El Congreso de EE UU inicia esta semana el debate sobre el futuro de la NASA
La agencia espacial atraviesa una fuerte crisis tras el desastre del transbordador 'Columbia'
El Congreso de Estados Unidos debate esta semana el futuro de su agencia espacial. La NASA, que atraviesa una fuerte crisis de identidad tras el reciente desastre del Columbia, ha padecido en la ¨²ltima d¨¦cada fuertes recortes presupuestarios. La escasez de fondos lleg¨® a provocar situaciones tan rid¨ªculas como la necesidad de "rotar el v¨¢ter de un transbordador a otro porque no hab¨ªa repuestos", seg¨²n detalla un antiguo ingeniero de la agencia. La falta de piezas afect¨® a funciones cruciales, como la que desempe?aba una antena encargada de enviar datos vitales.
Cuando el presidente John Kennedy anunci¨® en 1961 que Estados Unidos pondr¨ªa al primer hombre en la Luna, el control del espacio era s¨ªmbolo de poder¨ªo militar. En plena guerra fr¨ªa, la misi¨®n de la NASA era clara: ganar la carrera espacial a la entonces Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero una vez demostrada su supremac¨ªa, Washington perdi¨® el inter¨¦s en esa conquista en favor de otras m¨¢s terrenales. La falta de voluntad pol¨ªtica y de presupuesto hicieron caer a la agencia espacial en un vac¨ªo de ideas, sin una meta definida. El desastre del Columbia puede sacar a la NASA de esa crisis de identidad o hundirla.
Esta semana el Congreso inicia un debate sobre el futuro de la NASA. Las discusiones estar¨¢n centradas en su financiaci¨®n y en la seguridad de los transbordadores, pero tambi¨¦n abordar¨¢n la necesidad de reemplazar la flota actual por una de nueva generaci¨®n tecnol¨®gica, y el dilema de si se debe o no prescindir de los vuelos tripulados.
El dinero ser¨¢ el gran caballo de batalla. Varios expertos coinciden en que las reducciones presupuestarias han puesto en peligro la seguridad de los astronautas. A fines de los sesenta, cuando hab¨ªa est¨ªmulo pol¨ªtico y la conquista espacial inspiraba los sue?os humanos, EE UU destinaba un 4% de su gasto a la exploraci¨®n espacial. El actual presupuesto de la NASA, de 14.000 millones de d¨®lares, representa menos del 0,80%.
El recorte de fondos ha sido dr¨¢stico en los ¨²ltimos diez a?os y ha afectado sobre todo al control de seguridad de los vuelos. Mientras que en 1991 -cuando el desastre del Challenger todav¨ªa estaba fresco- el Gobierno destinaba 5.500 millones de d¨®lares al transbordador, el a?o pasado s¨®lo le dedic¨® 3.300 millones. Las limitaciones de gasto forzaron los despidos de m¨¢s de 10.000 ingenieros, t¨¦cnicos y trabajadores de control de calidad y la cancelaci¨®n de cientos de inspecciones.
Un ingeniero retirado de la NASA relataba el s¨¢bado a EL PA?S las frustraciones de trabajar bajo el mando de gestores sin visi¨®n, cuya ¨²nica preocupaci¨®n era satisfacer a la Casa Blanca y al Congreso. El presidente Bill Clinton (1992-2000) prefiri¨® destinar dinero a otros asuntos dom¨¦sticos, y George W. Bush continu¨® por ese camino hasta la desintegraci¨®n del Columbia. "EE UU proseguir¨¢ la exploraci¨®n espacial", ha asegurado Bush. Tras el desastre es posible que le secunde el Congreso, que tiene la ¨²ltima palabra presupuestaria. Al anterior presidente Bush le negaron su propuesta de 500.000 millones para explorar Marte, el ¨²ltimo intento de reactivar el programa espacial.
Desde entonces, el lema fue "m¨¢s barato, mejor y m¨¢s r¨¢pido". Lo instituy¨® en 1992 el administrador Daniel Goldin, que al dejar el puesto hace dos a?os se enorgulleci¨® de que se hubiera operado el transbordador con 1.000 millones menos anuales. El ingeniero retirado (que pide anonimato) cuenta c¨®mo el abaratamiento de costes lleg¨® a extremos rid¨ªculos: "Hab¨ªa que rotar el v¨¢ter de un transbordador a otro porque no hab¨ªa repuestos". La falta de piezas afect¨® a funciones cruciales como "la antena KU-band de alta frecuencia, que se usa en ¨®rbita para enviar una enorme cantidad de datos vitales", subraya.
En 1996, Goldin les entreg¨® a contratistas privados la gesti¨®n del transbordador. El contrato actual de Boeing y Lockheed Martin es de 2.700 millones de d¨®lares por dos a?os e incluye incentivos de 6 millones de d¨®lares para sus directivos.
A pesar de las grandes aspiraciones con que se lanz¨® el primer transbordador (Columbia, en 1981), las naves se han convertido casi en ferries a la Estaci¨®n Espacial Internacional, de la cual depende en gran parte el futuro de la NASA. Desde las misiones del Apolo ning¨²n astronauta se ha aventurado a m¨¢s de 500 kil¨®metros de la Tierra. El Congreso y Bush deber¨¢n redefinir hasta d¨®nde quieren llegar.
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