?De qu¨¦ se alegran?
Con un entusiasmo y una alegr¨ªa que no he visto en ning¨²n Parlamento del mundo, los diputados y diputadas del Partido Popular aplaud¨ªan a rabiar la resoluci¨®n que proponen para abrir paso a la guerra contra Irak y la negativa a dar cualquier oportunidad a los inspectores para que rematen su objetivo ?Por qu¨¦ estar¨¢n tan contentos con la que nos espera?
Ahora est¨¢ claro en qu¨¦ terreno se sit¨²a cada cual, a pesar de que se sigue discutiendo en falso sobre el fondo de la decisi¨®n que est¨¢n apoyando los responsables del PP. Est¨¢ m¨¢s claro, parad¨®jicamente, en la opini¨®n p¨²blica que en el debate pol¨ªtico, como si los ciudadanos fueran m¨¢s capaces de discernir entre la paja y el grano, mientras los debates pol¨ªticos o period¨ªsticos se mantuvieran en la ocultaci¨®n del grano entre la paja.
La guerra de Irak est¨¢ decidida desde hace tiempo. El m¨¦rito del presidente Bush es que no enga?a a nadie sobre sus prop¨®sitos. Ni a su opini¨®n p¨²blica -que cuida como su principal deber presidencial- ni a los gobiernos del mundo representados en Naciones Unidas. Igual de n¨ªtida es la posici¨®n del se?or Blair, que, contra la opini¨®n p¨²blica brit¨¢nica, sigue la estela de la Administraci¨®n republicana y pone m¨¢s de cuarenta mil soldados sobre el terreno.
En el caso del se?or Aznar, a pesar del camuflaje, la posici¨®n est¨¢ definida desde el verano de 2002. Por eso en septiembre publiqu¨¦ una primera respuesta en este peri¨®dico con el t¨ªtulo Amistad, no sumisi¨®n, en la que explicaba la necesidad de rechazar la estrategia de la Administraci¨®n de Bush, que ¨¦l hab¨ªa asumido sin matiz alguno. No por un antiamericanismo como el que crece imparable en el mundo, sino por mantener la libertad de criterio en que se basa la amistad, para huir de esa oleada de rechazo contra todo Estados Unidos. Por evitar que toda la solidaridad del 11 de Septiembre se transformara en inquina.
Desde el primer momento el se?or Aznar aval¨® la posici¨®n del se?or Bush y la iba matizando en la misma medida en que lo hac¨ªa ¨¦ste. No est¨¢n tan lejanas las hemerotecas para constatar que ha defendido la intervenci¨®n con o sin el aval de Naciones Unidas y que, a continuaci¨®n, ha considerado la resoluci¨®n 1.441 suficiente para desencadenar una intervenci¨®n armada. Ahora, mantiene que la nueva resoluci¨®n que copatrocina con EE UU y Gran Breta?a tampoco ser¨ªa necesaria, por lo que, si no se aprueba, ser¨¢ la ONU la que incumpla sus obligaciones.
Sabemos que el Gobierno espa?ol har¨¢ lo que decida el presidente Bush, quien afirma que someter¨¢ la nueva resoluci¨®n al Consejo si tiene garant¨ªas de que salga adelante y, en caso contrario, que decidir¨¢ por su cuenta. ?Por qu¨¦ Aznar lo oculta ante el Parlamento y lo declara en Londres?
Hay serias diferencias entre la posici¨®n brit¨¢nica y la espa?ola. Blair defiende los intereses de su pa¨ªs desde las prioridades angloamericanas que siempre han definido su pol¨ªtica exterior, incluso en su visi¨®n contraria a un poder europeo aut¨®nomo. Espa?a hac¨ªa una apuesta europe¨ªsta, mediterr¨¢nea e iberoamericana, sin cuestionar el v¨ªnculo transatl¨¢ntico, pero Aznar ha enterrado esas prioridades a cambio de ser "el nuevo vig¨ªa de Occidente".
