Dos cartas de Unamuno a Altamira explican su crisis espiritual de 1897
El Bolet¨ªn de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, cuyo director es Juan Marichal, publica dos cartas de Miguel de Unamuno, una de ellas in¨¦dita, a Rafael Altamira, en las que el fil¨®sofo y novelista explica, no sin humor, la gravedad de la crisis espiritual que sufri¨® en 1897.
El profesor institucionista Altamira (1866-1951) escribe a su amigo desde Alicante, el 31 de mayo de 1897, para contarle lo que le ha parecido Paz en la guerra, la primera novela de Unamuno (ten¨ªa entonces 32 a?os), que trataba sobre la ¨²ltima guerra carlista. Primero, le echa una flor ("me ha gustado mucho, me ha impresionado mucho y me ha sujestionado mucho"); luego, alg¨²n mandoble ("la falta de lima del lenguaje", "disuenan algunas entradas en escena del autor, que, olvid¨¢ndose de que cuenta hechos, filosofa sobre ellos por boca propia, y no por la de sus personajes"); despu¨¦s, m¨¢s elogios ("la forma o manera me parece muy bien. Recuerda a Tolstoi"; "La riqueza del pensamiento es grande", "siente usted muy bien el campo..."), y por fin vaticina que no tendr¨¢ mucho ¨¦xito: "No me atrevo a decir que el libro de usted le guste a la generalidad".
Y acaba, como sin querer, as¨ª: "Deseo que haya usted resuelto su crisis de que me hablaba su carta de 26 de marzo".
Unamuno (Bilbao, 1864-Salamanca, 1936) se toma seis meses para contestar. El manuscrito, depositado en el Archivo Altamira de la Residencia de Estudiantes, es un resumen emotivo del dolor pasado, de los d¨ªas en que, dice, "no pensaba yo en otra cosa ni ten¨ªa el ¨¢nimo lleno m¨¢s que de proyectos literarios y otras vanidades por el estilo. Viv¨ªa en pleno egocentrismo, como casi todo literato, y peregrinando a la vez por el desierto del intelectualismo".
Aunque lo peor lleg¨® luego: "Pero all¨¢ a fines de marzo ca¨ª de repente y sin saber c¨®mo ni por d¨®nde en un estado de inquietud y angustia por el que hab¨ªa pasado hace ya a?os. La obsesi¨®n de la muerte y m¨¢s que de la muerte del aniquilamiento de la conciencia me persegu¨ªa. Pas¨¦ noches horribles, de insomnios angustios¨ªsimos, y vino a a?adirse a esto el tormento de darme a cavilar si ser¨ªa todo ello principio de trastorno mental, debido acaso a lo excesivo de la intensidad de estudio y meditaci¨®n a que me hab¨ªa entregado, un estallido de mi intelectualizaci¨®n aguda".
?La enfermedad del Quijote? "Esa preocupaci¨®n constante por el destino final propio me llev¨® a buscar alivio y calma donde pude hallarlo, en la vuelta a h¨¢bitos de la ni?ez, en la resurrecci¨®n de mi alma de ni?o".
Despu¨¦s manda saludos para Clar¨ªn, "demasiado preocupado por la gente nueva", y se despide.
Dos d¨ªas despu¨¦s, el autor de San Manuel Bueno, m¨¢rtir vuelve a escribir a su amigo, que le hab¨ªa contestado el 22 de octubre. En esta segunda carta, in¨¦dita hasta ahora, Unamuno alaba la cr¨ªtica de Altamira a su novela: "Me gusta, incluso en las observaciones finales acerca de mi lenguaje", y regresa a su preocupaci¨®n mayor: su crisis religiosa. "Si supiese, amigo Altamira, cu¨¢nto he cambiado en poco tiempo. He cambiado y sin embargo no he evolucionado". (...) "Ando vagando en un cristianismo ¨ªntimo, recogido, lo m¨¢s espiritual posible (...) y por otra parte en un catolicismo idealizado, en ansias de poner mi alma al ritmo del alma de mi pueblo y sentir la religi¨®n como algo social y p¨²blico".
Y para acabar deja esta iluminaci¨®n: "Quisiera tener fuerza para publicar an¨®nimo; pero est¨¢n mis hijos que exigen que cultive mi nombre como una f¨ªsica. Y por otra parte muchas veces he pensado que as¨ª como puso Dios deleite en el acto procreador para que hagamos de grado lo que por deber no har¨ªamos, puso tambi¨¦n deleite de vanagloria en los trabajos de producci¨®n mental, para que los llevemos a cabo, y que as¨ª como aquel deleite casual es causa de la perdici¨®n de muchos, as¨ª es causa de muerte este deleite espiritual. ?Dichoso quien hace y cr¨ªa hijos puesta su uni¨®n en la gloria y servicio de Dios, y esparce pensamientos para gloria de ?l y bien del pr¨®jimo!".
En el n¨²mero del BILE firman, entre otros, Julia Cela, Juan Cruz, Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao, El¨ªas D¨ªaz, Jos¨¦ Garc¨ªa-Velasco, Laureano Robles y Mercedes G¨®mez Blesa.
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