Una jugada arriesgada
El crecimiento de la econom¨ªa mundial durante las ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido propulsado por un continuo incremento en la utilizaci¨®n del petr¨®leo: entre 1985 y el 2000 la demanda mundial creci¨® en 13,1 millones de barriles por d¨ªa (un 17% del consumo actual). Nuestra forma de vida resulta imposible sin el petr¨®leo y, a corto plazo, no se vislumbra otra alternativa comercialmente viable. La opini¨®n p¨²blica intuye que la disponibilidad de petr¨®leo abundante y barato constituye un pilar b¨¢sico de las sociedades industrializadas y que el acceso a este bien preciado ha sido, es y ser¨¢, causa de conflictos y un punto clave en la pol¨ªtica exterior de las naciones. Por esta raz¨®n, resulta sorprendente que el an¨¢lisis y debate de la actual crisis iraqu¨ª est¨¦ pasando casi de puntillas sobre lo que constituye una de sus facetas clave: el posicionamiento por el acceso privilegiado a las fuentes de suministro de crudo. Porque ni los grandes pa¨ªses consumidores (EE UU, los miembros de la Uni¨®n Europea, Jap¨®n, China...), ni las grandes superpetroleras tienen suficiente producci¨®n ni reservas para afrontar con garant¨ªas el futuro. Dependen, de manera dram¨¢tica, de la supuesta infalibilidad en un mercado global de los principios del "libre comercio", de arriesgad¨ªsimas inversiones en el exterior y de las incertidumbres del juego geopol¨ªtico.
El nuevo Irak podr¨ªa actuar como catalizador para una creciente inversi¨®n en el Golfo
Seg¨²n la previsi¨®n del Departamento de Energ¨ªa de Estados Unidos, el crecimiento de la demanda de petr¨®leo entre el 2000 y el 2010 rondar¨¢ los 20 millones de barriles diarios. Por otro lado, como los campos envejecen, la producci¨®n en muchas regiones tradicionales se encuentra de capa ca¨ªda o lo har¨¢ pronto. No s¨®lo tendremos que cubrir la nueva demanda, sino que adem¨¢s deberemos afrontar un descenso de la capacidad de producci¨®n del 5% anual, lo que significa tener que reemplazar 40 millones de barriles diarios. Resulta, pues, que en el transcurso de una d¨¦cada tendremos que poner a punto una nueva capacidad de producci¨®n cercana a los 60 millones de barriles por d¨ªa. Es decir, necesitamos otra Arabia Saud¨ª.
La inversi¨®n necesaria para alcanzar el incremento de producci¨®n deseado ha sido cifrada en m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares. Les parecer¨¢ mucho. Sin embargo, no cubrir los objetivos tendr¨ªa probablemente un coste mayor: si no se alcanzaran los niveles de suministro adecuado, los precios del crudo se disparar¨ªan y ello tendr¨ªa un impacto significativo sobre el crecimiento econ¨®mico mundial.
?De d¨®nde saldr¨¢ tanto petr¨®leo y tanto dinero? La respuesta a la primera parte de la pregunta es inmediata. Las reservas mundiales de petr¨®leo no est¨¢n localizadas a gusto del consumidor, de manera que no podemos obviar el hecho de que Oriente Pr¨®ximo contiene el 65% de las reservas y ofrece los costes de producci¨®n m¨¢s bajos (2-3 d¨®lares por barril). El incremento global en el suministro no tendr¨¢ lugar sin una gran expansi¨®n de la producci¨®n en dicha regi¨®n, aunque esto no ser¨¢ suficiente y habr¨¢ que abrir a tope las espitas del resto de productores y conectar nuevas ¨¢reas al mercado. Sin duda, dentro de Oriente Pr¨®ximo, Arabia Saud¨ª, con el 25% de las reservas y el 12% de la producci¨®n mundial, sigue siendo el Rey de Reyes. Sin embargo, tras el 11 de septiembre, la situaci¨®n interna del reino y su desencuentro con EE UU han aconsejado a este ¨²ltimo pa¨ªs diversificar sus suministros. Y ah¨ª Irak juega un papel importante. Actualmente ocupa el segundo lugar en el ranking mundial de reservas (con un 11%), aunque ¨¦stas podr¨ªan doblarse, especialmente si la exploraci¨®n en el desierto occidental, a lo largo de la frontera con Arabia Saud¨ª, da los frutos esperados.
Por lo que respecta a la segunda parte de la pregunta y centr¨¢ndonos en el escenario de Oriente Pr¨®ximo, una cosa est¨¢ clara: los pa¨ªses que tienen las reservas carecen de medios financieros y de la tecnolog¨ªa necesaria para incrementar su producci¨®n. Por ello, las grandes petroleras saben que, tras la retirada de las sanciones de las Naciones Unidas, tienen una oportunidad ¨²nica para participar en la rehabilitaci¨®n y puesta a punto de la nueva industria iraqu¨ª del petr¨®leo. No olvidemos que para contentar a sus accionistas, las superpetroleras deben incrementar su producci¨®n sin olvidarse de reponer y ampliar sus reservas. La llegada de grandes inversiones a Irak podr¨ªa urgir a Arabia Saud¨ª, Kuwait y otros pa¨ªses del Golfo a acelerar su propia expansi¨®n implicando a compa?¨ªas extranjeras en el desarrollo de sus campos. El nuevo Irak podr¨ªa actuar como un catalizador para una creciente inversi¨®n de capital y tecnolog¨ªa en el Golfo.
En este contexto, EE UU, cuyo Gobierno ha impedido a sus petroleras negociar con Bagdad, no pueden tolerar que el Gobierno de Sadam haya firmado acuerdos por valor de decenas de miles de millones de d¨®lares con compa?¨ªas de una veintena de pa¨ªses, entre los que destacan petroleras francesas, rusas y chinas. Si EE UU derroca a Sadam, todos los acuerdos firmados despu¨¦s de la imposici¨®n de las sanciones de la ONU en 1990 se convertir¨¢n en papel mojado y la negociaci¨®n con el nuevo Gobierno iraqu¨ª les permitir¨¢ reubicarse favorablemente en el gran juego estrat¨¦gico del acceso al petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo.
La jugada es arriesgada. El m¨¢s m¨ªnimo error de c¨¢lculo podr¨ªa desestabilizar las monarqu¨ªas del Golfo y originar una crisis energ¨¦tica y econ¨®mica sin precedentes. Sin embargo, EE UU se juega en el envite su supremac¨ªa. Como firme opositor a la guerra, me gustar¨ªa equivocarme, pero creo que la suerte est¨¢ ya echada.
Mariano Marzo es catedr¨¢tico de Recursos Energ¨¦ticos de la Facultad de Geolog¨ªa de la Universidad de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.