Par¨ªs se equivoca
"Hay dos cosas que siempre le costar¨¢ hacer a un pueblo democr¨¢tico: empezar la guerra y acabarla". Tocqueville.
Los habituales malentendidos transatl¨¢nticos llevan hacia la ruptura. Es hora de que cada uno se ocupe de sus propios asuntos y busque las responsabilidades de su propio Gobierno. Me parece que las de Par¨ªs son cinco:
1. Una empresa de demolici¨®n. Como r¨¦plica a los 8+10 Estados europeos solidarios con Estados Unidos, Jacques Chirac sell¨® en Par¨ªs, con gran pompa (10-11 febrero de 2003), una "alianza por la paz" con Vlad¨ªmir Putin. Reaviv¨® as¨ª el recuerdo, punzante en Europa central, de tres siglos pasados bajo la suela del "hermano mayor" ruso, sovi¨¦tico o no. Para agravar el sentimiento de inseguridad de las naciones reci¨¦n liberadas, preocupa el rechazo a entregar a Turqu¨ªa armas defensivas: en caso de peligro, ?qui¨¦n acudir¨ªa en su ayuda m¨¢s que Estados Unidos? Mientras la comunidad europea se resquebraja, y la OTAN est¨¢ a punto de estallar, la pareja franco-alemana, que se cree "Europa", habla en nombre de 25 pa¨ªses, mientras que s¨®lo representa a tres (con ayuda de B¨¦lgica). Los duetistas bombardean a los estadounidenses con reproches de arrogancia y unilateralismo que es f¨¢cil devolverles. ?Se puede, en un momento de locura, cortar la rama de la que colgamos? ?Hay una forma m¨¢s contraproducente de trabajar por la unidad europea?
El problema de Irak no es el de una dictadura local, sino el de un peligro mundial
2. Un esc¨¢ndalo moral. La coalici¨®n Francia-Alemania-Rusia+ China+Siria se autoproclama eje "moral", "campo de la paz". ?De qui¨¦n nos burlamos? El "partido de la antiguerra" tiene un pie en la guerra. Recordemos a los desmemoriados el C¨¢ucaso, donde el Ej¨¦rcito ruso arras¨® una capital, Grozni, sembrada, durante 10 a?os, de entre 100.000 y 300.000 cad¨¢veres, es decir, un checheno de cada 5 o 10 (proporcionalmente para Francia: entre 6 y 15 millones de asesinados). No hay peor guerra hoy que la guerra contra los civiles. Est¨¢ clasificada con el n¨²mero 1 en el Genocide Watch del Museo del Holocausto de Washington (?poco sospechoso de propaganda islamista!). ?Con qu¨¦ sue?an nuestros pac¨ªficos y nuestros pacifistas cuando Chirac asegura a Putin (toma y daca) su apoyo? Es verdad que en Chechenia el Ej¨¦rcito ruso no lleva a cabo una guerra en el sentido cl¨¢sico, sino que organiza una carnicer¨ªa. "Pulverizar con explosivos a vivos y muertos es la ¨²ltima t¨¢ctica introducida en el conflicto de Chechenia por el Ej¨¦rcito federal ruso. (...) En la aldea de Meskyer Yurt, 21 hombres, mujeres y ni?os fueron hacinados y pulverizados con una granada y explosivos; sus restos se echaron en un agujero...". (Newsweek, 14-10-2002).
?En nombre del derecho internacional, Par¨ªs y Berl¨ªn eligen nuevos aliados, y son testigos, gracias a la abstenci¨®n de los europeos, de la elecci¨®n de Libia a la cabeza de la Comisi¨®n de los Derechos Humanos de la ONU! Putin, Yang Zeming, Gaddafi, Assad, ?por qu¨¦ el "campo de la paz" colecciona verdugos?
3. La reducci¨®n de la democracia y la demagogia. El 80% de los occidentales est¨¢ a favor de la paz, contra la guerra. ?Qui¨¦n no lo estar¨ªa? Apelando a "la opini¨®n mundial", deslegitimando a los otros Gobiernos, calific¨¢ndolos de "vasallos" de los belicistas, Par¨ªs y Berl¨ªn reeditan los argumentos de los "movimientos por la paz" estalinianos. Los revolucionarios de anta?o jugaban a "los pueblos" contra "la democracia formal". ?Pondr¨ªan a su vez en duda Schr?der y Chirac que en una buena democracia las decisiones no se toman ni en los institutos de encuestas, ni en la Bolsa, ni en la calle, sino en las urnas? Londres, Praga, Sof¨ªa, Madrid y Varsovia alinean responsables electos tan representativos como Par¨ªs y Berl¨ªn.
4. Una estrategia de la impotencia. La misma opini¨®n mundial (un 75%) ve en Sadam un peligro para la paz. En efecto, basta uno solo para desencadenar un conflicto, pero que tiene que haber dos para que haya un desarme; ahora bien, desde hace 12 a?os, Bagdad obra con astucia y tergiversa las cosas. Un Estado maligno camufla f¨¢cilmente instrumentos de terror biol¨®gicos o qu¨ªmicos, coinciden los cient¨ªficos. Eternizar las inspecciones, multiplicar los inspectores, permite al dictador jugar hasta el infinito con las prolongaciones. El "plan" franco-alem¨¢n recuerda la in¨²til interposici¨®n de los cascos azules en Bosnia: dando tiempo al tiempo, acabaron entonces como rehenes y escudos humanos; 83 soldados franceses pagaron con su vida esta siniestra broma.
5. Una dimisi¨®n ante la urgencia. Las buenas almas cuchichean: desde luego, el tirano iraqu¨ª es un cr¨¢pula, ha torturado, asesinado, enviado a la c¨¢mara de gas. ?Pero cu¨¢ntos otros jefes sanguinarios despueblan los cinco continentes? ?Por qu¨¦ ensa?arse con ¨¦l? Porque, con raz¨®n, da m¨¢s miedo. Porque perpet¨²a un polvor¨ªn permanente en el coraz¨®n de la zona de las tempestades. Porque hay que impedirle que juegue con cerillas apocal¨ªpticas.
Imaginemos a Kim Jong-il, con su arsenal, reinando en Irak, amenazando con pulverizar Riad en lugar de Se¨²l. ?Qu¨¦ terror paralizar¨ªa entonces al planeta! Agitando bomba y misiles, lanzar¨ªa su OPA sobre los tesoros de Arabia para adjudicarse todo el poder petrol¨ªfero, financiero y sobre todo teol¨®gico (La Meca). Llegar¨ªa entonces a la meta que se pusieron Jomeini, y luego Sadam, al invadir Kuwait, y despu¨¦s Bin Laden v¨ªa Manhattan: autocoronarse F¨¹hrer del Islam. El problema de Irak no es el de una dictadura local, sino el de un peligro mundial. Si escuchamos al "partido de la paz", ser¨ªa demasiado pronto (Irak no tiene armas nucleares: es in¨²til intervenir) o demasiado tarde (Corea del Norte posee un arma nuclear: demasiado peligroso) para prohibir, sin condici¨®n, un rearme criminal.
Par¨ªs y Berl¨ªn viven en una nube. Se les puede y debe criticar sin atribuir por ello a los estrategas estadounidenses cualquier tipo de infalibilidad o cheque en blanco.
Andr¨¦ Glucksmann es fil¨®sofo franc¨¦s.
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