Todos calvos
El tema puede herir susceptibilidades, como es costumbre advertir en las pel¨ªculas donde, sin venir a cuento, se incluyen est¨¦ticos traseros femeninos y, en ocasiones, con discutible oportunidad y frecuencia, masculinos. Asunto este otro que afecta a la mayor¨ªa de los hombres y, al parecer, en creciente proporci¨®n, a las se?oras: la calvicie. Delicada y escabrosa situaci¨®n que hemos de abordar con humor y condescendencia, declarando la m¨¢s comprensiva adhesi¨®n a los afectados. Sucede algo parecido con la dentici¨®n, pero al rev¨¦s: nos duelen los dientes al salir y que los cabellos abandonen nuestra cabeza, siempre prematuramente. Puede ser frustr¨¢neo, arcaico vocablo que no se sustituye por frustrante -por mucho que se emplee, aunque los acad¨¦micos disfrutan de enormes tragaderas- y a ello se intenten aplicar muchos remedios, que los hay. El paralelo con la dentadura es correcto, porque ocurre que nos ocupamos de ambas desgracias siempre tard¨ªamente, cuando tienen mal arreglo y muy caro. Puede ser una elevada inversi¨®n, que a nadie beneficia en el futuro, pues ya no se emplea el oro en los empastes, tan codiciado por salteadores de tumbas.
Primero los champ¨²s, lociones, cremas, ung¨¹entos y potingues para contener la deserci¨®n de los rizos, cuando lo m¨¢s aconsejable es lavarse la cabeza todos o casi todos los d¨ªas. Algunos aducen que no es sano, pero eso procede de cuando la gente lo hac¨ªa con jab¨®n Lagarto. Luego llega la lucha interior, la heroica decisi¨®n de sustituir el pelo pr¨®fugo por el peluqu¨ªn, el postizo, el biso?¨¦.
Discurr¨ªamos sobre esta materia en el bar. Un coet¨¢neo tom¨® la palabra, como siempre con cierto engolamiento: "Muchos hombres buscan consuelo y refugio en el frondoso bigote, tipo Sadam Husein, en la cerdosa barba que, cuando sigue una moda, suele ir acompa?ada de espesa pelambrera. Una larga congoja. ?Veis mi cr¨¢neo reluciente y lirondo? Por ¨¦l han pasado innumerables caireles y a?adidos sin conseguir resultados apetecibles. Encuentro b¨¢lsamo y alivio en la fama, que procuro propalar, de que los calvos somos buenos amadores. Y en el refr¨¢n que asegura que no hay cabeza peque?a que sea calva. He aceptado la situaci¨®n como irremediable, con la testa muy alta, tanto que pocos se den cuenta de mi alopecia".
Terci¨® otro amigo, habitualmente taciturno, a quien la conversaci¨®n no parec¨ªa afectarle: "Deduzco que lo ignor¨¢is, pero esto que me cubre no es m¨ªo m¨¢s que por lo mucho que me ha costado implantarlo pelo a pelo. Es molesto, inc¨®modo y gravoso". Quedamos boquiabiertos pues ignor¨¢bamos aquel desastre capilar; por su antigua profesi¨®n de diplom¨¢tico se ausentaba de Madrid durante largos periodos y le ve¨ªamos de tanto en tanto. La declaraci¨®n revest¨ªa la solemnidad de una salida del armario, de no importa qu¨¦ armario. Concluy¨®: "Lo he revelado aqu¨ª y no lo repetir¨¦. Es grave dispendio, para un funcionario como yo, y a¨²n me supone un pico su conservaci¨®n y replantaci¨®n, pero os aseguro que son dineros de los que me desprendo sin pena. Compensa cada vez que me miro al espejo. Observado atentamente se nota que es artificial, pero me importa un r¨¢bano y ni siquiera pretendo enga?ar a los dem¨¢s, que no han compartido el gasto. Me enga?o a m¨ª mismo y esa satisfacci¨®n la encuentro sumamente rentable".
Prometimos guardarle el secreto que nos pidi¨®, aunque nos dej¨® maravillados aquella curiosa interpretaci¨®n, tanto m¨¢s sorprendente cuanto que no se distingue por su presunci¨®n, que sepamos. El m¨¢s cr¨ªtico del grupo le contempl¨®, mientras abonaba la consumici¨®n y se alejaba de nosotros y encontr¨® su desahogo: "No le creo", dijo. "Es un farsante y un impostor. Nadie que se haya hecho un implante de esa magnitud lo admite, salvo para provocar envidia. Es de las pocas inversiones que no se declaran a Hacienda ni en el confesionario". El del cr¨¢neo mondo abund¨® en el mismo parecer, tal despilfarro no pod¨ªa perpetuarse en el sigilo. Dicen que esa antigua verg¨¹enza masculina se propala en el sexo contrario, lo que no deja de ser otra equitativa reivindicaci¨®n. Creo recordar que fueron unas mujeres quienes aseguraron que la verdadera igualdad entre los sexos se producir¨ªa cuando ellas consideraran distinguida la calvicie y ser¨¢n parejas a los varones al desempe?ar puestos de responsabilidad para los que carezcan, en absoluto, de condiciones. Dentro de cien a?os, ya saben...
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