La tribu medi¨¢tica ya est¨¢ en marcha
Cientos de periodistas se preparan para el espect¨¢culo de la guerra en el escenario de Irak
La caravana de coches parte rauda en direcci¨®n oeste. "Parece una boda", comenta un viandante. Pero los ocupantes de los veh¨ªculos no visten de ceremonia, sino chalecos de fot¨®grafo y pantalones cargo con los bolsillos m¨¢s inveros¨ªmiles. La tribu medi¨¢tica se ha puesto en marcha. Estamos en Irak y el Ministerio de Informaci¨®n ha organizado una excursi¨®n a dos sitios sospechosos de albergar armas prohibidas para tener entretenidos a los dos centenares de periodistas que esperan el ataque estadounidense. Irak justific¨® en el elevado n¨²mero de periodistas la decisi¨®n, ayer mismo, de pedir a 70 informadores que abandonen el pa¨ªs tras caducar su visado. Entre los expulsados hay profesionales de Antena3 TV, el dierio Avui, la agencia Efe, BBC o la revista Time.
Si algo aprendieron las autoridades iraqu¨ªes durante la guerra del Golfo (1991) fue la importancia de los medios de comunicaci¨®n y, muy en particular, las televisiones. De la exclusiva mundial de CNN se ha pasado en esta d¨¦cada a una aut¨¦ntica proliferaci¨®n de canales de informaci¨®n continua en todo el mundo, y muy particularmente en el mundo ¨¢rabe. Los equipos de la famosa Al Yazira, Abu Dhabi TV o LBC, juegan adem¨¢s con la ventaja del idioma.
El viaje hasta la planta de Muttasem, a 50 kil¨®metros de la capital iraqu¨ª, es una carrera suicida. Los ch¨®feres deben pensar que necesitan jugarse la vida para justificar las altas tarifas que cobran a los incautos extranjeros. El desembarco de la treintena de camar¨®grafos es igualmente exagerado. Ni una entrevista exclusiva con Sadam Husein justifica sus carreras, empujones y codazos.
El ingeniero responsable de la f¨¢brica sale al encuentro de los informadores sin imaginar que lidiar con ellos ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que con los inspectores de la ONU. Nadie tiene la m¨¢s remota idea de lo que estamos viendo. Pero antes de que el hombre se presente -"me llamo Karim Yabar Yusef"-, los monstruos hambrientos de im¨¢genes le rodean hasta no dejarle respirar.
Paciente, el ingeniero Yusef pide un poco de espacio vital y, a pesar del peligro que corre, no llama a los guardias para que le protejan. Mantiene la calma y pasa a describir el trabajo: "Montamos y probamos los motores de los misiles Al Fateh, que tienen menos de 150 kil¨®metros de alcance y est¨¢n permitidos por la ONU", explica como hicieran marcos de ventana.
"?Y de qu¨¦ les ha acusado Colin Powell?", espeta un reportero ¨¢rabe. "Bueno, no s¨¦ exactamente lo que dijo", admite Yusef, mientras el representante gubernamental que gu¨ªa a los periodistas le menciona las fotos de sat¨¦lite en las que se aprecia movimiento de camiones. "Cuando alguna pieza est¨¢ defectuosa, la devolvemos a la f¨¢brica, as¨ª que a diario hay traj¨ªn de camiones entrando y saliendo", explica, antes de asegurar que toda sus actividad est¨¢ controlada por los inspectores de Unmovic.
Para entonces, la mitad de los periodistas ha abandonado el corro ante el descubrimiento de cuatro misiles y se hace fotos de recuerdo. Los cohetes llevan en efecto el sello de Unmovic. El ingeniero trata de mostrarles el taller de ensamblaje, pero la instalaci¨®n no les atrae. "?Por qu¨¦ no hay nadie trabajando?", se interesa una periodista que empieza a sospechar que aquello es un decorado de cart¨®n piedra. "Porque es viernes. No fabricamos misiles en viernes", asegura el ingeniero, al que esta visita ha estropeado su d¨ªa de descanso semanal. Un estadounidense le pregunta qu¨¦ siente sobre que los sat¨¦lites le observen d¨ªa y noche. Irak no est¨¢ para reflexiones. "No me preocupa", le responde Yusef.
Los agentes de los servicios secretos que poco discretamente vigilan los ires y venires de esta tropa poco disciplinada empiezan a ponerse nerviosos. "?Paren! ?Aqu¨ª no pueden filmar!", advierte uno de ellos a varios camar¨®grafos que graban lo que parece un basurero. Nadie discute la prohibici¨®n. El ingeniero termina sus explicaciones ante el cami¨®n del supuesto delito: "?ste es el cami¨®n que transporta las piezas. Como ven, no tiene nada prohibido". Est¨¢ vac¨ªo.
Entonces empieza una verdadera prueba de resistencia para el anfitri¨®n. Cada una de las televisiones quiere que repita lo que ha contado a todos en exclusiva ante sus c¨¢maras. El ingeniero acepta sin perder la paciencia. Entonces llega un periodista japon¨¦s e inquiere: "?C¨®mo se llama esta f¨¢brica?".
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