Frutas de Huelva en manos polacas
Los empresarios han duplicado los contratos en origen para la campa?a agraria que acaba de empezar
Monika, Roksana y Renata ocupan desde hace unas horas las mismas casas que dejaron en junio del a?o pasado, tras varios meses de trabajo en una finca de naranjos en Cartaya (Huelva). Junto a medio centenar de compatriotas han repetido el extenuante viaje de dos d¨ªas en autob¨²s que les ha vuelto a llevar desde el sur de su pa¨ªs, Polonia, al extremo occidental de Huelva. Pero el viaje les compensa. Y a los empresarios que las contratan tambi¨¦n.
Asaja, COAG y Freshuelva, las organizaciones que canalizan las peticiones de los empresarios onubenses, redoblaron este a?o su apuesta por la contrataci¨®n en origen, un sistema que la campa?a pasada les permiti¨® contar con 7.450 trabajadores, la inmensa mayor¨ªa mujeres, de Polonia, Ruman¨ªa, Marruecos y Colombia para recolectar fresas, c¨ªtricos, frambuesas y ar¨¢ndanos. Asaja, con 800 puestos de trabajo, empez¨® a experimentar hace tres a?os con esta modalidad de contrataci¨®n, que limita la estancia del trabajador a la duraci¨®n de la campa?a. Para esta temporada, los empresarios onubenses solicitaron 18.000 contratos, aunque el Gobierno las dej¨® en 12.000, casi el doble que en 2002.
Los empresarios han pedido que las trabajadoras del a?o pasado repitan. Y casi todas lo han hecho. La explicaci¨®n que da Monica Gayi es simple pero incuestionable: "En Polonia no hay trabajo". En la localidad de 40.000 habitantes en la que vive Monika, de 23 a?os, la oferta de de los empresarios onubenses se ha convertido en un acontecimiento. Y no s¨®lo tiene claro que repetir¨ªa, sino que quiere "vivir en Espa?a".
"El salario medio de un trabajador est¨¢ por los 800 zlotys, unos 220 euros al mes", aclara Camilo Oliva. Las cuentas son claras: ocho d¨ªas en los campos onubenses equivalen a un mes de salario en su pa¨ªs. "All¨ª encontrar empleo ahora est¨¢ muy dif¨ªcil, yo no encuentro nada estable desde 1994", ejemplifica Camilo, con un castellano tamizado de dejes tropicales. Es el ¨²nico hombre de la expedici¨®n y desde luego el ¨²nico que ha nacido en Santa Clara (Cuba). Su extenso viaje vital le llev¨® primero a las selvas de Angola, un destino b¨¦lico forzoso. Como otros cubanos, su itinerario sigui¨® en un pa¨ªs del antiguo bloque comunista, Checoslovaquia, donde conoci¨® a la que ser¨ªa su esposa, una polaca con la que se reuni¨® a?os despu¨¦s.
Su dominio de los dos idiomas le garantiz¨® un hueco en la oferta laboral de los empresarios onubenses. "Yo ya tengo 50 a?os", replica cuando se le inquiere sobre si tambi¨¦n quiere quedarse en Espa?a, "estoy aqu¨ª por el trabajo y el dinero, para ayudar a mi hijo en su carrera de fot¨®grafo". Camilo oficia de traductor, pero muchas de sus compa?eras de faena ya chapurrean el espa?ol y algunas, como Monika o Renata Drozdowska, lo hablan con soltura. Diccionarios y cintas de conversaci¨®n delatan que se toman en serio aprender el idioma. "Necesito cambiar de pa¨ªs, no tengo trabajo desde hace cinco a?os", dice Renata, que tiene a su cargo dos hijos a los que enviar¨¢ casi todo el dinero que gane en los pr¨®ximos cuatro meses.
"El trabajo no es duro, nos tratan bien", relata Roksana en un aceptable ingl¨¦s. Como muchas de sus compa?eras, que comparten casas equipadas de forma elemental con cuatro literas por habitaci¨®n, tuvo que dejar los estudios sin acabar y nunca hab¨ªa trabajado en el campo. Su sue?o es quedarse en Espa?a pero empleada en "un hotel". Todas conocen alguna amiga que el a?o pasado cumpli¨® ese sue?o al casarse con un agricultor de la zona. La mayor¨ªa espera que la pr¨®xima entrada de Polonia en la UE acelere las cosas. "Nos han dicho que si se viene durante tres campa?as seguidas es f¨¢cil que te den un permiso de trabajo", a?ade Camilo.
Jos¨¦ Luis Mar¨ªn, gerente provincial de Asaja, no duda en considerar "una experiencia dura" la selecci¨®n de trabajadoras en Polonia y Ruman¨ªa. "Las mayores se te echan a llorar para que las contrates". Mar¨ªn resalta que los empresarios asumen el coste del viaje y luego descuentan la mitad del gasto a las trabajadoras, a las que tambi¨¦n estan obligados a dar alojamiento gratuito.
"Para nosotros lo m¨¢s rentable son los trabajadores espa?oles, pero no hay suficientes", dice el gerente de Asaja, que se?ala que en las campa?as que se desarrollan en Huelva durante la primavera pueden llegar a trabajar 100.000 personas. Para Mar¨ªn la explicaci¨®n es tambi¨¦n muy simple: "el nivel de vida ha subido en los pueblos y por lo que se paga en el campo ya no vienen". Antes "iban a la fresa pueblos enteros de C¨¢diz" y se fletaban autobuses diarios desde el norte de Huelva, Sevilla y Badajoz. Pero ahora los 28,75 euros diarios que compensan a las trabajadoras polacas no son suficientes. Y Mar¨ªn descarta de plano la posibilidad de subir los jornales para atraer m¨¢s mano de obra nacional. "No hay margen, los precios del campo est¨¢n intervenidos por Europa, no podr¨ªamos repercutir el coste". A su juicio, la contrataci¨®n en origen "puede ser la salida" para alimentar de mano de obra el milagro econ¨®mico del campo onubense.
Los inmigrantes malditos
M¨¢s de 5.000 inmigrantes, documentados o sin papeles, la mayor¨ªa magreb¨ªes vagaron durante semanas el a?o pasado por los pueblos freseros sin oportunidad de trabajar. Su situaci¨®n fue tan precaria que motiv¨® la intervenci¨®n de ONG para garantizarles una alimentaci¨®n de subsistencia.
"No contratamos trabajadores sin papeles, puede haber alg¨²n caso, pero no por eso se puede culpar a todo el sector", explica el gerente de Asaja, quien se?ala que los empresarios prefieren a las trabajadoras del este de Europa a los magreb¨ªes en las contrataciones en origen no s¨®lo por cuestiones "culturales" o porque "trabajan mejor". "Los marroqu¨ªes desaparecen semanas antes de que acabe la cosecha para intentar quedarse en el pa¨ªs", asegura.
Asaja cree que este a?o la situaci¨®n de emergencia humanitaria no se repetir¨¢. El parecer de Jorge Garc¨ªa, del Sindicato de Obreros del Campo, es bien distinto. "Se est¨¢ repitiendo lo del a?o pasado, s¨®lo que ahora la polic¨ªa desaloja las chabolas que se levantan cerca de los pueblos y ellos se esconden para que no se les vea". El representante jornalero cree que tambi¨¦n se repetir¨¢n las contrataciones ilegales, que los empresarios niegan: "los quieren cerca para trabajar los domingos, o por las tardes cuando haya que recoger mucha fresa en pocos d¨ªas".
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