"Argentina es un laboratorio del mundo"
De entrada una aclaraci¨®n que el propio Rodolfo Enrique Fogwill (Buenos Aires, 1941) -¨¦l prefiere simplemente Fogwill- califica de redundante: toda novela es urbana. "As¨ª es. Porque es impensable una novela en una sociedad no urbana. No hay novelas en el neol¨ªtico". Soci¨®logo de formaci¨®n, el escritor argentino fue expulsado de la universidad, donde era docente, tras el golpe militar del general Juan Carlos Ongan¨ªa, en 1966. Por comunista. "Me indign¨®, porque yo era trotskista y lo peor que le pod¨ªa pasar a una persona en aquella ¨¦poca era ser comunista", recuerda. De la Cuarta Internacional dio un salto mortal para convertirse en "investigador de mercados". "Era lo ¨²nico que pod¨ªa hacer un soci¨®logo como yo, con formaci¨®n m¨¢s bien estad¨ªstica y metodol¨®gica. En el a?o 1969, abr¨ª una agencia de investigaci¨®n de mercado y llegu¨¦ a tener la agencia m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina. Hice una fortuna y acab¨¦ perdi¨¦ndolo todo".
"Cuando empec¨¦, lanzaba mis cr¨ªticas desde el peor sitio posible: la verdad"
PREGUNTA. ?Lo perdi¨® con la ¨²ltima dictadura militar (1976-1983)?
RESPUESTA. A decir verdad, fue una colaboraci¨®n entre el Ej¨¦rcito y la coca¨ªna. Yo viv¨ªa en la m¨¢s absoluta impunidad. Hac¨ªa burla y todo lo dem¨¢s, y le hice una mala jugada a la Secretar¨ªa de Prensa del Gobierno de Videla: me ofreci¨® un negocio y no lo acept¨¦. Empezaron entonces a sabotear rid¨ªculamente mis campa?as de publicidad, por ejemplo, dec¨ªan que la modelo no ten¨ªa anillo de casada y no dorm¨ªa en la casa, o que era una campa?a para arruinar la familia. Me hicieron la vida imposible y yo, con la absoluta impunidad del cocain¨®mano, segu¨ªa haciendo maldades.
P. ?Qu¨¦ pretende contar en Urbana?
R. Nada, nada, quer¨ªa escribir el libro, quer¨ªa hacer ese ejercicio de escribir una novela sin nombres. Estaba cansado de las cr¨ªticas y de los autores que para contar una novela dan el nombre del personaje. Es absurdo. ?Por qu¨¦ tiene que tener nombre un personaje? Evidentemente, hay gente que no puede escribir un personaje si no le pone nombre y apellido, as¨ª como no puede narrar el paso del tiempo sin poner "a las 5 de la tarde, Juan Fern¨¢ndez prendi¨® un cigarrillo". Y dije, bueno, no pongamos la hora, no pongamos el cigarrillo y no digamos el nombre, pero que la gente lo imagine fumando y que lo imagine en un atardecer. Para m¨ª eso es el arte narrativo.
P. ?Quer¨ªa contar un trozo del mundo argentino o de su mundo?
R. S¨ª, es parte de mi mundo. En este caso quer¨ªa mostrar la irrupci¨®n de la barbarie social en el espacio urbano m¨¢s protegido. Podr¨ªa haber sido al rev¨¦s. Podr¨ªa haber sido la toma de un country [urbanizaci¨®n privada], pero lo que pasa es que para m¨ª, la toma de un country era casi impensable, porque ac¨¢ no se toman countries. En cambio, se usurpan propiedades mediante artilugios pol¨ªticos de alcald¨ªas o municipios.
P. Hay en el libro muchas facetas que salen cada d¨ªa en los diarios.
R. Asoma tambi¨¦n la burla a los servicios de inteligencia. Todo el final de la novela es una burla a su trabajo, que es realmente as¨ª. Los agentes pueden inventar una trama de espionaje o de corrupci¨®n solamente para seguir a una mujer, grabarla y tener algo con qu¨¦ divertirse.
P. Urbana es un conjunto de retratos, pinceladas de cierta Argentina.
R. Argentina es un laboratorio del mundo, como lo fue en su momento Argelia, y Espa?a, que en 1937 fue un laboratorio alem¨¢n. Argentina fue un laboratorio de diferentes experimentos, a partir de 1965, cuando la primera versi¨®n de la doctrina de seguridad nacional toma el poder con el Ej¨¦rcito, y se crea ese mito de la Alianza entre el Ej¨¦rcito y el inter¨¦s de la industria capitalista que fue el Gobierno de Ongan¨ªa. ?se fue un primer experimento. Otro laboratorio fue, en 1963, la alianza de clases extra?as, la alianza de clases y de ideolog¨ªas que represent¨® el triunfo del peronismo.