Adem¨¢s, el dirigente brit¨¢nico se empe?¨® en convencer a Bush (apoyando a Powell) de la necesidad de ir al Consejo de Seguridad para mantener el multilateralismo antes de embarcarse en el segundo paso (Irak) de la nueva estrategia, mientras el dirigente espa?ol -como los halcones de la Administraci¨®n republicana- consideraba innecesario este paso. As¨ª consta en sus pronunciamientos, m¨¢s all¨¢ de la flaqueza de nuestra memoria.
Pero Blair, coherente con la posici¨®n hist¨®rica de Gran Breta?a, aun en contra de la opini¨®n p¨²blica actual, pone sobre el terreno m¨¢s de 40.000 soldados para afirmar su relevancia. ?Qu¨¦ pone Aznar para presumir de liderazgo mundial y para exhibir una dureza que iguala a la de Bush y supera a la de Blair? ?Cu¨¢les son los intereses y prioridades espa?oles que defiende?
Finalmente, Blair no insulta a los que se oponen. S¨®lo trata de convencerlos sin ¨¦xito.
Para el presidente Bush la guerra preventiva y la decisi¨®n unilateral constituyen la esencia del nuevo papel de EE UU como poder hegem¨®nico en la configuraci¨®n de un orden internacional hecho a su medida. Naciones Unidas, mientras no estorbe este designio, es un enredo soportable, pero si estorba dejar¨¢ de contar para su estrategia. De nuevo he de afirmar que la claridad de prop¨®sitos ha sido total y lo sigue siendo al d¨ªa de hoy. Nos guste o no lo que pretende, al menos no deja lugar a dudas.
Esto significa que habr¨¢ guerra en Irak, sea cual sea el grado de avance en el desarme, porque el objetivo est¨¢ m¨¢s all¨¢ y ha sido anunciado sin ambig¨¹edades. No excluyo una operaci¨®n en el ¨²ltimo minuto protagonizada por Rusia y/o algunos pa¨ªses ¨¢rabes para sacar a Sadam Husein y abrir un nuevo espacio relativamente incierto respecto a la guerra o el desarme pac¨ªfico. De hecho, las contundentes manifestaciones de Ivanov, como ministro de Exteriores ruso, no pueden significar una manifestaci¨®n de contrapoder frente a EE UU, porque su pa¨ªs no tiene hoy ese margen, pero s¨ª pueden querer decir que necesitan un poco m¨¢s de tiempo para lo que est¨¦n haciendo.
En esta situaci¨®n, por mucho que corra en su estrategia de superviviente el dictador iraqu¨ª, el horizonte se le ir¨¢ alejando. En el fondo, da igual que destruya misiles tierra-tierra o tierra-aire, o que entregue armas residuales o nuevas. Cada paso que d¨¦ en esta direcci¨®n permitir¨¢ la doble lectura en la que estamos. O se interpreta como la demostraci¨®n de que es un mentiroso no fiable y por tanto hay que atacar o se conf¨ªa en que el objetivo del desarme va avanzando y, por tanto, hay que seguir la presi¨®n, pero dando m¨¢s oportunidades a los inspectores. Ambas posturas tienen razones para defender sus argumentos, pero unas conducen a la guerra y rebasan el mandato de Naciones Unidas tal como est¨¢ hecho y otras abren una oportunidad para evitar el conflicto, consiguiendo el cumplimiento de la resoluci¨®n 1.441.
La posici¨®n del Gobierno espa?ol es de apoyo sin restricciones a la estrategia dise?ada y aprobada por la Administraci¨®n republicana. Como no estoy de acuerdo con esta estrategia, aunque comparta la necesidad de cooperar seriamente contra las amenazas del terrorismo internacional y de la proliferaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, tampoco puedo estarlo con la posici¨®n del PP.
A?ado a esta consideraci¨®n que la opci¨®n adoptada por el Gobierno, ahora legitimada por el Parlamento con los votos del PP, tiene consecuencias graves para nosotros que no admiten el entusiasmo y la alegr¨ªa que han mostrado.
