M¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa

Aquejado de dudas interiores y m¨¢s atento a la venganza que a la aplicaci¨®n de la justicia (Batman), m¨¢s buf¨®n que aut¨¦ntico portador de valores (La M¨¢scara) o lleno de carencias emocionales (Spiderman), los superh¨¦roes actuales, no obstante, comparten caracter¨ªsticas comunes: llegan hasta donde no lo hacen ni la polic¨ªa ni las leyes, viven vidas desdobladas entre una cotidianidad rutinaria y una nocturnidad de excitantes aventuras; conocen el amor, aunque rara vez pueden vivirlo en su plenitud.

Todas estas caracter¨ªsticas convergen tambi¨¦n en Daredevil, uno m¨¢s de los personajes de c¨®mic creados en la factor¨ªa Marvel aunque, como es l¨®gico, dada la natural necesidad de vender, dotado de caracter¨ªsticas diferenciales peculiares. Nacido en la Cocina del Infierno, el barrio marginal de Nueva York, que, ya adulto y superh¨¦roe, seguir¨¢ figurando en el cenit de sus desvelos; hijo de clase obrera y con una grave minusval¨ªa que le afecta cuando es apenas un ni?o (la ceguera, ah¨ª es nada), conquistar¨¢ tanto una posici¨®n social como abogado, con su nombre de Matt Murdoch, como excepcionales e inexplicables poderes ultrasensoriales que lo hacen virtualmente indestructible.

En esta primera aventura, que tendr¨¢ continuidad, entre otras cosas porque tras su clausura quedan vivos (casi) todos los personajes de esta entrega, habr¨¢ de todo: una explicaci¨®n sobre sus or¨ªgenes, sobre su proceso de adquisici¨®n de competencia, m¨¢s una historia de amor y un super-malvado de cuyas perversiones y acciones punibles se tomar¨¢ cumplida venganza. Como se trata de aplicar un modelo ya conocido, no hay otra novedad que no sea la de la forma de actuar del protagonista; eso s¨ª, convenientemente arropado de un arsenal de efectos especiales que, a no dudar, es el ¨²nico reclamo de la funci¨®n. No es ni mejor ni peor que sus antecesores, aunque Mark Steven Johnson, aqu¨ª director y guionista, no es Tim Burton, por supuesto; gustar¨¢ a los amantes de este tipo de personajes y a quienes van al cine convenientemente munidos de palomitas e ingenuidad a raudales; para todo el resto, es mejor la abstenci¨®n.