Trasplantes
Resulta conmovedor que los duodenos o los h¨ªgados de las personas sean intercambiables, como acaba de demostrar ese trasplante de un aparato digestivo completo llevado a cabo en el hospital La Paz. Ya ves que es s¨®lo una cuesti¨®n de tiempo que mi lengua pueda vivir bajo el cielo de tu paladar, saboreando a todas horas tu saliva. Tengo fantas¨ªas sexuales con tus digestiones. Cuando comemos en alg¨²n sitio especial, dar¨ªa cualquier cosa porque ese bocado que te metes en la boca cayera en mi est¨®mago en lugar de caer en el tuyo. Me excito s¨®lo con pensarlo. En cuanto a los ri?ones, cambiar¨ªa con gusto uno de los m¨ªos por uno de los tuyos para orinar yo la mitad de tu pis y que orinaras la mitad del m¨ªo t¨².
Impresiona saber que es m¨¢s f¨¢cil intercambiar aparatos digestivos que libros de cabecera. Mientras las v¨ªsceras de los individuos van de un lado a otro, las doctrinas permanecen de tal modo adheridas a las entretelas de sus due?os que no hay bistur¨ª capaz de separarlas de este cuerpo para que filtren los humores de aqu¨¦l. Imaginemos un vasco-vasco, de los que le gustan a Arzalluz, al que trasplantaran el aparato digestivo, el respiratorio y el circulatorio de un espa?ol. ?Continuar¨ªa siendo vasco-vasco? ?Puede un ser humano mantener su nacionalidad con las v¨ªsceras de un sujeto de otra? ?D¨®nde est¨¢ la frontera org¨¢nica de la identidad nacional? ?En el colon? ?En el intestino? ?Quiz¨¢ en el p¨¢ncreas? Con las entra?as de cualquiera, incluso con las de un cerdo, que todo se andar¨¢, se contin¨²a siendo un ser humano. Lo dif¨ªcil, curiosamente, es acceder a la condici¨®n de serbio o de croata.
Todo lo que no es plagio es intertexto. Esa adolescente que ha recibido el aparato digestivo de un chico de 10 a?os, ha sido felizmente intertextualizada por un cong¨¦nere que no sabemos si le¨ªa la Biblia o el Cor¨¢n. Pero no importa. La religi¨®n del duodeno que acaba de estrenar no influir¨¢ en sus digestiones. Las bombas que esos locos est¨¢n empe?ados en lanzar sobre la poblaci¨®n iraqu¨ª caer¨¢n por eso mismo sobre nuestras cabezas. Hemingway lo dijo mejor que yo cuando ni siquiera se hab¨ªan inventado los trasplantes: no preguntes por qui¨¦n doblan las campanas. Doblan por ti, por m¨ª.
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