n p¨²blica.
En los pr¨®ximos seis meses, ?lvaro Uribe se juega su prestigio. El resultado del refer¨¦ndum, que se celebrar¨¢ a mediados de a?o, el rumbo del proceso de paz con los paramilitares y el manejo econ¨®mico y social determinar¨¢n si contin¨²a la luna de miel de un presidente que engolosina con un estilo de gobierno que lo lleva a vivir en permanente viaje por el pa¨ªs, o si por el contrario cae en picado su popularidad.
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