"Farruco dec¨ªa: '?Baila cortito y rabioso!"
Desde Camar¨®n no se ve¨ªa nada igual. All¨ª estaban Tomatito, El Cigala, Manolete, El Paquete, Jerry Gonz¨¢lez... Muchos artistas y la gitaner¨ªa en pleno, familias enteras con ni?os en brazos y las mejores galas. Fue el s¨¢bado, en el teatro Alb¨¦niz: Madrid rindi¨® tributo a Farruquito. Con s¨®lo 20 a?os, este pincel sevillano ha conquistado el coraz¨®n de los aficionados de medio mundo (debut¨® en Broadway con cinco a?os, de la mano de su abuelo) con su baile elegante, por derecho, de ra¨ªz y sentimiento, que trae a la memoria la estampa de los dos dioses del baile gitano: su abuelo Farruco, que falleci¨® en 1997, y Carmen Amaya.
Despu¨¦s de un a?o de retiro por la muerte de su padre, Juan Manuel Fern¨¢ndez Montoya (Sevilla, 1982) ven¨ªa "agotado" de una gira de un mes por Estados Unidos, donde The New York Times le dio el premio al mejor espect¨¢culo de 2001. Pero apenas sali¨®, marcando la siguiriya con su hermano Antonio, y la gente ya estaba enloquecida, gritando "ole". Una anciana dec¨ªa "Dios te bendiga", el cr¨ªtico m¨¢s templado aplaud¨ªa a rabiar, el p¨²blico sal¨ªa en ¨¦xtasis. Acababa de ver a un bailaor que ya est¨¢ en la leyenda y, con ¨¦l, a dos promesas del baile de futuro espl¨¦ndido: sus hermanos Antonio, Farruco, de 14 a?os, y Manuel, El Carpetilla, de cinco. "Tengo otra, de cuatro, que se llama Alegr¨ªa. No baila, pero canta que da gloria".
Pregunta. Nadie dir¨ªa que ha estado usted un a?o retirado.
Respuesta. Pues s¨ª, as¨ª es. A ra¨ªz de la muerte de mi padre, decid¨ª parar un poco. Y estuve un a?o largo que no pod¨ªa ponerme ni las botas. Si volv¨ª es porque no quedaba m¨¢s remedio.
P. ?Por trabajo?
R. No, por seguir luchando por mi gente, mis dos hermanos peque?os, mi madre, mi hermano Farruco... Por mi carrera y por honor a mis dos dioses: mi abuelo Farruco y mi padre.
P. A veces el deber puede m¨¢s que la pena.
R. El flamenco para m¨ª no es un deber, ni una profesi¨®n, es un sentimiento que depende de la vida. Y por eso a veces te alejas m¨¢s, otras te involucras mucho, y otras pones la rabia que tienes en el escenario... Parece que despu¨¦s de un tiempo muy negro se va aclarando mi camino.
P. Lo de Estados Unidos habr¨¢ ayudado a animarle.
R. Mucho. Hemos tenido mucho ¨¦xito en todas partes, muy buenas cr¨ªticas, y eso me ha abierto el camino aqu¨ª. Desgraciadamente, ha tenido que ser all¨ª donde me han ayudado, pero ahora hay que seguir. Con mucha humildad.
P. ?Ya est¨¢ recuperado?
R. Voy levantando la cabeza. Hace poco no ten¨ªa ganas de salir de casa, no quer¨ªa viajar... Para un bailaor joven, perder un a?o es mucho, es quitarte mucho ritmo, pero he ido entrando despacio, un d¨ªa me puse las botas, otro di una clase en la escuela que tenemos en Sevilla, otro me decid¨ª a subir al escenario... Y ahora estoy mucho mejor.
P. Y mucho m¨¢s delgado que hace tres a?os, cuando bail¨® en el Centro Cultural de la Villa.
R. Llevar una carrera y una familia cuesta mucho esfuerzo f¨ªsico y mental... Y perder un padre es muy delicado.
P. Le he o¨ªdo decir que no le gusta nadie bailando.
R. Me gustar¨ªa aclarar eso: fue una peque?a cosa que dije en una conversaci¨®n muy larga. Me preguntaron qu¨¦ bailaor me gustaba m¨¢s y dije "mi abuelo". Pero no es que no me guste nadie. De todos aprendes algo. Y he ido a ver a muchos, a Canales, a Sara Baras hace poco, a Manolete, por quien tengo gran admiraci¨®n. Lo que pasa es que a la hora de regirme yo me rijo por mi abuelo. Tengo ese camino. Y es verdad que antes hab¨ªa m¨¢s en lo que fijarse. Ahora hacen mucho contempor¨¢neo, y yo no entiendo esas danzas. Yo s¨®lo puedo caminar por el flamenco de ra¨ªz que me ense?¨® mi abuelo. Pero no soy soberbio, s¨®lo soy aficionado. Y por eso s¨¦ que me queda mucho por aprender.
P. En estos tiempos de bailes muy largos, baila muy corto.
R. Eso va en la persona. Yo me siento m¨¢s en un baile corto, salgo y en cinco minutos doy toda la fuerza. Lo siento as¨ª. Nunca bailo muy largo. Aunque el s¨¢bado, con la satisfacci¨®n, me alargu¨¦ un poco, siempre me gusta seguir el consejo de mi abuelo: "Cortito y rabioso".
P. A lo Carmen Amaya.
R. Y no s¨®lo ella. En la ¨¦poca de ellos era muy l¨®gico que se bailara as¨ª. Pasaban muchas fatigas. Ahora ya no hay tanta rabia, no hay tantas fatigas, no sufrimos lo mismo, ¨¦sa es la verdad. Aunque si uno sufre en la vida, sufre en las tablas. En mi vida hay una parte de mucho sufrimiento, y eso se nota.
P. Morente dice que para bailar y cantar flamenco no viene mal haber estado herido.
R. ?Es que es la verdad! Una persona que en la vida no ha sufrido nada, no sabe apreciar el valor de las cosas. El flamenco es una cultura que expresa sufrimiento. Y el artista que no haya sufrido, eso no puede apreciarlo. Hay que sufrir y sacrificarse por el flamenco para entenderlo. Es una ley sencilla. Luego, cada uno la expresa como puede.
P. Pero es tambi¨¦n una terapia. Se canta y se baila para olvidar las penas.
R. Desde luego es mi gran ayuda. La fuerza para seguir luchando, vivir, madurar, viajar, conocer... Ahora que soy cabeza de familia y tengo que enterarme de muchas cosas, el flamenco me est¨¢ ense?ando mucho.
P. ?Qu¨¦ recuerdo le queda de la noche del s¨¢bado?
R. Salir y que te digan "ole" antes de bailar. El "ole" de los gitanos llega directamente al coraz¨®n. Sentir eso es muy fuerte. No se puede definir con palabras.
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