EE UU: ?qu¨¦ valores comunes?
Acaba de nacer la Opini¨®n P¨²blica Europea Com¨²n (OPEC). Hay que cuidarla, mimarla, consolidarla. Es un lujo cuya p¨¦rdida no podemos permitirnos. Hay que impulsarla cotidianamente para que no languidezca. El hecho de que tantos millones de ciudadanos se hayan manifestado en todo el continente por la paz, contra la guerra y contra los irresponsables que apuestan por ¨¦sta, cuando hay medios eficaces alternativos, es un s¨ªntoma inequ¨ªvoco de que la llamada crisis iraqu¨ª no est¨¢ siendo gestionada de acuerdo a los intereses y la voluntad de los manifestantes. Sabemos todos -incluidos los escasos dirigentes pol¨ªticos europeos que se han alineado con las tesis belicistas de George Bush- que el s¨¢bado 15 de febrero ha inaugurado una nueva ¨¦poca y debe iniciar una nueva v¨ªa, la de la racionalidad en las relaciones internacionales. Pasqual Maragall lo dijo ese d¨ªa con una hermosa frase: "Se ha abierto un resquicio. Los pueblos han visto que por una vez la historia puede ser controlada por la humanidad". As¨ª debe ser. De alg¨²n modo, ello queda recogido en las conclusiones del Consejo Europeo celebrado en Bruselas el 17-2-03. Refiri¨¦ndose al necesario desarme iraqu¨ª, el comunicado dice: "Queremos conseguirlo pac¨ªficamente. Est¨¢ claro que es lo que desean los pueblos de Europa".
De la divisi¨®n de ¨¦sta en el tema iraqu¨ª son responsables la Administraci¨®n de Bush y los Gobiernos de Espa?a y Gran Breta?a, que secundaron las tesis de aqu¨¦lla en la famosa Carta de los 8, sin que ninguna de sus dos opiniones p¨²blicas les haya seguido. De nada sirve afirmar que la divisi¨®n la hab¨ªan creado previamente Francia y Alemania, porque una cosa es que dos pa¨ªses europeos adopten una determinada posici¨®n que no agrade a otros Gobiernos y otra que ocho Estados se echen en brazos de una potencia extra-europea.
Tampoco me sirve que se diga que Washington es un aliado con el que compartimos valores y principios. Algunos s¨ª, pero otros no. No compartimos, por ejemplo, el desprecio norteamericano por la vida que supone la pena de muerte ni su c¨ªnico rechazo del Tribunal Penal Internacional. Muchos, desde luego, no estamos con Bush, cuya visi¨®n del "orden" mundial repudiamos. Y creo que es leg¨ªtimo comenzar a preguntarse si nuestras se?as de identidad son intercambiables con las de una gran parte de la sociedad norteamericana, aquella que apoya a Bush.
Est¨¢ por ver si es mayoritaria o no. De momento, tan s¨®lo constato que el moralismo ("claridad moral" lo denominan sus asesores) de que Bush alardea en sus discursos mesi¨¢nico-belicistas, y cuyo pilar fundamental consiste en la necesidad de librar una guerra contra "el mal" que Sadam Husein personifica, le ha supuesto hasta ahora r¨¦dito electoral. Bush se refiere a Estados Unidos como una "naci¨®n moral" (29-1-03) y asegura que "ejercemos el poder sin conquista y nos sacrificamos por la libertad de los extra?os" (28-1-03). ?De qu¨¦ estrategia se servir¨¢ para ejercer el poder en Irak sin conquistarlo previamente?
?Cu¨¢ntos millones de norteamericanos est¨¢n hechos a imagen y semejanza de Bush? ?Cu¨¢ntos religiosamente comulgan con la historieta del "eje del mal"? ?Cu¨¢ntos con la narrativa de "la naci¨®n imprescindible" (la "indispensable nation") de Clinton y Allbright? Porque aqu¨ª reside una de las claves del an¨¢lisis. De la misma manera que las gentes de buena voluntad preferir¨¢n a Amran Mitzna y no a Sharon, se inclinar¨¢n por Clinton antes que por Bush. Pero existe un continuum cultural al que ni Mitzna, el l¨ªder laborista israel¨ª, ni Clinton son ajenos. Y en Europa, para saber a qu¨¦ atenernos, debemos considerar factores de los que no se suele hablar.
Por ejemplo, ¨¦stos. Obviamente, el presidente Bush es un extremista de conocimientos restringidos, mientras que su antecesor es un dirigente que sabe d¨®nde y c¨®mo pisa. Sin embargo, ello no fue obst¨¢culo para que Clinton -que viv¨ªa en un mundo optimista por la desaparici¨®n de otro maligno, la URSS, el "imperio del mal", seg¨²n etiqueta de Reagan- estuviera convencido de que los EE UU se hab¨ªan convertido en la naci¨®n imprescindible, dotada por la providencia de responsabilidades y obligaciones ¨²nicas (5-8-1996). Naturalmente, si uno estima que su pa¨ªs es imprescindible, probablemente piensa que de los dem¨¢s (Naciones Unidas incluidas) se puede prescindir. Dada la s¨®lida amistad entre Bush y Aznar, cabe preguntarse si la reciente afirmaci¨®n de Mariano Rajoy ("La ONU es suprimible") se derivar¨¢ de la convicci¨®n de que tambi¨¦n Espa?a se ha transformado en "indispensable nation".
