Juntos pero no revueltos
Manuela Carrasco y Antonio Canales, juntos. Dos superestrellas, cada uno con su estilo propio, con su personal concepto del baile. Que en este caso concreto no casan muy bien, porque vienen de distintos entendimientos de lo jondo, Carrasco de lo m¨¢s enraizado en la tradici¨®n flamenca, Canales de un proceso acelerado de evoluci¨®n que ha tergiversado muchas cosas.
El ayuntamiento, en ocasiones as¨ª, dif¨ªcilmente resulta. La verdad es que casi ni lo intentan. Hacen de entrada los dos juntos un taranto, no demasiado trabajado ni precisamente profundo; evidentemente ¨¦ste es un palo en el que ninguno de los dos parece sentirse c¨®modo. Y de salida, volviendo a juntarse en las buler¨ªas finales, que anunciaron como romance aunque tuvieran poco de ello. Unas buler¨ªas tremendas, con mucho patad¨®n y mucho teatro, incluido el gesto efectista de Canales de abrirse la camisa con violencia. Todo muy jondo como podemos ver, pero me temo que poco verdadero.
Tierra y fuego
Baile: Manuela Carrasco, Antonio Canales, Juan de Juan y Rafael de Carmen. Cante: Antonio Z¨²?iga, David de Mor¨®n, Jos¨¦ Valencia y Samara Amador. Toque: Daniel L¨®pez, Joaqu¨ªn Amador y Miguel Iglesias. Teatro Villamarta, Jerez de la Frontera, 9 de marzo.
En el resto del espect¨¢culo cada uno va a lo suyo. Lo que venimos vi¨¦ndoles desde hace d¨¦cadas. Antonio Canales, esas buler¨ªas por sole¨¢ que hace siempre, aunque en el programa vuelvan a jugar al despiste y anuncian siguiriyas; buler¨ªas por sole¨¢, las de Canales, con mucho poder y mucho pu?etazo al aire. Y Manuela Carrasco sus soleares, que ella hace con temple y se?or¨ªo ciertamente, pero que le hemos visto tantas veces que ya se nos antojan mec¨¢nicas y rutinarias; en esta ocasi¨®n, por a?adidura, se le fue la mano al levantar el borde de su bata excesivamente, hasta las proximidades de la lencer¨ªa.
Y adem¨¢s, los j¨®venes. Juan de Juan y Rafael de Carmen. Por tangos y por alegr¨ªas, y no a la par sino uno detr¨¢s de otro. Los bailes de Canales y Carrasco fueron eternos, estos tambi¨¦n. Es una barbaridad, esta tendencia a alargar los bailes de manera inmisericorde, como si la competencia fuera de cantidad y no de calidad. Y, adem¨¢s, estos j¨®venes a un ritmo desenfrenado, de metralletas, un t¨¦rmino que los cr¨ªticos nos vemos obligados a emplear con frecuencia, y no por capricho; aut¨¦nticas metralletas, ?pim, pam, pum, fuego!
Viendo espect¨¢culos como ¨¦ste hay momentos en que me da la impresi¨®n de que estamos donde est¨¢bamos: es decir, muchos a?os atr¨¢s. Ninguna frescura, nada que nos suene a nuevo, como si estos flamencos se hubieran quedado sin ideas, sin iniciativas. Pero el p¨²blico aplaude con entusiasmo, como siempre tambi¨¦n. Si a los artistas les bastan los aplausos, los flamencos deben sentirse en el mejor de los mundos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.