Miseria
Un diputado del PP de Huelva lleva una iniciativa al Parlamento: pide al Gobierno andaluz la versi¨®n oficial de los delitos y atropellos contra la Constituci¨®n que se cometieron en un instituto de bachillerato de Moguer durante las fiestas del D¨ªa de Andaluc¨ªa. El Departamento de Filosof¨ªa hab¨ªa extendido 300 metros de papel para que los estudiantes escribieran lo que en este belicoso momento se les antojara, y, al parecer, se escribieron tales cosas que un par de d¨ªas m¨¢s tarde, a las ocho de la ma?ana, hora verdaderamente detectivesca, la polic¨ªa judicial se present¨® en el instituto para investigar los hechos.
Seg¨²n el diputado popular, hab¨ªan insultado al presidente Aznar y a la Casa del Rey y hab¨ªan atropellado la Constituci¨®n. Yo pregunto: ?hasta qu¨¦ punto llegaron las palabras para merecer una iniciativa parlamentaria? ?Qu¨¦ manchas cayeron sobre el Rey o los suyos? ?Qu¨¦ se dijo del estadista mundial Aznar? Pido excusas, voy a reproducirlo: "Aznar, maric¨®n". "Aznar, criminal". Entre trescientas pintadas en trescientos metros, alg¨²n impertinente solt¨® dos exabruptos. El maleducado no atropell¨® la Constituci¨®n, desde luego, que ampara el derecho a la expresi¨®n libre y proh¨ªbe la censura previa, pero quiz¨¢ incurri¨® en un delito de injurias y toc¨® un derecho fundamental de Aznar, su derecho al honor.
No s¨¦ si maric¨®n debe ser considerado un insulto. Puede ser una mentira, como el apelativo de criminal. Pero un juez de por aqu¨ª dictamin¨® que los insultos entre pol¨ªticos no son precisamente injurias: los pol¨ªticos se pueden llamar unos a otros ladr¨®n, fascista, terrorista, cabr¨®n e hijo de puta, por ejemplo. As¨ª que, de acuerdo con la Constituci¨®n y su garant¨ªa de la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, estamos autorizados a llamar a cualquier pol¨ªtico como los pol¨ªticos se llaman entre ellos en el acaloramiento del debate. En ese debate estamos todos. Ahora bien, ?falt¨® alg¨²n estudiante de Huelva a la Constituci¨®n atacando a la Casa del Rey?
Imbuido por la imagen feliz del a¨²n joven pr¨ªncipe Felipe, un estudiante lo pint¨® enarbolando la bandera de la paz: entra?able visi¨®n medieval del pr¨ªncipe heredero como palad¨ªn de la justicia. Otro estudiante, m¨¢s airado y menos rom¨¢ntico, tach¨® al pr¨ªncipe y escribi¨® una frase rotunda: "No a la monarqu¨ªa". ?Cometi¨® un delito? ?Negar la monarqu¨ªa no es un derecho impl¨ªcitamente amparado por la Constituci¨®n? Por el instituto de Moguer pasan estos d¨ªas unas alumnas de Estados Unidos: quiz¨¢ el diputado del PP deber¨ªa preguntarles c¨®mo se ven en la gran rep¨²blica ultramarina semejantes sucesos (es saludable saber c¨®mo ven las cosas los extra?os, m¨¢s propensos a descubrir nuestras ridiculeces). A lo mejor le contaban qu¨¦ llega a decirse de su presidente en las pancartas estudiantiles. O c¨®mo, por sentencia del Tribunal Supremo dictada en nombre de la libertad de expresi¨®n, el americano que as¨ª lo estime conveniente tiene derecho a quemar su bandera.
?Lo peor del tumulto de Huelva? Que estudiantes de Am¨¦rica y de Moguer (¨¦stos sobre todo: se quedan aqu¨ª) puedan pensar que nuestra Constituci¨®n es tan miserable y estrecha como el diputado del PP la imagina.
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