Han renunciado a la construcci¨®n de la Uni¨®n Pol¨ªtica Europea, aunque digan lo contrario, porque esta Uni¨®n comporta la configuraci¨®n de un poder relevante en el mundo globalizado, con su pol¨ªtica exterior y de seguridad propia.
Han renunciado a una relaci¨®n de vecindad con el mundo ¨¢rabe que se base en el respeto y en el di¨¢logo. Y saben que la inestabilidad futura aumentar¨¢ porque los pueblos de la regi¨®n no pueden comprender ni aceptar esta deriva.
Han renunciado a una relaci¨®n con la Am¨¦rica hispana que les ayude, desde nuestra propia posici¨®n y desde esa Uni¨®n Europea, a ampliar su propio espacio de autonom¨ªa en pol¨ªtica exterior,para presionarlos en direcci¨®n opuesta. Y esto no lo compensan las inversiones, sin duda importantes, que Espa?a viene haciendo. M¨¢s bien le a?aden un grado de riesgo.
Pero si no comprendo ni comparto esta opci¨®n de pol¨ªtica exterior y de seguridad en la que nos hemos embarcado sin consenso y contra la opini¨®n p¨²blica es porque me preocupan las consecuencias que nos esperan.
Puedo aceptar que no les importe o no vean el significado del cambio en nuestras prioridades de pol¨ªtica exterior. No tienen por qu¨¦ creer en la importancia que le damos a la Uni¨®n Pol¨ªtica de Europa, a su pol¨ªtica exterior o a las pol¨ªticas de cohesi¨®n. No pueden ser ciegos a las dificultades que esto nos crea con el mundo ¨¢rabe, aunque digan que los van a compensar. Menos a¨²n creer¨¢n que en la Am¨¦rica hispana esta pol¨ªtica de recaderos del se?or Bush, seg¨²n la describe -alab¨¢ndola- el Wall Street Journal, provoca reacciones de entusiasmo en gobiernos u opiniones p¨²blicas. Pero veamos algunas consecuencias inmediatas y mediatas, internas y externas.
En la UE, la llamada nueva Europa, si por tal entendemos la que est¨¢ de acuerdo con el secretario de Defensa de EE UU, al que quiere callar el se?or Aznar, est¨¢ constituida por Gran Breta?a, cuyos intereses conocemos y respetamos, pero son diferentes a los nuestros; por Italia, que est¨¢ repleg¨¢ndose en las ¨²ltimas semanas, porque debe presidir la UE y porque la corriente de fondo es europe¨ªsta, o por los pa¨ªses candidatos, que por razones hist¨®ricas conf¨ªan m¨¢s en EEUU que en sus inminentes socios, pero que inmediatamente competir¨¢n con Espa?a en todas las pol¨ªticas de cohesi¨®n.
En la vieja Europa se sit¨²an Alemania y Francia, am¨¦n de otros socios europe¨ªstas de la UE, que creen en la construcci¨®n de la Uni¨®n Pol¨ªtica, incluida la autonom¨ªa en pol¨ªtica exterior y de seguridad. Alemania contribuye a la cohesi¨®n en primer lugar y Francia contribuye decisivamente a la lucha contra ETA. Dec¨ªa el se?or Aznar ante la direcci¨®n de su partido que mientras dure el terrorismo que padecemos debemos ser solidarios con los dem¨¢s. Estoy de acuerdo, incluso si la amenaza de ETA desapareciera, por eso me sorprenden sus palabras y su omisi¨®n de la cooperaci¨®n francesa en la conferencia de prensa con Bush, cuando habl¨® de las detenciones -en Francia- de los terroristas.
Espa?a est¨¢ en la nueva Europa rumsfeldiana, enfrentada a Francia, Alemania, Benelux y algunos n¨®rdicos. El Gobierno, desde el verano de 2002 -no lo olviden- se aline¨® con el se?or Bush sin consulta alguna con sus socios, en una jugada que pretend¨ªa arrastrarlos ante los hechos consumados, pero que s¨®lo consigui¨® fracturarlos. Esto se ha repetido, con reproches mutuos e in¨²tiles, varias veces hasta la ruptura del ¨²ltimo acuerdo de m¨ªnimos mediante el patrocinio de la nueva resoluci¨®n ante el Consejo de Seguridad, sin consulta con los dem¨¢s.
