Europa americana, Europa europea
El texto publicado por ocho jefes de Estado europeos (Espa?a, Portugal, Italia, Gran Breta?a, Hungr¨ªa, Polonia, Dinamarca y la Rep¨²blica Checa) bajo el t¨ªtulo Europa y Am¨¦rica deben permanecer unidas, constituye un acontecimiento importante, tanto en las relaciones euro-americanas como en la construcci¨®n de la Europa actual. Debe ser interpretado en todas sus dimensiones.
En cuanto a su contenido, no presenta un inter¨¦s especial. De una banalidad entristecedora, balbucea de forma trivial obviedades sobre "los valores" que "unen" a Europa y Estados Unidos. Sin embargo, hay que advertir de que, incluso sobre este punto, los ocho jefes de Estado o de Gobierno hacen suya la visi¨®n estadounidense del mundo, que pone el acento en "la libertad", olvidando aquello que forma la propia esencia del modelo cultural europeo, es decir, la igualdad...
El texto afirma que la "conjunci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva y terrorismo es una amenaza de consecuencias incalculables". ?Qui¨¦n puede negarlo? Pero nada, absolutamente nada, ha venido hasta la fecha a sostener esta conjunci¨®n en el caso de Irak. Por otro lado, los jefes de Estado son conscientes de ello, ya que se limitan a enunciar este problema. Pero, en el contexto de su declaraci¨®n, parece una acusaci¨®n impl¨ªcita dirigida a justificar la invasi¨®n de un pa¨ªs soberano por otra parte sometido desde hace m¨¢s de diez a?os a uno de los embargos m¨¢s genocidas de la historia "civilizada".
La ¨²nica acusaci¨®n que se mantiene contra Irak es que est¨¢ dirigido por un dictador. Gracias: es cierto, pero no es suficiente. Porque, si hubiese que hacer la guerra contra todos los dictadores que hay en el mundo, el planeta estar¨ªa arrasado a sangre y fuego. Adem¨¢s, no se ha visto que Gran Breta?a, tan cr¨ªtica respecto de Sadam Husein, se haya conmovido por el destino de las v¨ªctimas del dictador Pinochet, ?cuando ten¨ªa a ¨¦ste en sus manos!
En cuanto a su significaci¨®n, este texto debe enmarcarse dentro del juego estrat¨¦gico que enfrenta a Estados Unidos y Europa. En realidad, se trata de la primera reacci¨®n estadounidense frente a la ratificaci¨®n del eje franco-alem¨¢n, como se manifiesta a la vez en el Consejo de Seguridad y en Europa desde hace varias semanas. Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa estadounidense, ya atac¨® de forma peyorativa a "la vieja Europa", que pretende oponerse a Estados Unidos en el Consejo de Seguridad sobre la cuesti¨®n iraqu¨ª. El presidente Bush ha pasado a la fase siguiente: ha requerido directamente a sus clientes en Europa que se pongan en funcionamiento. El objetivo est¨¢ claro: se trata de oponer una Europa americana a una Europa europea. Esta actitud debe ser encuadrada dentro del contexto estrat¨¦gico m¨¢s amplio, en el que EE UU se opone en¨¦rgicamente a toda elaboraci¨®n de una pol¨ªtica de seguridad y de defensa aut¨®noma europea, como tambi¨¦n a la existencia misma de una pol¨ªtica exterior europea. As¨ª, el 27 de enero, The Financial Times informaba de que Washington, coincidiendo con la celebraci¨®n del aniversario del Pacto del El¨ªseo entre Alemania y Francia, enviaba unos emisarios a Europa para reiterar que el Gobierno estadounidense "est¨¢ inquieto ante el potencial del eje franco-alem¨¢n".
Los firmantes subrayan asimismo que la alianza con EE UU debe ser m¨¢s fuerte que nunca debido a las amenazas contra la paz y la seguridad del mundo. Sin embargo, debemos plantearnos una pregunta: tras la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, ?qui¨¦n amenaza al mundo? ?Acaso no asistimos, bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo, a un desencadenamiento sin precedentes de la pol¨ªtica imperial estadounidense por todas partes? En realidad, la actitud de estos jefes de Estado equivale a justificar el sometimiento de Europa a EE UU y a impedir la aparici¨®n de un frente europeo independiente de Washington.
Pero el texto va m¨¢s all¨¢ en la manipulaci¨®n. Pretende que la opini¨®n p¨²blica apoya la actitud belicista de Washington. Pero, si hay algo evidente hoy en d¨ªa, es que la opini¨®n p¨²blica mundial se opone mayoritariamente a la aventura imperial estadounidense que se prepara contra Irak. Adem¨¢s, es triste ver que el presidente V¨¢clav Havel, que durante tanto tiempo represent¨® la honestidad y la integridad intelectuales, se haya sumado a este texto que profiere unas falsedades tan flagrantes.
M¨¢s importante a¨²n, este texto plantea un interrogante esencial sobre el futuro de Europa. ?Significar¨¢ la ampliaci¨®n a los nuevos miembros de los pa¨ªses del Este un aumento del peso de la Europa americana? Hay muchos motivos para creerlo. Y deben sacarse todas las consecuencias de ello. Para Francia y Alemania, as¨ª como para sus aliados, esto significa que deben reforzar el frente pol¨ªtico europeo y proponer el establecimiento de relaciones privilegiadas con Rusia y China. No existe otra soluci¨®n frente al unilateralismo estadounidense.
Como miembro del Consejo de Seguridad, Francia no debe dejarse impresionar por esta ofensiva estadounidense en Europa. Debe decir claramente que no votar¨¢ a favor de la guerra. La declaraci¨®n de los ocho representa el punto de vista de algunos jefes de Estado y de Gobierno y no el de los pueblos europeos. As¨ª, varias decenas de diputados europeos estuvieron la semana pasada en Bagdad para expresar su solidaridad al pueblo iraqu¨ª en su condici¨®n de cargos electos.
Todo el mundo sabe que, m¨¢s all¨¢ de Sadam Husein, el objetivo es el control del petr¨®leo iraqu¨ª. Los jefes de Estado y de Gobierno europeos que han firmado esta declaraci¨®n adquieren una responsabilidad terrible en el ba?o de sangre que se prepara. Sin embargo, es posible una soluci¨®n pac¨ªfica a este conflicto. Pasa por el desarme de Irak, el levantamiento del embargo y la reincorporaci¨®n de este pa¨ªs a la comunidad internacional. Y ¨¦sta tambi¨¦n es la mejor forma de luchar por la democracia en el propio Irak.
Sami Nair es eurodiputado y profesor invitado de la Universidad Carlos III de Madrid.
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