Desolaci¨®n vasca
Alg¨²n d¨ªa tal vez podr¨¢ contarse en Euskadi la historia de un pa¨ªs en el que hab¨ªa partidos pol¨ªticos que no pod¨ªan abrir sus locales, electores condenados a silenciar sus preferencias, formaciones paramilitares que irrump¨ªan en las calles sembrando el terror, polic¨ªas incapaces de detener a los responsables de acciones vand¨¢licas, profesores de universidad obligados a tomar el camino del exilio, empresarios extorsionados por una banda mafiosa, decenas de periodistas acompa?ados por guardaespaldas, concejales marcados por sus vecinos como diana de una banda de pistoleros.
Si al final puede contarse alg¨²n d¨ªa todo esto, y mucho m¨¢s, como algo pasado, como historia, lo m¨¢s probable es que alguien, un ni?o, pregunte: ?c¨®mo fue posible?, ?c¨®mo pudimos llegar a esto? Es la pregunta que ya se hac¨ªan unas mujeres de Itziar al presenciar el asesinato del ch¨®fer de un autob¨²s por un comando de ETA en julio de 1975. Ha pasado m¨¢s de un cuarto de siglo y aquella pregunta no s¨®lo no ha perdido actualidad, sino que se hace m¨¢s acuciante cada d¨ªa. ?C¨®mo hemos podido llegar hasta aqu¨ª?, se interrogaban los j¨®venes socialistas tras el intento de asesinato de Eduardo Madina, hace ahora un a?o. La respuesta de este libro es desoladora: callando, o gritando lo contrario de lo que pens¨¢bamos, para que no nos tomaran por jud¨ªos.
C?MO HEMOS LLEGADO A ESTO
Jos¨¦ Luis Barber¨ªa y Patxo Unzueta
Taurus. Madrid, 2003 367 p¨¢ginas. 21 euros
Frente a la actitud de callar, Barber¨ªa y Unzueta se emplean, ante todo, en contar los hechos, en decir las cosas como son. Sus relatos, con s¨®lo informar de lo que ocurre cada d¨ªa, son abrumadores. Pero en su trabajo period¨ªstico no se limitan a informar: cr¨®nicas y entrevistas son la materia para sus an¨¢lisis de las estrategias pol¨ªticas, de lo que cada partido se propone y de las t¨¢cticas para conseguirlo. Y en estos an¨¢lisis, aparecidos en los ¨²ltimos tres a?os y reelaborados para esta ocasi¨®n, una fecha y un acuerdo ocupan lugar prominente: verano de 1998 y pactos secretos del PNV y EA con ETA, p¨²blicamente proyectados en el acuerdo de Estella/Lizarra. No porque ¨¦se sea el comienzo de la historia, sino porque marca una frontera: la estrategia de frente nacionalista, desde el PNV/EA hasta Batasuna/ETA, que escinde la sociedad excluyendo a los no nacionalistas como ciudadanos de pleno derecho.
A Lizarra se lleg¨® porque el
PNV, asustado por la respuesta popular al asesinato de Miguel ?ngel Blanco, decidi¨® ofrecer a ETA una salida pol¨ªtica que impidiera su derrota. El ardid consisti¨® en asumir los fines de ETA a cambio de una tregua indefinida. La vuelta a los asesinatos debi¨® haber sido motivo suficiente para que el PNV y EA se hubieran alejado de aquel pacto inicuo, pero en lugar de retroceder, forzaron la m¨¢quina: creyeron, o actuaron como si creyeran, que adoptando los fines de ETA la convencer¨ªan de lo bueno que ser¨ªa dejar de matar. No lo lograron; pero no se dieron por enterados, lo que no dejaba a los defensores de la Constituci¨®n y el Estatuto otro camino que el de la unidad de acci¨®n con el prop¨®sito de desalojar al PNV del poder y forzarle a abandonar su pol¨ªtica de frente nacionalista.
Si los hechos son los que cuentan Barber¨ªa y Unzueta, si Batasuna es ETA, si el PNV guarda hacia ella todos los miramientos posibles y si no fue posible la alternancia, ?qu¨¦ hacer? Tal es la cuesti¨®n que abre el libro y que debi¨® tambi¨¦n cerrarlo con alg¨²n an¨¢lisis del cambio que implica la suspensi¨®n de Batasuna y la salida a la calle de ?Basta Ya! Qu¨¦ hacer despu¨¦s de Lizarra; pero, sobre todo, qu¨¦ hacer despu¨¦s de las elecciones de mayo de 2001. Ni la pol¨ªtica soberanista del PNV ni esa m¨²sica celestial de no estar ni con unos ni con otros extendida entre los socialistas, escriben los autores. Bien, pero una ense?anza de aquellas elecciones fue, como tambi¨¦n nos dicen, que no es posible derrotar a la vez a ETA y al nacionalismo. ?Entonces? Pues entonces a estos testigos l¨²cidos del drama vasco s¨®lo les queda lanzar una advertencia en forma de desoladora met¨¢fora: un payaso, incapaz de hacer re¨ªr al p¨²blico, se vuela la cabeza; ca¨ªdo enmedio de un charco de sangre, el p¨²blico por fin r¨ªe a carcajadas; como Alemania, hace setenta a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.