La Uni¨®n Europea ha sido la primera v¨ªctima de esta nueva estrategia. Tardar¨¢ en recomponer sus objetivos, si lo consigue, y lo har¨¢ sobre unas bases que inevitablemente llevar¨¢n a un n¨²cleo de pa¨ªses con mayor compromiso europe¨ªsta que otros. Por el momento, Espa?a no estar¨¢ en ello. No es bueno para nadie, pero ser¨¢ la ¨²nica senda para los que creen en la Uni¨®n Pol¨ªtica.
El mundo ¨¢rabe no se sentir¨¢ compensado ni con la imposici¨®n de una soluci¨®n del problema palestino, que EE UU no har¨¢ contra el Gobierno de Israel, ni con la modificaci¨®n del mapa de la regi¨®n con el prop¨®sito de controlarla. La Liga ?rabe, m¨¢s all¨¢ de sus profundas divisiones, no quiere esta estrategia, y la Conferencia Isl¨¢mica, menos.
?De verdad cree el se?or Aznar que el primer ministro Sharon va a aceptar la presi¨®n -incluso las resoluciones de la ONU- que anunci¨® en Tejas? Es imposible que desconozca que ya ha dicho que no aceptar¨¢ ser moneda de cambio. Es imposible que desconozca las bases de su programa de gobierno. Aunque tal vez sepa algo que ignoramos y dentro del paquete est¨¦ la modificaci¨®n del mapa regional con una nueva ubicaci¨®n de los palestinos m¨¢s all¨¢ del Jord¨¢n.
Despu¨¦s de esta guerra, que en la estrategia de la Administraci¨®n de Bush s¨®lo es la segunda batalla contra el eje del mal, habr¨¢ una incierta posguerra, con kurdos y turcos incluidos y nuevos conflictos. De nuevo son m¨¢s claras las manifestaciones del presidente Bush, reiterando que ¨¦sta ser¨¢ una guerra larga (no se refiere a Irak, que ve como guerra corta, sino al conjunto de los objetivos). ?Los conoce y los avala el se?or Aznar? ?Seguir¨¢n por el Mediterr¨¢neo o se alejar¨¢n hacia el Oriente m¨¢s lejano?
Las sospechas que hoy concita el r¨¦gimen de Sadam Husein son aplicables, incluso con certidumbres, a otros muchos Estados. Los mismos argumentos se van a seguir empleando en esta larga guerra para los pr¨®ximos episodios b¨¦licos. Si toca en el Mediterr¨¢neo, como creo, porque el Extremo Oriente va a esperar, ?cu¨¢l ser¨¢ el coste para Espa?a y para Europa?
Veo, con preocupaci¨®n, que no se toman en serio al presidente Bush, que prepara a su opini¨®n p¨²blica para una guerra larga y que advierte que la llevar¨¢ adelante con o sin el apoyo de Naciones Unidas. Veo que no se toman en serio lo que se dice en la nueva estrategia de la Administraci¨®n republicana. Incluso veo que confunden el hecho de no estar de acuerdo con ella con mantener posiciones irresponsables. Veo que recurren a descalificaciones intolerables de bajeza moral o compa?eros de viaje de Sadam.
Les gustar¨¢ o no reconocerlo, pero su extra?o entusiasmo lo pagaremos todos los espa?oles a un alto coste. La paradoja resultante es que tampoco EE UU conseguir¨¢ lo que pretende.
Perdonen que les digamos, sin que se ofendan, que no est¨¢n ustedes, se?ores del Gobierno y se?ores representantes del PP, sacando a Espa?a del rinc¨®n de la historia, sino arrincon¨¢ndola en el papel que superamos con la desaparici¨®n de la dictadura.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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