Propuestas para hacer posible la paz
Hace algo m¨¢s de una d¨¦cada, la guerra del Golfo nos oblig¨® a pensar no s¨®lo en los trasfondos del conflicto y las inercias e intereses pol¨ªticos o econ¨®micos vinculados al mismo, sino tambi¨¦n en la necesidad de hacer planteamientos regionales o globales que a medio plazo garantizaran una soluci¨®n duradera al propio conflicto y a cuantas cosas iban asociadas a ¨¦l. Lamentablemente, no aprendimos de las muchas lecciones que nos brind¨® aquella guerra, por lo que ahora vuelven a repetirse y a estar presentes algunos de los factores que no solucionamos entonces. La cuesti¨®n es que no tenemos un ¨²nico y exclusivo problema (Sadam Husein), sino varios a la vez, de diferente naturaleza pero interconectados en gran medida, de manera que quiz¨¢s habr¨¢ que actuar sobre el conjunto de las cuestiones para lograr objetivos parciales. Resumo a continuaci¨®n algunas propuestas de actuaci¨®n que entiendo deber¨ªan ponerse en marcha de manera simult¨¢nea:
Hay que hacer planteamientos que a medio plazo garanticen una soluci¨®n duradera
El enfoque militarista del terrorismo pone las semillas para que se multipliquen estos actos
Concertar un acuerdo regional para convertir a Oriente Pr¨®ximo en una Zona Libre de Armas de Destrucci¨®n Masiva. En el pasado, el r¨¦gimen de Sadam Husein utiliz¨® armas qu¨ªmicas contra el pueblo kurdo, con la irresponsable complicidad de muchos pa¨ªses occidentales. Israel dispone desde hace a?os de varias armas nucleares e Ir¨¢n tiene un programa nuclear que preocupa a otros pa¨ªses. No es concebible, por ello, que se presione exclusivamente para el desarme de unos y se permita que otros accedan o mantengan armas de destrucci¨®n masiva. El planteamiento que deber¨ªa hacerse ha de ser regional, mediante un paquete por el que Israel renuncia a sus armas nucleares, todos firman el Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear, la Convenci¨®n sobre Armas Biol¨®gicas y Tox¨ªnicas, y la Convenci¨®n sobre Armas Qu¨ªmicas, todos permiten las inspecciones de la AIEA y de otros funcionarios de Naciones Unidas, y todos acceden a declarar Oriente Pr¨®ximo como una Zona Libre de Armas de Destrucci¨®n Masiva, que incluye al material nuclear, qu¨ªmico y bacteriol¨®gico. Podr¨ªa pensarse, incluso, en formar una comisi¨®n de control y verificaci¨®n sobre determinados arsenales que posteriormente ser¨ªan destruidos, similar a la que se estableci¨® para el desarme del IRA.
Compromiso de las potencias nucleares para reducir significativamente sus arsenales. Seg¨²n el art¨ªculo 26 de la Carta de las Naciones Unidas, los pa¨ªses que forman el Consejo de Seguridad tienen la responsabilidad de elaborar los planes para el establecimiento de un sistema de regulaci¨®n de armamentos, con la m¨ªnima desviaci¨®n de recursos econ¨®micos y humanos hacia el armamento. Por tanto, no es razonable ni coherente con este art¨ªculo de la Carta que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad sean tambi¨¦n las potencias nucleares, los que tienen gastos militares m¨¢s elevados, y que despu¨¦s de tantos a?os no hayan sido capaces de dar ejemplo y reducir a la m¨ªnima expresi¨®n sus arsenales, sin sobrepasar lo que se denomina la "disuasi¨®n m¨ªnima". Estados Unidos y Rusia deber¨ªan proponerse eliminar a corto plazo el 90% de las casi 16.000 cabezas nucleares que poseen, yendo m¨¢s all¨¢ de la declaraci¨®n conjunta firmada en Helsinki en marzo de 1997, y el resto de pa¨ªses del Consejo de Seguridad con capacidad nuclear (Reino Unido, China y Francia) podr¨ªan comprometerse a reducir en un 70% su capacidad actual (m¨¢s de 900 cabezas). India y Pakist¨¢n, finalmente, acordar¨ªan eliminar totalmente su arsenal, para no autodestruirse y para no desviar recursos que necesitan imperiosamente para su desarrollo. Estos compromisos permitir¨ªan cambiar con la c¨ªnica situaci¨®n actual, por la que Estados Unidos, Francia y Reino Unido votan negativamente la mayor¨ªa de las propuestas de desarme nuclear que se plantean a votaci¨®n en la Asamblea General, dando un p¨¦simo ejemplo hacia el resto de pa¨ªses. Curiosamente, Estados Unidos vot¨® negativamente en 8 de las 9 resoluciones sobre desarme nuclear sometidas a votaci¨®n, mientras que Corea del Norte e Ir¨¢n (pa¨ªses del "eje del mal") no lo hicieron sobre ninguna de ellas.
