El clamor, Europa, el veto
SALVADOR P?NIKER
El 21 de septiembre del a?o pasado publiqu¨¦ un art¨ªculo en el diario La Vanguardia que comenzaba del siguiente modo: "Hac¨ªa a?os, lustros, decenios que no se escuchaba un discurso pol¨ªtico tan burdo como el que nos llega hoy desde Estados Unidos de Am¨¦rica. Tan burdo es ese discurso, tan falto de credibilidad y de matices, que sorprende que no se haya producido un clamor universal de rechazo al mismo". Y un poco m¨¢s abajo me preguntaba: "?Por qu¨¦ Europa no pronuncia un rotundo no?". Pues bien, felizmente, el clamor universal ya se ha producido y una parte de Europa ha levantado su voz.
Redacto esta nota con una mezcla de frustraci¨®n, indignaci¨®n, fatiga. Resulta todo tan vergonzosamente elemental. Son las mentiras tan pueriles. Toda esa letan¨ªa sobre las "armas de destrucci¨®n masiva", esa comparaci¨®n de Sadam con Hitler. ?De verdad hay alguien que crea eso? Irak es un pa¨ªs que qued¨® destrozado por la anterior guerra del Golfo, un pa¨ªs con una renta per c¨¢pita tan miserable como la de Palestina, un pa¨ªs bloqueado, bombardeado, casi secuestrado. ?Es ¨¦ste el peligros¨ªsimo enemigo? ?Y qu¨¦ hay de la amenaza terrorista? Todo el mundo sabe que Osama Bin Laden detesta a Sadam Husein y que no existe conexi¨®n alguna entre Irak y el grupo Al Qaeda. ?A qu¨¦ vienen, precisamente ahora, todas esas campa?as para prevenirnos contra el terrorismo con "armas de destrucci¨®n masiva"? La propaganda resulta pat¨¦ticamente pueril. Adem¨¢s, ?no se comprende que Estados Unidos, y Occidente en general, estar¨¢ mucho m¨¢s amenazado de atentados terroristas despu¨¦s del ataque a Irak? Dicen los expertos que por cada miembro de Al Qaeda capturado o muerto en Afganist¨¢n se han reclutado en otra parte dos miembros nuevos. El odio es expansivo. Y el problema palestino est¨¢ peor que nunca. Es est¨²pido humillar al pr¨®jimo, y uno se imagina la cantidad de banderas norteamericanas que comenzar¨¢n a arder si las cosas siguen por este camino. Ciertamente, Osama Bin Laden no podr¨ªa imaginar un escenario mejor.
Seamos l¨²cidos. No duda uno de que si hay guerra -en el momento de escribir estas l¨ªneas todav¨ªa no la hay- la cosa ser¨¢ r¨¢pida y contundente. En rigor es incluso un eufemismo hablar de guerra: aqu¨ª s¨®lo se trata -en palabras de Eduardo Haro- del apaleamiento de un mendigo. Y eso es lo que m¨¢s repugna. Por innecesario. Por hip¨®crita. Por patol¨®gico. Porque cabe perfectamente el desarme de Sadam Husein por la v¨ªa diplom¨¢tica y pac¨ªfica. Tiene muy pocos triunfos en la mano el dictador de Bagdad. Pero la repugnancia aumenta en la medida en que toda la belicosidad norteamericana ni siquiera es puramente c¨ªnica, o sea, racional: tambi¨¦n viene te?ida por el fundamentalismo religioso de sus dirigentes. Esas im¨¢genes de George W. Bush y sus halcones rezando, con los ojos piadosamente cerrados, antes de decidir la matanza de los iraqu¨ªes, eso tambi¨¦n produce escalofr¨ªos. ?En manos de qu¨¦ gentes est¨¢ el mundo?
En su d¨ªa present¨® el se?or Colin Powell sus supuestas "pruebas" sobre la existencia en Irak de "armas de destrucci¨®n masiva". Fue un discurso dirigido, b¨¢sicamente, a la opini¨®n p¨²blica norteamericana, porque, obviamente, era dif¨ªcil convencer a nadie m¨¢s, pues cualquier persona con sentido com¨²n le preguntar¨ªa al se?or Powell: si usted pose¨ªa esas "pruebas", ?por qu¨¦ no se las facilit¨® a los inspectores, que as¨ª hubiesen atrapado a Sadam Husein con las manos en la masa? Lo dicho, la arrogancia de la Administraci¨®n norteamericana ser¨ªa m¨¢s tolerable si su mensaje fuese menos burdo y m¨¢s c¨ªnico, si se limitasen a decir: somos los m¨¢s fuertes, y nuestra nueva estrategia de defensa, que incluye la doctrina de la guerra preventiva, la vamos a proyectar hacia un nuevo orden geopol¨ªtico porque as¨ª nos place y nos conviene. Pero no. El cinismo pol¨ªtico viene condimentado con fanatismo religioso. Al menos por parte del poco cultivado se?or Bush. Ello es que el se?or Bush, como tantos otros seres primitivos, acaba por creerse aquello que gesticula, y ¨¦l gesticula que Sadam es Hitler. Y no olvidemos que el Dios de la Biblia salv¨® al se?or Bush del alcoholismo, que los sucesos del 11 de septiembre levantaron la veda y que buena parte de la poblaci¨®n norteamericana est¨¢ realmente asustada.
Seamos l¨²cidos, dec¨ªa. Lo que realmente se est¨¢ dirimiendo hoy en el mundo es si en el futuro nos encaminamos hacia un sistema monopolar en torno a un centro ¨²nico llamado Estados Unidos, o hacia un sistema multipolar girando en torno a la ONU. El envite es, pues, de calibre. Y ah¨ª es donde el papel de Europa -si estuviese unida- podr¨ªa ser decisivo. Una Europa que no consiente que se dinamite el Derecho Internacional. Una Europa consciente del impasse: o se pone uno servilmente bajo el ala de Estados Unidos, o apuesta uno por la ONU. Lo cual puede incluir, dolorosamente, a la Gran Breta?a. Porque, todo hay que decirlo, as¨ª como las posturas de un Aznar y un Berlusconi resultan indigeribles, uno comprende el enorme peso de las razones hist¨®ricas que condicionan a cualquier gobierno brit¨¢nico en relaci¨®n a Estados Unidos. Ahora bien, tambi¨¦n ah¨ª ha llegado la hora de la decisi¨®n.
Lo cual me lleva a concluir con el tema del veto en la ONU. Atr¨¦vase, se?or Chirac. Atr¨¦vanse Rusia y China. Si de todos modos ha de haber guerra, que la hagan ellos solos.
Salvador P¨¢niker es fil¨®sofo y escritor.
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