"Los patrones nos abandonaron en alta mar al fallar el motor"
"En la patera viaj¨¢bamos 20 personas. El motor se rompi¨® cuando llev¨¢bamos un d¨ªa de viaje. Entonces los dos patrones marroqu¨ªes llamaron por un tel¨¦fono m¨®vil y vino otra patera tripulada por dos marroqu¨ªes. Pens¨¢bamos que nos ¨ªbamos todos all¨ª. Pero los patrones subieron a ella y se marcharon. Nos dejaron a los 18 inmigrantes solos, en alta mar". As¨ª habla Yazee, uno de los seis subsaharianos que fueron rescatados el mi¨¦rcoles a 220 kil¨®metros al suroeste de Gran Canaria en una barca de madera pintada de gris de seis metros de eslora, tras permanecer durante dos semanas a la deriva.
Yazee, que es de Ghana, ve¨ªa ayer la televisi¨®n en una habitaci¨®n de la sexta planta del Hospital de La Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife, junto a otro ghan¨¦s llamado Daniel. De las declaraciones de ambos y de las de su compa?ero Bubacare, que est¨¢ ingresado en el Hospital Universitario de Canarias (HUC), se desprende que la patera en que fueron hallados sali¨® de El Aai¨²n, la capital del S¨¢hara Occidental, el pasado d¨ªa 3 (otras versiones se?alan que fue el d¨ªa 6). Con ellos embarcaron 16 inmigrantes m¨¢s: 10 de Ghana, dos de Mal¨ª y cinco de Marruecos.
"Pagamos la mitad de mil euros", ha contado Bubacare a los m¨¦dicos. "S¨®lo subieron a la patera los que ten¨ªan dinero; los dem¨¢s se quedaron en tierra". Uno de los patrones les dijo que llevaran un poco de agua, nada m¨¢s, porque el viaje ser¨ªa corto. Los dejar¨ªan en Fuerteventura y luego se volver¨ªan al S¨¢hara. Pero el motor se averi¨® y los patrones huyeron. Solos y abandonados a su suerte, uno de los inmigrantes llam¨® desde su m¨®vil a un familiar que vive en Barcelona. Fue quien dio aviso a las autoridades. Luego logr¨® contactar en tres ocasiones con los servicios de socorro de Canarias, "hasta que la tarjeta del m¨®vil se agot¨®".
Arrojados por la borda
Sin agua y sin alimentos, azotados por un mar bravo, aguantaron varios d¨ªas. "Me untaba los labios con pasta de dientes antes de beber peque?os sorbos de agua de mar, para que no me quemara la piel", ha declarado uno de ellos al diario Canarias 7.
"A medida que iban pasando los d¨ªas, iban muriendo nuestros compa?eros. Doce. Entonces los arroj¨¢bamos por la borda", cuenta Daniel. Una tormenta les permiti¨® beber agua dulce y deposit¨® un poco en el fondo de la lancha. "Pero estaba mezclada con agua salada", dice Yazee. "Pens¨¦ que iba a morir en el bote". Pero un golpe de suerte quiso que una mirada fugaz al mar de los marinos del pesquero Naboeiro impidiera que los seis siguieran el camino de los otros 12 de la expedici¨®n.
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