La coartada del desamor
Leer a Yasunari Kawabata es un asunto de extrema concentraci¨®n, pero no de dificultad porque se trata de una atenci¨®n feliz, de ese esfuerzo seguro y noble donde un lector siente que su lectura es tambi¨¦n un acto de nobleza literaria. No puedo decir hasta qu¨¦ punto las traducciones espa?olas responden al original japon¨¦s ni si proceden directamente del japon¨¦s, pero s¨ª asegurar que el texto de esta edici¨®n de Pa¨ªs de nieve, una de las m¨¢s renombradas obras de su autor, es verdaderamente atractivo, expresivo y sugerente.
La novela trata del amor deseado y no conseguido y se enmarca en los c¨ªrculos de la soledad y el erotismo que tantas veces aparece en la obra de Kawabata. Pero estos dos grandes asuntos son trazados con una sutileza que no es pudor sino esa clase de observaci¨®n y penetraci¨®n que atraviesa toda superficie para alcanzar un grado de percepci¨®n que se instala en el coraz¨®n del conocimiento de las relaciones y de las cosas de la vida; es decir: toda evidencia queda sujeta a la ley de la sugerencia, ese "dejar entender" a la sensibilidad del lector en la que se apoya la eficiencia expresiva del maestro japon¨¦s. Bien podr¨ªa decirse que el verdadero acto de amor en esta novela de desamor es el de Kawabata por la literatura misma.
PA?S DE NIEVE
Yasunari Kawabata Traducci¨®n de C¨¦sar Dur¨¢n Emec¨¦. Barcelona, 2003 182 p¨¢ginas. 14 euros
Un hombre de mediana edad,
Shimamura, en excelente posici¨®n por herencia, que no ha debido luchar por la vida sino que posee los medios para disfrutarla y al que su vida familiar no impide escapar por temporadas a una estaci¨®n invernal, conocer¨¢ en ella a una geisha con la que mantiene un encuentro amoroso. La novela narra sobre todo tres viajes: el inicial donde conoce a la joven con 16 a?os (contado en flash-back), el presente que ocupa la primera parte de la novela y el siguiente que ocupa toda la segunda parte. La relaci¨®n queda enmarcada en ese pa¨ªs de nieve, en la naturaleza, en el albergue donde se hospeda y en el propio pueblo, y est¨¢ formada por encuentros y despedidas diarias en los que se va tejiendo la relaci¨®n entre ambos. La sabidur¨ªa de Kawabata se muestra en la maravillosa construcci¨®n de la historia: el hombre est¨¢ unido a la geisha (Kamako), pero se siente fascinado por la presencia de otra joven (Yoko). Esa fascinaci¨®n es real y es, al mismo tiempo, la coartada para la ¨²ltima desidia del que desea disfrutar a fondo de algo sin cambiar sustancialmente nada. Su relaci¨®n amorosa es con la primera, su relaci¨®n de fascinaci¨®n a distancia, con la segunda; pero, a su vez, la propia indecisi¨®n del hombre, unida a su sensibilidad egoc¨¦ntrica de hombre ocioso, acaba por neutralizar ambos deseos, ambas atracciones, por el mismo lado: la distancia, la no-entrega final, el desprendimiento inevitable del espacio afectivo. Shimamura desea amar, pero no arriesgar¨¢ m¨¢s all¨¢ de la contemplaci¨®n y la recurrencia al paso de las estaciones; Kamako arriesgar¨¢ todo, aciertos y errores, sabiendo que ha de renunciar a un amor completo, y Yoko es una representaci¨®n simb¨®lica de ambas imposibilidades. Pocas veces se habr¨¢ contado una historia en que el deseo se encuentre tan atrapado en su propia inconveniencia.
La estructura de los viajes comienza siempre en presente y retrocede al pasado para volver al presente en ambas partes. En la segunda, adem¨¢s, conoceremos al fin por qu¨¦ Shimamura fue por vez primera a la estaci¨®n invernal, pero lo sabremos cuando ya poseemos una imagen suya suficientemente compleja; esta forma de revelar -primero conozcamos, despu¨¦s ajustemos- es caracter¨ªstica.
La representaci¨®n de las rela-
ciones est¨¢ hecha en forma de peque?as y constantes variaciones que se disponen como un bordado cada vez m¨¢s sugestivo, m¨¢s intrigante y m¨¢s esclarecedor a la vez. Gestos, actitudes, ademanes, presencias, la integraci¨®n del paisaje y de los objetos, ropa, espacios, afirmaciones, insinuaciones, intuiciones, r¨¦plicas, s¨²plicas, sobreentendidos, sentimientos y reflexiones... van poblando el tejido de esta obra sin una vacilaci¨®n, en una suerte de vi?etas en continuidad -?una escritura realmente haiku, como defiende el prologuista del libro?- de una precisi¨®n emocionante.
Y como la construcci¨®n es maestra, justo antes del final, Kawabata se detiene a contarnos la historia de un tejido, el chijimi, exclusivamente artesanal hecho de algod¨®n y templado y limpiado en nieve. ?Un excurso informativo? No: una imagen de todo cuanto ha sucedido y de todo cuanto ha de suceder en unas pocas p¨¢ginas m¨¢s. Como un diorama que se alza hasta la visi¨®n deslumbrante y tr¨¢gica de la V¨ªa L¨¢ctea, la met¨¢fora del tejido, la imagen estelar y el fuego del destino que hace arder el almac¨¦n en mitad de la nieve y la noche, cubren la historia con un halo tr¨¢gico que precipita esta historia de amor perseguido y no conseguido en la propia figura del hombre incapaz de amar. Qu¨¦ libro tan hermoso.
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