De Irak a la Constituci¨®n Europea
"La Uni¨®n Europea renuncia a la guerra como medio de resoluci¨®n de conflictos y ¨²nicamente ejercer¨¢ la fuerza de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional". As¨ª reza la enmienda que los diputados del PSOE en la Convenci¨®n Europea hemos presentado al tercero de los 16 primeros art¨ªculos de una futura Carta Magna de la Uni¨®n elaborados por su Presidium, encabezado por Valery Giscard d'Estaing. Porque, por nuestra parte, si algo tenemos todav¨ªa m¨¢s claro que hace un a?o, cuando la Convenci¨®n ech¨® a andar, es que a la construcci¨®n europea le hace falta como el agua una Constituci¨®n digna de tal nombre que le permita actuar con eficacia en un mundo que gira a una velocidad de v¨¦rtigo, para poder democratizar la globalizaci¨®n (como pide el Foro de Porto Alegre) o impedir la guerra en Irak (como exigen millones de europeas y europeos). As¨ª, imaginemos por un momento que cont¨¢semos con esa Constituci¨®n, en cuyo texto los objetivos, las competencias, los procedimientos y los medios de la UE estuvieran fijados con nitidez. ?Qu¨¦ cambiar¨ªa respecto a la par¨¢lisis y la divisi¨®n que hoy nos atenazan?
Primero: la Uni¨®n contar¨ªa con un precepto de naturaleza constitucional por el que guiarse a la hora de actuar como el que refleja nuestra enmienda, muy lejos de la simple literatura. Dif¨ªcil ser¨ªa en ese caso tener dudas sobre si se deber¨ªa apoyar la doctrina del ataque preventivo de la Administraci¨®n de Bush: la respuesta ser¨ªa sencillamente no. Pero, por el contrario, s¨ª hubiera sido sencillo decidir -sin p¨¦rdidas de tiempo que cuestan vidas humanas- si cab¨ªa una intervenci¨®n europea para impedir el genocidio en Ruanda, por ejemplo.
Segundo: con una aut¨¦ntica pol¨ªtica exterior, de seguridad y de defensa com¨²n eficaz, en la que las decisiones se adoptasen por mayor¨ªa, la presidencia semestral griega hubiera podido convocar un Consejo Europeo a tiempo -no en medio, sino al principio de la crisis, para no ir a remolque de los acontecimientos e influir verdaderamente en su desarrollo- y en cuantas ocasiones fuese necesario para establecer una posici¨®n com¨²n que todos los Estados deber¨ªan aplicar y respetar en todos los ¨¢mbitos (ONU, OTAN) una vez debatida y acordada. Nos hubi¨¦ramos ahorrado el espect¨¢culo actual -desde la carta Aznar/Blair hasta las conclusiones de m¨ªnimos para salir del paso de la ¨²ltima cumbre- y el correspondiente desgaste para la credibilidad de la Uni¨®n en asuntos internacionales, tanto hacia adentro como hacia afuera.
Tercero: si con aquel precepto y con ese procedimiento se contase con una postura europea compartida y activada, una Uni¨®n con personalidad jur¨ªdica propia y, sobre esa base, con su asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, estar¨ªa en condiciones de poner encima de la mesa una propuesta de desarme de Irak basada en la presi¨®n pol¨ªtica, la labor de los inspectores y el despliegue de cascos azules.
Cuarto: si tal plan llegara a aprobarse en el Consejo de Seguridad, la Uni¨®n participar¨ªa activamente en esa misi¨®n de implementaci¨®n de la paz con un contingente de su Fuerza de Reacci¨®n R¨¢pida, bajo bandera de la ONU, tras la aprobaci¨®n de tal medida por mayor¨ªa del Consejo y una vez obtenido el visto bueno del Parlamento Europeo como representante directo, elegido en las urnas, de la ciudadan¨ªa.
Quinto: la Uni¨®n, adem¨¢s, activar¨ªa todos sus medios diplom¨¢ticos para promover la democracia y el pleno respeto de los derechos humanos en Irak, apostando por colaborar con el Estado de derecho que sustituyera a la dictadura de Sadam Husein a trav¨¦s de su pol¨ªtica de cooperaci¨®n al desarrollo.
Es decir, la unidad europea se habr¨ªa mantenido, el sentimiento profunda y mayoritariamente pacifista de la ciudadan¨ªa se habr¨ªa escuchado y respetado, se habr¨ªan parado -o al menos intentado seriamente- los pies a las tendencias m¨¢s belicistas de Estados Unidos, se habr¨ªan conseguido el desarme y la libertad en Irak y, en fin, se habr¨ªa contribuido a construir un nuevo orden internacional m¨¢s justo y democr¨¢tico. De ah¨ª la extraordinaria importancia -que se subraya en la actual coyuntura- de que la Convenci¨®n sea un ¨¦xito y de que en 2004 contemos con una Constituci¨®n Europea fuerte, que suponga un avance sustancial respecto a la situaci¨®n de hoy en d¨ªa. Para conseguirlo, hace falta voluntad pol¨ªtica -los socialistas la tenemos- y movilizaci¨®n ciudadana para impedir que Gobiernos como el del PP nos terminen aguando la fiesta tambi¨¦n en ese terreno.
Carlos Carnero es eurodiputado del PSOE y miembro de la Convenci¨®n Europea
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