Madrid: diez a?os de 'sprawl'
El autor destaca que la capital es la gran perdedora de la competici¨®n demogr¨¢fico-territorial: el centro se vac¨ªa de sus actuales residentes. El resto de la Comunidad es el gran ganador de la d¨¦cada de los noventa.
La publicaci¨®n del ¨²ltimo censo permite establecer un balance demogr¨¢fico-territorial bastante fidedigno de la Comunidad de Madrid y de su capital, tanto centro como periferia, durante los a?os noventa, concretamente entre marzo de 1991 y noviembre de 2001 (*).
Hagamos abstracci¨®n, por el momento, de los nacidos en el extranjero llegados entre 1991 y 2001. Durante este periodo, el centro de Madrid (siete distritos) ha ganado 98.810 nuevos residentes por nacimiento e inmigraci¨®n y perdido 235.859 por defunci¨®n y emigraci¨®n. El saldo es, pues, negativo (-136.335, de los cuales -51.860 a la propia periferia). En cuanto a dicha periferia (13 distritos), ha ganado 242.434 residentes y perdido 380.859. As¨ª pues, el saldo de esta ¨²ltima es tambi¨¦n negativo y muy parecido al del centro (-138.425). Por fin, el resto de la Comunidad ha ganado 523.602 habitantes y ha perdido tan s¨®lo 118.057, lo que le asegura un saldo positivo considerable (405.545 habitantes).
El ritmo de crecimiento de la renta 'per c¨¢pita' de Madrid es de los m¨¢s bajos de la Comunidad
La dispersi¨®n periurbana causa un vaciado de los centros y su pauperizaci¨®n
Lo que sucede es similar a lo que ha ocurrido en tantas metr¨®polis americanas
La capital madrile?a es, hoy por hoy, la gran perdedora de la competici¨®n demogr¨¢fico-territorial: a este ritmo, dentro de 72 a?os el centro de Madrid podr¨ªa encontrarse completamente vac¨ªo de sus actuales residentes. La competici¨®n es ya m¨¢s tensa en el resto de la capital, puesto que los que salen cada a?o tan s¨®lo superan en 13.200 a los que entran. Al otro extremo, el resto de la Comunidad es el gran ganador de la d¨¦cada de los noventa, con resultados totalmente inversos a los de la capital ya que alcanza, como hemos visto, un saldo positivo de m¨¢s de 400.000 residentes.
A esta evoluci¨®n de los residentes se a?ade el incremento de poblaci¨®n nacida en el extranjero. A los que estaban aqu¨ª ya antes (incluidos en los residentes del cuadro de poblaci¨®n) se les suma ahora unas 350.000 personas netas llegadas entre 1991 y 2001, de las cuales casi un 60% se concentra en la capital. Ello tiene por efecto suavizar los n¨²meros rojos generales de poblaci¨®n. Sin embargo, el fen¨®meno merece consideraci¨®n aparte puesto que, como saben muy bien los propios inmigrantes, su integraci¨®n en el capital social urbano no es autom¨¢tica ni mucho menos.
A la vista de lo anterior, podemos decir que lo que est¨¢ ocurriendo en la Comunidad de Madrid es parecido, con sus m¨¢s y sus menos, a lo que ha ocurrido en tantas metr¨®polis americanas, pero con la diferencia de que aqu¨ª las cosas acontecen con: primero, un crecimiento demogr¨¢fico interno casi cero; segundo, un fuerte ciclo residencial, y tercero, una insensata inflaci¨®n de precios de vivienda tanto nueva como existente. Por supuesto, pocos deseaban ver aqu¨ª una dispersi¨®n periurbana (sprawl) tan inoportuna, veloz y costosa. En el fondo, tampoco se deseaba en Estados Unidos (v¨¦ase el debate sobre los Suburbia ya en los sesenta), pero all¨ª la dejadez de la Constituci¨®n americana en materia territorial permiti¨® que la mano invisible (o alg¨²n fundamentalismo del mercado, como lo llamar¨ªa Stiglitz) lo inundara todo de forma sistem¨¢tica e irreversible en cada Estado, en cada condado y en cada distrito.
Muchos autores han criticado este tipo de urbanismo por razones obvias: externalizaci¨®n de costes que deben ser pagados por las administraciones en t¨¦rminos de bienes p¨²blicos; consumo irreversible de suelo que ensancha la huella sin fundamento demogr¨¢fico; agravio comparativo en la distribuci¨®n del derecho de propiedad, etc¨¦tera. Adem¨¢s est¨¢ resurgiendo una reflexi¨®n propiamente urban¨ªstica sobre el sprawl, que permitir¨¢ tal vez superar el sempiterno debate sobre dise?o. Esta reflexi¨®n analiza los v¨ªnculos de causalidad entre el urbanismo disperso generalizado y la evidente p¨¦rdida de capital social de las ¨¢reas urbanas americanas. Lo interesante de este planteamiento del fen¨®meno es que utiliza indicadores del m¨¢s alto inter¨¦s pol¨ªtico (confianza, participaci¨®n, cooperaci¨®n, uncommiting, aislamiento...), lo cual puede ser una garant¨ªa de que, por fin, los responsables pol¨ªticos le echar¨¢n alguna cuenta.
Pero, de inmediato, lo que s¨ª sabemos es que, en ausencia de crecimiento end¨®geno de la poblaci¨®n, la dispersi¨®n periurbana no provoca solamente un vaciado de los centros, sino tambi¨¦n una pauperizaci¨®n relativa de los mismos, ya sea porque los hogares que van llev¨¢ndose su renta a su lugar de destino son m¨¢s j¨®venes y con m¨¢s potencial que los que se quedan, ya sea porque los que los sustituyen en parte son inmigrantes con escasas alternativas. ?ste es precisamente uno de los problemas que estudiamos con el director general de Urbanismo, Pedro Ortiz, al intentar cerrar el Plan de Estrategia Territorial de la Comunidad, all¨¢ por el 98. Los datos por zonas metropolitanas hoy en d¨ªa disponibles confirman que el ritmo de crecimiento de la renta per c¨¢pita del municipio de Madrid es uno de los m¨¢s bajos de la Comunidad, apenas superior al del cuadrante sureste. No es, pues, dif¨ªcil entrever las crecientes dificultades que entorpecer¨¢n el cumplimiento de muchas de las promesas electorales que se avecinan en la capital.
Ricard Verg¨¦s es arquitecto y economista. (*) Es normal que las cifras censales subestimen a la poblaci¨®n empadronada, debido a faltas de respuesta en el recuento. Pero el padr¨®n incurre en sobreestimaci¨®n porque las bajas por variaci¨®n residencial se tramitan m¨¢s lentamente que las altas. En ambas fuentes faltan inmigrantes, pero algunos de los que est¨¢n empadronados ya se han ido aunque contin¨²an figurando en el padr¨®n, pero no en el censo porque ¨¦ste no los encuentra.
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