El p¨²blico respondi¨®
El p¨²blico tiene memoria, afortunadamente, y respondi¨® con generosidad al homenaje que era menester tributar a todo un personaje del mundo de los toros. Entra?able y que caus¨® un breve alboroto all¨¢ por finales de los a?os sesenta. Un fen¨®meno social que tuvo su lugar en el toreo espect¨¢culo, burl¨®n y desenfadado.
Hasta casi las tres cuartas partes se llen¨® el Palacio Vistalegre en honor de Blas Romero, El Platanito. Dio la vuelta al ruedo con Antonio Ferrera. La gente, desde los tendidos, le arroj¨® algunos pl¨¢tanos, s¨ªmbolo del personal¨ªsimo toreardor, que, adem¨¢s, es buena gente, seg¨²n parece.
Ortega Cano estuvo desigual con un buen toro de Jos¨¦ Luis Marca, al que dibuj¨® alg¨²n lance a la ver¨®nica, o derechazo templado que, en definitiva, supo a poco.
Varias ganader¨ªas / Cano, Mora, Encabo, Ferrera, De Mora, Marcos, Guti¨¦rrez
Toros de Jos¨¦ Luis Marca, La Dehesilla, Navalrosal, Carriquiri, Hermanos Lozano, Ventorrillo, P. V. G. Lorenzo, desigualmente presentados y de juego irregular.
Ortega Cano, saludos; Juan Mora, oreja; Luis Miguel Encabo, ovaci¨®n; Antonio Ferrera, dos orejas; Eugenio de Mora, ovaci¨®n; Leandro Marcos, aviso y silencio; Pedro Guti¨¦rrez Lorenzo, ovaci¨®n.
Palacio de Vistalegre, Festival homenaje a Blas Romero, El Platanito. 28 de febrero. Casi tres cuartos de entrada.
Juan Mora aprovech¨® las bondades de su toro para demostrar unas cualidades art¨ªsticas, que tienen a bien halagar los paladares de la afici¨®n, cuando tanto con el capote como con la muleta, imprime ritmo y gusto. Cual hizo ayer tarde en los benditos Carabancheles.
Luis Miguel Encabo, correcto y pulcro, tambi¨¦n consecuente, ante el noblote de Navalrosal. Burel al que termin¨® por extraer una buena serie al natural.
Antonio Ferrera estuvo soberbio al prender banderillas, imaginativo y barroco en el manejo del capote. Hizo alarde de facultades y desgran¨® una enjundia que no pasa inadvertida. El temple no le es ajeno al correr la mano en redondo. Muletazos de trazo largo que conectaron su electricidad al personal.
Eugenio de Mora tropez¨® ante un toro manso, apagado, y no destac¨® por maneras o t¨¦cnica. Se le vio a¨²n con el fr¨ªo del invierno envolvi¨¦ndole las mu?ecas. Leandro Marcos no se acopl¨® al torillo ensabanado que hubo de torear. Su labor result¨® desangelada.
Pedro Guti¨¦rrez Lorenzo tuvo la fortuna poco a su favor, al tener que lidiar una res inv¨¢lida. Pero ante la misma derroch¨® gallarda quietud, y se le vio due?o de unas manos muy templadas para el toreo.
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