Pobre v¨ªctima, pobre asesino
Es una tragedia. Y, bien, una vileza, una miseria. Pero es, al mismo tiempo, sarc¨¢stico. En medio de un mundo unido en una desgracia hist¨®rica, cargado de bombas at¨®micas, misiles, o ¨¢ntrax o viruelas, qu¨¦ s¨¦ yo entre tantas mentiras: cargado de mentiras tan asesinas como las bombas; en estas v¨ªsperas de todo lo posible y a¨²n probable de la indignidad del poder, va uno y mata a otro porque tienen ideas distintas del vasquismo y del espa?olismo. Pobre v¨ªctima, claro: yo tengo encima algo que es m¨¢s que una superstici¨®n por conservar la vida humana, y las defiendo todas, hasta las del m¨¢s convicto asesino en EE UU, y siempre estoy al lado del muerto, tanto m¨¢s si est¨¢ indefenso, sorprendido, caminante en su pueblo; o tanto m¨¢s, no s¨¦ tampoco, si es maniatado. Agarrado, sujeto a una silla que estar¨¢ a traviesa de la corriente, o frente a un recept¨¢culo en el que caer¨¢n las gotas de gas que asfixia.
Pobre asesino. Pobre tipo alienado por una idea antigua e in¨²til, por una inveros¨ªmil idea de patria, infatuado hasta creerse h¨¦roe; o soldado en una guerra, como si eso fuera envidiable. Pobre suicidas musulmanes esperando un cielo con hur¨ªes por asesinar un mont¨®n de j¨®venes israel¨ªes en una discoteca, un crimen m¨²ltiple, pobre bestia Bush afilando las puntas de sus misiles para matar diez, doce mil inocentes iraqu¨ªes; pobre Aznar, incit¨¢ndonos a que perdamos eso que nos queda de conciencia, despu¨¦s de tantos a?os de ser arrasada, y aceptemos participar en esa matanza de inocentes que llevan toda su vida destrozados por colonizaciones y descolonizaciones, por distintas maneras de entender el islam, como si hiciera falta tener ni siquiera una, dominados por un dictador soberbio, sujetos al bloqueo de alimentos y medicinas por el otro dictador soberbio.
No disfrazo el hecho del d¨ªa, del s¨¢bado, bajo una globalizaci¨®n o una generalizaci¨®n. Pienso que si yo tuviera que elegir uno de los dos papeles a las diez de la ma?ana en ese pueblo hubiera elegido el de v¨ªctima. En abstracto, sin asumir personalidades, ni nombres, ni circunstancias: sin aceptar razones de uno o de otro. Hubiera preferido el tiro en la nuca, o donde sea -de momento, no tengo preferencias-, que mi dedo en el gatillo, que es el peor, el que ha perdido todas las razones que pudiera tener para su peque?a ambici¨®n: tan peque?a como la del otro. Tan imposible, tan fuera de la realidad, tan sin raz¨®n ninguna. Pobre v¨ªctima, pobre asesino.
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