El lado oculto de la ciudad barroca
Las excavaciones descubren en ?cija un rico y extenso patrimonio
Esta es ?cija, la m¨¢s f¨¦rtil poblaci¨®n de Andaluc¨ªa, que tiene aquel sol por armas a la entrada de esa hermosa puente, cuyos ojos rasgados lloran al Genil". Palabra del diablo. De un diablillo cojuelo al que el escritor ecijano del siglo de oro Luis V¨¦lez de Guevara libr¨® de una redoma para que destapase desde los aires los tejados y mostrara a la luz del d¨ªa las peque?as / grandes miserias del hormiguero humano.
En la plaza, m¨¢s de medio centenar de operarios mueven carretillas de un lado a otro, cepillan suavemente unos huesos o un trozo de cer¨¢mica, anotan, miden, fotograf¨ªan. Hace unos a?os se pens¨® en hacer un aparcamiento. Por si las moscas, sabiendo que algo pod¨ªa aparecer, se hicieron unos primeros sondeos de valoraci¨®n, hace un lustro. Y hace un a?o se metieron de lleno a cavar. Lo que est¨¢ apareciendo es mucho m¨¢s de lo que hubiera apostado un optimista.
Se han destapado m¨¢s de cuatro mil enterramientos de un cementerio musulm¨¢n. Est¨¢n en capas que hay que ir deshaciendo, para ahondar hasta la siguiente. Esta necr¨®polis fue utilizada entre los siglos IX y XII, y debajo yace la ciudad romana. En el extremo sur de la plaza se han desenterrado unas termas del siglo I al III, adem¨¢s de la palestra, con una natatio o piscina colmatada con restos cuidadosamente protegidos. Para Ana Romo, la arque¨®loga responsable de esta excavaci¨®n, podr¨ªa tratarse de un ardid contra un movimiento iconoclasta, antipagano: en efecto, algunas cabezas, torsos y piezas estaban acolchados por m¨¢rmoles y arquitrabes de forma no casual. Entre otras bicocas sacaron de la piscina una estatua completa de Amazona que conserva huellas de cromatismo original, y al parecer es la mejor de las cuatro que existen en el mundo.
?Qu¨¦ se va a hacer con todo esto? Ni el Diablo Cojuelo lo sabe. Los coches lo tienen crudo, se podr¨ªa seguir con lo del aparcamiento en la parte del cementerio isl¨¢mico (que hay que destruir de todos modos para seguir excavando), y reconstruir la necr¨®polis en otra parte, junto con otros restos estorbones. Las termas y calles romanas, en cambio, parece que van a ser visitables in situ. El bot¨ªn de estatuas y fragmentos ir¨¢ al museo hist¨®rico, que lleva varios a?os de acoplamiento y ampliaci¨®n en el palacio de Benamej¨ª, uno de los mejores edificios barrocos de Andaluc¨ªa. El museo es cosa seria. Pueden verse all¨ª mosaicos romanos que suspenden el aliento, adem¨¢s de restos ¨ªberos de cuando ?cija se llamaba Astigi. Luego fue la colonia romana Augusta Firma, que debe de seguir, por lo que se ve, m¨¢s o menos maltrecha por ah¨ª debajo. Es posible que el propio san Pablo soltara alg¨²n serm¨®n en la primitiva iglesia de Santa Cruz (cuyo altar es un precioso sarc¨®fago paleocristiano); la ciudad era sede episcopal ya en el siglo III.
Una alcazaba almohade
A pocos metros de las excavaciones de la plaza-sal¨®n aguarda una sorpresa a¨²n mayor. En el alto de San Gil, o barrio del Picadero. Una barriada marginal de chabolas cuyo apodo igual le pod¨ªa venir por los picos y el caballo que por haber sido efectivamente, hasta los pasados a?os cincuenta, un real picadero: el rey cedi¨® para su construcci¨®n, en 1700, los terrenos del antiguo castillo de la ciudad. Hace un a?o all¨ª no se ve¨ªa ni castillo, ni picadero, ni nada que no fueran s¨¢banas y antenas, techos de lat¨®n y calambres de adrenalina. Ahora mismo aquello es, como la plaza Mayor, un campo de excavaciones de m¨¢s de 5.000 metros cuadrados. De la nada (o del mogoll¨®n, seg¨²n) ha surgido el castillo olvidado, una alcazaba almohade del siglo XII. Pero el fort¨ªn era a su vez como una mu?eca rusa: levantando escombros, vuelve a respirar la urbe romana. En un ¨¢ngulo se pueden ver mosaicos reci¨¦n rescatados; uno de ellos muestra la ¨²nica representaci¨®n que se conoce del dios Annus o A?o: un retrato que, si lo miras por un lado, es un mozalbete, y si lo miras por el lado opuesto, un anciano.
Ahondando en los cimientos romanos ha aflorado la ciudad tart¨¦sica, de ochocientos a?os antes de Cristo. Sergio Garc¨ªa Dils, el arque¨®logo del sitio, cree haber dado con una pileta ritual, ya que reten¨ªa cer¨¢mica fina procedente de las costas fenicias. Las vasijas ir¨¢n al museo, y en esta excavaci¨®n se har¨¢ lo que ahora llaman los expertos una "musealizaci¨®n de yacimiento".
De modo que entre este yacimiento, el sal¨®n con las termas romanas, el museo hist¨®rico y un posible parque tem¨¢tico donde agrupar y recrear lo que siga brotando como crudo precioso, ?cija se va a convertir en la joya de la Ruta B¨¦tica Romana, lanzada con ¨¦xito hace ya dos o tres a?os. Es m¨¢s, puede que el peso espec¨ªfico de la riqueza arqueol¨®gica le gane el pulso a la estampa barroca, que era la de curso legal y corriente. La ciudad de las giraldas de colorines, la ciudad m¨¢s barroca de Andaluc¨ªa, la de marquesas y bandoleros, yeguas de raza y diablos cojitrancos, monjas pasteleras y artesanos finos, est¨¢ mudando de camisa como una sierpe.
GU?A PR?CTICA
Dormir
- Hotel Plater¨ªa (955 90 27 54). Plater¨ªa, 1 (a unos pasos de la plaza Mayor). Con encanto. La habitaci¨®n doble, 52 euros.
- Hotel Ciudad del Sol (954 83 03 00). Avenida de Miguel de Cervantes, 48. La doble, 54,21 euros.
Comer
- Las Ninfas (955 90 45 92). Es el restaurante del Museo Hist¨®rico, en el palacio de Benamej¨ª, reciente y muy acogedor. Men¨², 9 euros. A la carta, entre 20 y 25 euros.
- Casa Pirula (954 83 03 00). Es el restaurante del hotel Ciudad del Sol, un cl¨¢sico. Men¨², 8. A la carta, 20.
Visitas e informaci¨®n
- Oficina de turismo de ?cija (955 90 29 33 y www.ecija.org).
- Museo Hist¨®rico (955 90 29 19). Palacio de Benamej¨ª. Abre de martes a viernes, de 9.30 a 13.30 y de 16.30 a 18.30; s¨¢bados y festivos, de 9.00 a 14.00. Visita gratuita.
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