Bagdad se queda sin extranjeros
Los alumnos del Colegio Internacional se han reducido a la mitad y s¨®lo queda media docena que no sean iraqu¨ªes
El patio del Colegio Internacional de Bagdad (CIB) se ha quedado casi vac¨ªo. La amenaza de un ataque estadounidense que est¨¢ alejando a los extranjeros de Irak se ha visto especialmente reflejada en este centro educativo, al que acuden los hijos de diplom¨¢ticos y otros profesionales destinados en este pa¨ªs. Los 230 alumnos que empezaron el curso se han reducido a la mitad. En secundaria empieza a haber problemas para formar dos equipos de f¨²tbol completos, pero no se han dejado de hacer fiestas los jueves, la v¨ªspera del festivo semanal iraqu¨ª. Igual sucede en el mundo de los adultos.
"Ma?ana tenemos una", anuncia ?lex, dispuesto a no desperdiciar ni un solo fin de semana por culpa de Estados Unidos. "Si te sientas a ver la BBC o la CNN parece que nos van a atacar hoy mismo, pero luego aqu¨ª la vida sigue normal", justifica. ?lex es venezolano, tiene 16 a?os y lleva dos viviendo en Bagdad. De momento, su padre, un hombre de negocios, no tiene idea de irse. Y la Embajada de Venezuela sigue abierta. Aunque la mayor¨ªa de las legaciones no han cerrado sus oficinas, muchas han decidido enviar a casa a familiares y personal no esencial. Otros residentes han tomado la decisi¨®n por s¨ª mismos.
"Los espa?oles fueron los primeros en irse, el pasado octubre", dice el director de la escuela
"A principio de curso ten¨ªamos alumnos de 38 nacionalidades, ahora apenas quedan tres o cuatro, aparte de la iraqu¨ª", lamenta el director del centro, Graham Cherry. "Los espa?oles fueron los primeros en irse, el pasado octubre", recuerda este neozeland¨¦s que tom¨® las riendas del colegio m¨¢s prestigioso de Irak hace un a?o. "La ausencia espa?ola la hemos notado a¨²n m¨¢s porque su anterior encargado de negocios, Fernando Valderrama, era el presidente del consejo escolar", a?ade.
"Grace y Gorby se han ido a Jordania", cuenta Alia, de 12 a?os y alumna de s¨¦ptimo. Grace es eslovaca, y Gorby, franc¨¦s. En su clase han pasado de 20 a 10 en cuesti¨®n de d¨ªas. "Y Siti se ha ido a Siria", apunta su compa?era Suzanne, para la que hoy es el ¨²ltimo d¨ªa. "Me voy ma?ana", admite resignada. Tambi¨¦n echan de menos a Ingrid, una noruega con la que formaban pandilla. "No sabemos si ha vuelto a su pa¨ªs porque ni siquiera se pudo despedir de nosotras", lamentan. Aunque con la mayor¨ªa se mantienen en contacto por correo electr¨®nico.
Los profesores, en su mayor¨ªa mujeres, alemanas o brit¨¢nicas, casadas con iraqu¨ªes, muestran su preocupaci¨®n por la "inestabilidad en el aula". "Los peque?os apenas est¨¢n afectados, pero los m¨¢s mayores s¨ª que acusan la situaci¨®n porque sus amigos se est¨¢n yendo", explica una de las ense?antes. "Tratamos de mantenerles ocupados con las tareas para que no le den muchas vueltas a la cabeza", explica otra. Sobre si hablan de la crisis en el aula, hay versiones contrapuestas, pero todos coinciden en que los chavales est¨¢n informados por lo que oyen en sus casas.
"Estamos todos en contra del ataque", aseguran las amigas de s¨¦ptimo, "porque hace que nuestros compa?eros tengan que irse y dejar sus estudios". Por eso han con colaborado en preparar pancartas que dicen "No queremos guerra por petr¨®leo" o "No mat¨¦is por petr¨®leo". Aseguran que la vida sigue normal, pero reconocen que no piensan "mucho en ello para evitar historias raras en la cabeza".
La conversaci¨®n se desarrolla en un estupendo ingl¨¦s, pues el CIB sigue un programa de estudios estadounidense en la primaria y brit¨¢nico en la secundaria. Al ser el ¨²nico colegio privado de Irak, pocos alumnos que no sean extranjeros pueden pagar los entre 2.000 y 2.700 d¨®lares anuales de matr¨ªcula. Sin embargo, un acuerdo con el Ministerio de Exteriores, que facilita las instalaciones del centro de forma gratuita, permite que los hijos de diplom¨¢ticos iraqu¨ªes que regresan del extranjero paguen un precio simb¨®lico. El personal del colegio sufre tambi¨¦n las consecuencias de la reducci¨®n de alumnos. De 70 empleados han pasado a 58, aunque de momento mantienen a los 32 profesores porque las clases, aunque con menos alumnos, siguen funcionando. "Despedir a la plantilla siempre resulta doloroso", reconoce Cherry, "pero lo es m¨¢s cuando est¨¢bamos tratando de restaurar el tejido educativo e institucional del colegio, de elevar su nivel". Y es que el CIB, a pesar de sus medios privilegiados respecto al entorno, tambi¨¦n ha sido una v¨ªctima del deterioro econ¨®mico y pol¨ªtico de Irak. "En los a?os ochenta llegamos a tener 900 estudiantes y era un centro de referencia para la formaci¨®n de profesores en la regi¨®n", concluye Cherry.
Atrapados en Irak
Omar tiene una mirada triste que desmiente su sonrisa. No es para menos. Lleva 13 a?os atrapado en Irak. Lleg¨® a este pa¨ªs en 1990 huyendo de la hambruna de su Sud¨¢n natal. Encontr¨® un trabajo bien remunerado en la lavander¨ªa de un gran hotel y no quiso perderlo a pesar de los bombardeos estadounidenses del a?o siguiente. Nunca imagin¨® lo que le esperaba.
"No puedo regresar a mi pa¨ªs; me gustar¨ªa hacerlo, pero no tengo dinero para comprar el billete", dice preocupado por el previsible ataque norteamericano. "Ya he vivido una guerra", apostilla. Omar tiene 32 a?os y un empleo, pero aquel sueldo que en dinares de 1990 equival¨ªa a unos 300 euros, apenas llega hoy a los 30. Y adem¨¢s, en este tiempo, Omar se ha casado y ha tenido un ni?o.
"S¨®lo los tres billetes de avi¨®n desde Amm¨¢n hasta Jartum me cuestan 1.200 d¨®lares. ?C¨®mo puedo ahorrar esa cantidad?", se pregunta desesperanzado. Su sueldo a duras penas da para sobrevivir, y eso contando las propinas.
Su caso no es ¨²nico. La Embajada de Sud¨¢n estima entre 3.000 y 4.000 sus nacionales residentes en Irak. "La mayor¨ªa son trabajadores no cualificados que llegaron aqu¨ª antes de las sanciones", explica un portavoz, "y ahora est¨¢n casados o se han establecido". Por eso, de momento, no planean ninguna evacuaci¨®n.
Parecida situaci¨®n viven unos centenares de et¨ªopes y eritreos. Tambi¨¦n los cerca de 20.000 egipcios que a¨²n quedan en territorio iraqu¨ª, seg¨²n su embajada. Nada comparado con los cerca de tres millones que lleg¨® a haber a finales de los a?os ochenta.
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