Reenfocar el conflicto entre Israel y Palestina. Aunque pueda tratarse de un conflicto completamente independiente del de Irak, es evidente que la no resoluci¨®n de uno afecta muy directamente al otro, por las cargas simb¨®licas que arrastran los dos. Una actuaci¨®n todav¨ªa m¨¢s intensa de la diplomacia del Cuarteto Diplom¨¢tico (Naciones Unidas, EE UU, Rusia y la Uni¨®n Europea) sobre los actores del conflicto, y la retirada de cualquier tipo de apoyo econ¨®mico sobre ellos hasta que no acuerden un cese de hostilidades, ayudar¨ªa a que el enquistamiento del conflicto entre Israel y la A. N. palestina no sirva m¨¢s de argumento legitimador para enfrentamientos que se producen en otros contextos.
Someter los delitos de terrorismo vinculados con el 11 de septiembre a la jurisdicci¨®n de un Tribunal Internacional. El enfoque militarista dado a la lucha contra el terrorismo, lejos de reducir los riesgos de su propagaci¨®n, pone las semillas para que se multipliquen este tipo de actos en el futuro, desde el momento que la venganza y el recorte de libertades sustituyen a la justicia como instrumento de lucha contra este fen¨®meno. Por el car¨¢cter transnacional del terrorismo asociado al 11-S, ser¨ªa mucho m¨¢s efectivo y leg¨ªtimo que su persecuci¨®n estuviera en manos de un tribunal internacional creado para tal efecto, lo que facilitar¨ªa una mejor colaboraci¨®n de muchos pa¨ªses.
Revitalizar unas Naciones Unidas sin pol¨ªticas de doble rasero. No es admisible que algunas resoluciones del Consejo de Seguridad sean tan decisivas para legitimar ataques militares, y otras muchas puedan ser violadas sistem¨¢ticamente sin que ocurra nada. Desde 1968, Israel ha incumplido 32 resoluciones sobre el status de Jerusal¨¦n, la situaci¨®n en L¨ªbano, el control nuclear de la AIEA, las deportaciones o la situaci¨®n en los territorios ocupados; Turqu¨ªa ha deso¨ªdo al menos 24 resoluciones sobre la situaci¨®n en Chipre; Marruecos, 16 resoluciones sobre el S¨¢hara, y, en menor medida, Croacia, Indonesia, Sud¨¢n, Rusia, India y Pakist¨¢n alguna vez han hecho o¨ªdos sordos al texto de alguna resoluci¨®n. Las pol¨ªticas de doble rasero han restado mucha legitimidad a Naciones Unidas, que deber¨ªa tener establecido un mecanismo m¨¢s serio y eficaz para que todas las resoluciones tuvieran la misma validez.
Promover una nueva cultura sobre el petr¨®leo. Urge terminar con la adicci¨®n de muchas sociedades sobre este producto y romper con la maldici¨®n que pesa sobre varios pa¨ªses productores, ya que las pugnas por acceder al control de este recurso energ¨¦tico supone conflictos, trastornos ecol¨®gicos y pobreza para muchos de sus habitantes. Al igual que reclamamos una nueva cultura sobre el agua, deber¨ªamos hacer otro tanto para reducir nuestra dependencia del petr¨®leo. En este sentido, quiz¨¢s convendr¨ªa establecer un c¨®digo de conducta internacional para que mientras no entremos en la era del hidr¨®geno, el petr¨®leo sea un bien manejado de tal forma que pueda ayudar al desarrollo y la prosperidad del conjunto del planeta, y no s¨®lo de las industrias petroleras.
Compromiso global con los objetivos de la Declaraci¨®n del Milenio. En septiembre del a?o 2000, 189 Estados adoptaron la Declaraci¨®n del Milenio, que resume los grandes retos mundiales para conseguir un desarrollo de toda la humanidad. Si hay que hacer una guerra, que sea para conseguir cada uno de los ocho objetivos de la Declaraci¨®n, es decir, guerra para erradicar la pobreza extrema y el hambre; guerra para lograr la ense?anza primaria universal; guerra para promover la igualdad entre sexos y la autonom¨ªa de las mujeres, guerra para reducir la mortalidad infantil; guerra para mejorar la salud materna; guerra para combatir el sida, el paludismo y otras enfermedades; guerra para garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, y guerra para fomentar una asociaci¨®n mundial para el desarrollo. Para esas otras guerras s¨ª hay que destinar recursos humanos, econ¨®micos y tecnol¨®gicos, pero no para las pol¨ªticas y din¨¢micas destructivas, que nos empobrecen y nos dividen. En este sentido, no es muy tranquilizante ni razonable en cuanto a prioridades que el gasto militar anual de Estados Unidos supere ya a todo el gasto p¨²blico mundial en ense?anza universitaria y sea cuarenta veces superior a lo que este pa¨ªs destina a Ayuda Oficial para el Desarrollo.
Si nada de ello se hiciere porque algunos estados poderosos han optado por la guerra, el doble rasero, el mal ejemplo, la unilateralidad, la adicci¨®n, el derecho de conquista y el desprecio sobre las necesidades b¨¢sicas del planeta, la ¨²nica propuesta adicional que cabr¨ªa plantear en el momento actual es la de un boicot directo y universal sobre los productos que provienen de aquellos estados. Si desde el ¨¢mbito pol¨ªtico no hay capacidad para activar diplomacias de paz, la ciudadan¨ªa ha de utilizar el disuasivo instrumento del boicot comercial hacia quienes han hecho de la defensa a ultranza de sus intereses econ¨®micos la norma de conducta universal, para su propio provecho y para desgracia de los dem¨¢s.
Vicen? Fisas es director de la Escuela de Cultura de Paz de la UAB.
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