Es asimismo interesante recordar -dada la creciente tensi¨®n interatl¨¢ntica- que Clinton lleg¨® a interpretar el fin de la guerra fr¨ªa como "la plenitud del tiempo" (?estar¨ªa pensando en Fukuyama?). Una expresi¨®n de la Biblia (ya se sabe que en cada habitaci¨®n de hotel americano hay un ejemplar) con la que, al parecer, quiso aludir en un discurso en Ginebra (18-5-1998) al momento en que Dios decidi¨® entrar en acci¨®n para transformar la historia. Si la pr¨®xima vez que se alojen en uno de esos hoteles abren el caj¨®n de su mesilla de noche y consultan el correspondiente ejemplar, podr¨¢n constatar que en el Nuevo Testamento (carta de san Pablo a los G¨¢latas, "Situaci¨®n de los hombres hasta Jesucristo", 4, 3 y 4) se afirma: "... nosotros, mientras fuimos ni?os, viv¨ªamos en servidumbre, bajo los elementos del mundo; mas al llegar la plenitud de los tiempos, envi¨® Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley"). Probablemente Clinton quiso significar que el particular "fin de la historia" que la ca¨ªda del muro supuso facilitaba la transformaci¨®n del mundo, aunque esta vez m¨¢s bien mediante la acci¨®n humana en vez de la divina. As¨ª lo cree Andrew Bacevich (American Empire, 2002).
Al menos esa relativa secularizaci¨®n le diferencia de Bush, quien estar¨ªa mucho m¨¢s culturalmente supeditado al imperativo de la tradici¨®n sectaria protestante que empuja a movilizarse para eliminar "el mal", aunque sea a trav¨¦s de medios ilegales o incluso violentos. Ello explicar¨ªa el comportamiento de Bush en la crisis iraqu¨ª.
Al parecer, esto les suele ocurrir a las almas atormentadas que creen haber fallado a la hora de acometer determinadas empresas (la carga del hombreblanco americano) que la propia condici¨®n de pa¨ªs elegido por Dios -obviamente indispensable- les impone. Resulta curioso que la necesidad de aliviar el acuciante sentimiento de responsabilidad personal por haber fallado conduzca, imperativamente, a la violencia. Si a todo ello unimos que "nuestro destino como naci¨®n ha consistido en no tener ideolog¨ªas, sino en ser una", resulta que ser norteamericano se convierte para muchos en un acto religioso, esto es, ideol¨®gico (Seymour Martin Lipset: American exceptionalism, 1996).
Robert Kagan, ex alto funcionario del Departamento de Estado, brillante intelectual y halc¨®n, ha escrito: "Hay que dejar de actuar como si americanos y europeos tuvieran una visi¨®n com¨²n del mundo, como si vivieran en el mismo planeta... hoy, sobre las grandes cuestiones estrat¨¦gicas e internacionales, los americanos son habitantes de Marte, y los europeos, de Venus: muy raramente se ponen de acuerdo y cada vez se comprenden menos" (27-7-02).
Comparto la tesis kaganita y elogio su franqueza. Tal vez alg¨²n d¨ªa podamos avanzar en la comprensi¨®n mutua, pero mientras tanto nosotros debemos reforzar nuestra identidad y consolidar nuestra OPEC. Ello ha de ser compatible con la actuaci¨®n eficaz y coherente en las relaciones internacionales, incluido el ¨¢rea de defensa, que hay que dotar adecuadamente.
Atendido el ¨¢mbito de la paz, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil en el futuro evitar la guerra. Naturalmente, para avanzar en esa l¨ªnea hay que tener voluntad de actuar colectivamente en el exterior, provistos de lo necesario para tener ¨¦xito pol¨ªticamente y dispuestos a una actuaci¨®n militar ¨²nicamente cuando una adecuada gesti¨®n de la paz demuestre que aqu¨¦lla se ha hecho inevitable. Para ello, Europa -sin los Estados Unidos (lo que no quiere decir contra ellos)- tiene que embarcarse en una definitiva consolidaci¨®n de su pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n (PESC).
Debemos perseverar en el empe?o. La opini¨®n p¨²blica com¨²n europea ha de continuar manifest¨¢ndose para que la UE sea capaz de traducir su gigantismo econ¨®mico en t¨¦rminos pol¨ªticos. T¨¦rminos que deben ser espec¨ªficamente europeos, propios. Hemos de trabajar para que Europa se asiente en las relaciones internacionales como una potencia civil, un concepto que implica la construcci¨®n de una posici¨®n singular europea que pone ¨¦nfasis m¨¢s en los instrumentos diplom¨¢ticos que en los coercitivos, en el papel central de la mediaci¨®n a la hora de resolver conflictos, en la importancia de las soluciones econ¨®micas y sociales a medio y largo plazo para resolver los problemas pol¨ªticos y en la necesidad de que los pueblos determinen su propio destino. Caracter¨ªsticas que suelen ser ajenas a la actuaci¨®n de las superpotencias.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Manifestaciones
- Diplomacia
- Irak
- Pol¨ªtica exterior
- Preparativos b¨¦licos
- Estados Unidos
- Guerra Golfo
- Protestas sociales
- Pacifismo
- Uni¨®n Europea
- Pol¨ªtica social
- Oriente pr¨®ximo
- Guerra
- Movimientos sociales
- Malestar social
- Organizaciones internacionales
- Relaciones internacionales
- Asia
- Relaciones exteriores
- Problemas sociales
- Conflictos
- Sociedad