La parte del le¨®n
ETA asesinaba a Joseba Pagazaurtundua y en M¨¦xico mor¨ªa Augusto Monterroso. Y si insisto en la coincidencia temporal de estas dos muertes, es porque hoy deseo hablar de la teor¨ªa y de la pr¨¢ctica de las palabras; de las palabras y sus hechos. Para un escritor son equivalentes, tienen que serlo. Porque la escritura s¨®lo cuenta con ellas; en el texto s¨®lo ellas hacen, mueven, sienten. S¨®lo ellas representan la acci¨®n; o mejor, ellas son la ¨²nica manera de representarla. Por eso en la escritura no puede haber distancia entre la piel y el fruto del lenguaje. Las palabras no pueden ser huecas; o son macizas -de voz y gesto, de enunciado y acto- o no son nada. As¨ª, cuando en el texto alguien dice "quiero", de la piel al alma tiene que querer, de lo contrario miente y entonces esa mentira entra a formar parte visible de la trama. No sucede lo mismo en la realidad que est¨¢ llena de c¨¢scaras ling¨¹¨ªsticas, de peladuras sin nada debajo. De palabras mudas porque expresan experiencias ajenas, intraducibles. O de palabras-globo, vistosas, coloridas, pero que vuelan lejos, desprovistas del lastre de su propio sentido, del rumbo de su acepci¨®n m¨¢s ¨ªntima.
Augusto Monterroso es admirado en el mundo entero por los dos fundamentos de su escritura: la brevedad y la iron¨ªa. Cualidades que son admirables precisamente por ser los escenarios donde mejor se aprecia la plenitud del lenguaje, su consistencia. La brevedad pone las palabras al microscopio. La iron¨ªa las vuelve transparentes: su superficie clarea hasta su fondo. En la f¨¢bula La parte del le¨®n Monterroso nos cuenta c¨®mo la vaca, la cabra y la oveja se asociaron con el le¨®n pensando escapar as¨ª al miedo y las depredaciones. Sucedi¨® que una vez cazaron un ciervo todos juntos y que el le¨®n se lo qued¨® entero. Ellas protestaron, claro, con el siguiente resultado: "El le¨®n ni siquiera se tom¨® el trabajo de enumerar las sabidas razones por las cuales el ciervo le pertenec¨ªa a ¨¦l solo, sino que se las comi¨® all¨ª mismo de una sentada, en medio de los largos gritos de ellas en que se escuchaban expresiones como contrato social, constituci¨®n, derechos humanos y otras igualmente fuertes y decisivas". He dicho que la iron¨ªa clarea las palabras hasta su fondo. Quiero decir hasta su abismo.
Es evidente que el abismo de Euskadi son los hechos de ETA que devora vidas y espacios de pensamiento, acci¨®n y expresi¨®n. Pero hay aqu¨ª otro abismo, otro drama, que se enquista cada vez m¨¢s en el lenguaje. En el uso impropio, aberrante por hueco, del vocabulario democr¨¢tico. Y le dirijo esta reflexi¨®n especialmente al lehendakari porque es la cabeza m¨¢s visible del nacionalismo, y adem¨¢s el m¨¢ximo responsable pol¨ªtico. Yo no dudo de su sinceridad cuando dice "no" a ETA, pero no basta el enunciado; es necesario que explique c¨®mo se concreta, c¨®mo se encarna ese "ETA no tiene sitio entre nosotros". C¨®mo y cu¨¢ndo van el nacionalismo y su Gobierno a llenar de efectos palpables esa declaraci¨®n. Tampoco discuto la legitimidad de las palabras que salen de su boca: "Convivencia democr¨¢tica y plural", "libertad para todos", "debate y consulta en condiciones de igualdad"; lo que contesto es la legitimidad de su uso cuando s¨®lo son piel, porque el fruto se lo ha apropiado ETA y lo pudre un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, en lo ¨ªntimo y en lo p¨²blico, en lo material y en lo simb¨®lico. Considero ileg¨ªtimo utilizar palabras que son inhabitables, intraducibles a la pr¨¢ctica. Conceptos que es obvio, manifiesto, palmario que aqu¨ª y ahora no se pueden ejercer por todos en condiciones equivalentes.
Ese l¨¦xico que utiliza, y en el que se ampara su pol¨ªtica, es irreal en Euskadi, impracticable. Y es por lo tanto inaceptable convertirlo en cimiento de cualquier futura construcci¨®n. En Euskadi s¨®lo son aut¨¦nticos, macizos, coherentes de la piel hasta el hueso los ant¨®nimos: falta de libertad, coacci¨®n, miedo, distorsi¨®n democr¨¢tica. Y mientras el discurso de su partido y su Gobierno no incorpore ¨²nicamente palabras llenas y practicables; mientras no d¨¦ absoluta prioridad a lo que es previo, mientras no construya el contexto donde la libertad no s¨®lo resuene sino que pueda vivirse y disfrutarse, el deterioro de nuestra convivencia social y pol¨ªtica ir¨¢ en aumento. Y seguir¨¢ el le¨®n devorando, con su l¨®gica infame, su parte.
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