P. ?C¨®mo se traducen los experimentos del laboratorio argentino a la hora de ponerlos en solfa en la literatura?
R. No los pongo en solfa. Trabajo en absoluta soledad, porque hay un abismo entre el mundo de la realidad o de la verdad que ve el cient¨ªfico o el que ve el escritor, y la apariencia que narra y construye la prensa. Y yo siempre estoy afuera de eso y a veces el humor y la cr¨ªtica mordaz sirven para marcar los l¨ªmites. Por ejemplo, yo miro el proceso electoral brasile?o o argentino y me dan risa porque no creo en nada de todo esto.
P. Su inter¨¦s por la literatura viene de lejos. ?Cu¨¢ndo empez¨® a publicar?
R. En la recta final de la dictadura, en 1979. Mis primeros textos ten¨ªan cierta intenci¨®n pol¨ªtica. Mi primer libro, Muchacha punk, es una cr¨ªtica al modus operandi argentino.
P. En sus primeros libros, ?desde d¨®nde lanzaba sus cr¨ªticas?
R. Desde el peor lugar que se puede ubicar una persona, desde la verdad. Yo revelaba todo. Un cuento m¨ªo, que fue cl¨¢sico durante la dictadura, contaba cifradamente la situaci¨®n de la Argentina del exilio, el estado intermedio entre los derechos humanos y la infiltraci¨®n por parte de los militares en los organismos de protesta. Mostraba la construcci¨®n de la imagen de Argentina.
P. ?Qu¨¦ temas le atraen?
R. Me atrae escribir bien, de todo.
P. ?Escribe poes¨ªa tambi¨¦n?
R. S¨ª. Lo que m¨¢s hago es escribir poes¨ªa. De las dos horas diarias que dedico a la literatura, el 80% de ese tiempo estoy corrigiendo, calculando e inventando poemas, y el 15%, narrando.
P. Calificativos como exc¨¦ntrico, irreverente o heterodoxo, ?le dejan totalmente indiferente?
R. S¨ª por supuesto. S¨¦ que todo lo que se dijo de m¨ª lo provoqu¨¦ yo. Y todo sirvi¨® para venderme como autor, que actualmente ya no es vender libros al p¨²blico, por lo menos en Argentina, sino que tiene que ver con vender proyectos de negocio editorial a las editoriales.
P. ?C¨®mo se lleva con las editoriales?
R. Mal. Con la que mejor me llevo es con una editorial espa?ola, porque est¨¢ lejos y no nos tenemos que ver. Cuando empec¨¦ a publicar, mi consultora facturaba m¨¢s que la editorial m¨¢s grande de Argentina. Los miraba con desprecio, ahora ellos facturan m¨¢s que yo, pero los sigo despreciando igual.
P. Desde su irreverencia, ?tiene complicidades con escritores como C¨¦sar Aira?
R. Hicimos una carrera juntos. Yo fui el primero que escribi¨® sobre C¨¦sar Aira y lo se?al¨¦ como el mejor en el a?o 1980. Sigo pensando que es el mejor. La manera c¨®mo elige y c¨®mo genera sus libros me parece muy buena, pero yo lo hubiese hecho de diferente manera. Me parece que es exitoso en la creaci¨®n de un personaje. Yo no podr¨ªa crear ese personaje porque adem¨¢s no tengo sus dotes. Escribe corto, pero 40 p¨¢ginas de Aira valen m¨¢s que 1.500 de Carlos Fuentes o de Vargas Llosa. No hay mucha gente que se d¨¦ cuenta de eso.
P. ?Qu¨¦ opini¨®n le merecen los premios literarios?
R. Me ofrecieron dos o tres veces ganar un premio literario. De modo que... No me interesa, pero en este momento, para un escritor argentino no hay m¨¢s soluci¨®n que ganar un premio literario espa?ol. Porque con lo que puede sacar un escritor argentino que venda muy bien, digamos que puede llegar a un techo de 3.000 libros por obra, por a?o de venta. Puede vender 5.000 o 6.000 libros por a?o. Con eso, a un euro por libro, no gana el sueldo de un gerentito de segunda categor¨ªa en una empresa. De modo que lo ¨²nico que le puede salvar es un premio literario.
P. ?Los Pichiciegos est¨¢ en la cima de su obra?
R. Creo que es el mejor libro que he escrito. Fue una apuesta muy grande hecha en muy poco tiempo y acert¨¦ toda la apuesta. Corr¨ª riesgos muy grandes en t¨¦rminos de postular ciertas cosas que funcionaron, que la gente entendi¨®.
P. ?Qu¨¦ es escribir?
R. Un esl¨®gan viejo dec¨ªa: "Escribir es pensar". Para m¨ª es pensar. Pensamos muy r¨¢pido y la velocidad del pensamiento te impide agarrar las cosas. Poni¨¦ndolo en texto, uno lo puede contemplar un rato por lo menos. Especialmente cuando uno lo pone en un texto de ficci¨®n o en un texto de poes¨ªa, donde no tiene que rendir ninguna cuenta de verificabilidad ni de validez moral, nada.
P. ?C¨®mo le gustar¨ªa que le leyeran?
R. Con buena voluntad y con una cierta luz especial para registrar lo que yo quiero que registren los lectores. Una especie de muy buena voluntad.
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