El cante de la jondura

La catalana Montse Cort¨¦s y el madrile?o Cigala son dos cantaores de jondura. Este cante que no siempre tiene por qu¨¦ ser gritado, sino que juega con el recogimiento, con una suerte de intimidad en que apenas hace falta m¨¢s que susurrar los textos. Los aficionados de viejo cu?o aprecian esto m¨¢s que las expansiones de cualquier "paparotti", que dir¨ªa Chano Lobato.

Montse Cort¨¦s es tan discreta y tan t¨ªmida que canta como pidiendo perd¨®n. Pero canta as¨ª, jugando de maravilla con las tonalidades, que en los bajos son de una dulzura quebrada y cuajada de emoci¨®n. Por siguiriyas y por soleares hizo lo m¨¢s dif¨ªcil, dejando patente un sentimiento jondo ejemplar.

Diego el Cigala es tambi¨¦n cantaor de jondura contrastada, aunque recurre m¨¢s al grito no hu¨¦rfano de desgarro y desolaci¨®n. Con frecuencia, despu¨¦s de una larga tirada dicha casi en voz baja, de pronto suelta el grito de manera sorpresiva e incluso impactante. Su cante, por ello, a veces puede parecer efectista. Nos queda la duda de si esas largas secuencias casi habladas son dichas as¨ª a conciencia o son una forma de aliviarse. En cualquier caso, El Cigala hace los cantes a su aire, intenta una forma personal que no deja de ser camaronera y que divide, dij¨¦ramos, a los aficionados en seguidores incondicionales suyos y en quienes no acaban de entenderle muy bien. La guitarra de Josele, espl¨¦ndida, aunque el p¨²blico le aplaudiera en los arreones espectaculares, que es lo menos estimable de la m¨²sica flamenca.

Javier Bar¨®n no tuvo suerte. Tres de los artistas anunciados con ¨¦l, de tanto peso como Diego Carrasco, Manuel Soler y Ortiz Nuevo, no subieron al escenario. Se limit¨®, por tanto, a hacer dos bailes, siguiriyas y soleares. Estuvo muy bien, pues ¨¦l hace un baile siempre sobrio y carente de adornos ociosos, con un empleo muy discreto del taconeo. Baile dif¨ªcil, sin concesiones, de calidad.