Defensa de lo inmaterial
El autor se?ala la conveniencia de proteger aquellas obras y huellas de la creaci¨®n humana que se legan y perennizan a trav¨¦s del hilo inmaterial de tradiciones orales, h¨¢bitos comunitarios o t¨¦cnicas ancestrales
Nadie de buen juicio en el mundo de hoy alberga dudas acerca de la importancia que tienen y de la salvaguardia que merecen aquellos monumentos hist¨®ricos o art¨ªsticos catalogados como Patrimonio de la Humanidad. Nadie ignora tampoco el rango de Espa?a o del Per¨² en el mapa universal de estos vestigios tangibles y cimeros del talento creativo o del tes¨®n.
Muchos, en cambio, subestiman, por impalpables o en apariencia ef¨ªmeros, otros rastros, otras huellas magn¨ªficas de la creatividad y el talento del hombre. Nos referimos a aquellas obras colectivas, manifestaciones art¨ªsticas, formas de cultura tradicional y popular, que de ordinario no requieren cobijarse en la solidez de la roca o la perdurable plasticidad del m¨¢rmol como soportes materiales, sino que se legan y perennizan a trav¨¦s del hilo inmaterial de tradiciones orales, h¨¢bitos comunitarios, herencias art¨ªsticas o t¨¦cnicas ancestrales, que como las aguas de un r¨ªo subterr¨¢neo discurren de padres a hijos, de abuelos a nietos, de una generaci¨®n a otra, en cualquier conf¨ªn del planeta.
"El patrimonio material no puede ser interpretado sino a trav¨¦s de lo inmaterial: la lengua"
En efecto, desde un punto de vista hist¨®rico, los fundamentos culturales de la mayor¨ªa de los pueblos han sido construidos gracias a tradiciones orales milenarias. La Il¨ªada y La Odisea constitu¨ªan un repertorio de relatos que eran recitados por los aedas, cantores ¨¦picos de la Grecia antigua, y que devinieron inmortales a trav¨¦s de la escritura gracias a las narraciones de Homero. El Mahabarata y el Ramayana, cuentos ¨¦picos escritos en la India a finales del primer milenio antes de Cristo, se basan en los antiguos Vedas, textos considerados tan preciosos que s¨®lo pod¨ªan transmitirse oralmente entre generaciones de brahmanes.
Los pueblos originarios de lo que hoy es Am¨¦rica son tambi¨¦n depositarios de tradiciones orales de una asombrosa diversidad. Y entre ellas, las que corresponden a las cosmogon¨ªas maya, azteca e inca son, adem¨¢s, sorprendentemente compatibles con la moderna aspiraci¨®n a lo que se ha dado en llamar desarrollo durable. Tales tradiciones, enriquecidas con el aporte de Espa?a y otras regiones del mundo, han dado lugar a visiones culturales sincr¨¦ticas de extraordinaria riqueza. Los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega representan al respecto la primera expresi¨®n literaria mestiza del continente americano. Ella recoge la historia, los mitos y las leyendas del Imperio de los Incas, que el autor hered¨® oralmente de sus ancestros. Se trata de narraciones que pudieron ser "salvadas" para la posteridad. Pero, ?qu¨¦ decir de las tradiciones orales perdidas para siempre o que sobreviven apenas en tantos lugares del mundo?
Si toda forma de patrimonio cultural es fr¨¢gil, su expresi¨®n inmaterial, aquella que habita el esp¨ªritu y el coraz¨®n del hombre, lo es de modo muy particular. La idea de patrimonio responde a un modelo ¨²nico, dominado por determinados criterios est¨¦ticos e hist¨®ricos, lo cual hace que nuestras definiciones resulten demasiado estrechas. Ellas privilegian la ¨¦lite, lo monumental, lo escrito, lo ceremonial. Hay que revisar estas concepciones y elaborar mejores m¨¦todos de identificaci¨®n y de interpretaci¨®n de nuestro patrimonio. Sin comprender los valores y las aspiraciones que inspiraron al creador, al artista, el objeto fuera de contexto hist¨®rico no puede recuperar su verdadero sentido. En otras palabras: el propio patrimonio material no puede ser interpretado sino a trav¨¦s de lo inmaterial: la lengua, por ejemplo, que es reflejo de una concepci¨®n del mundo, de una cosmogon¨ªa, de una cultura. Por ello, nuestra diversidad ling¨¹¨ªstica es un triunfo, y su mengua empobrece ese fondo com¨²n de conocimientos y herramientas del pensamiento creativo y de la comunicaci¨®n con que cuenta la humanidad.
Pero no se trata tan s¨®lo de la lengua, sino de m¨²sica, bailes, rituales, artesan¨ªa, medicina tradicional, farmacopea, artes culinarias, m¨¦todos y sistemas agr¨ªcolas, t¨¦cnicas de construcci¨®n de viviendas y recintos p¨²blicos, etc¨¦tera. Es decir, de aquellas formas de creaci¨®n colectiva o individual que emanan de una cultura compartida y se basan en la tradici¨®n. Se trata entonces, conviene reiterarlo, de un patrimonio cultural en extremo vulnerable que es preciso preservar con celo. Tanto m¨¢s cuanto en el contexto de la mundializaci¨®n nos debatimos entre la tentaci¨®n de un modelo cultural ¨²nico y la posibilidad de reforzar y desarrollar el tesoro inmenso de nuestra diversidad.
En este sentido, el patrimonio cultural inmaterial, no por intangible resulta inerte. Todo lo contrario: es tal vez lo m¨¢s vivaz, din¨¢mico y estimulante de nuestro legado. A despecho de su fragilidad, en efecto, muchos conocimientos ancestrales podr¨ªan aportar respuestas espec¨ªficas para la soluci¨®n de algunos complejos problemas contempor¨¢neos, en especial en campos como la ecolog¨ªa o la medicina tradicional. Sobre todo en una ¨¦poca en la que parece tan necesario reforzar los v¨ªnculos de reciprocidad entre lo econ¨®mico, lo ecol¨®gico, lo social y lo cultural.
Recordemos, a t¨ªtulo de ejemplo, la existencia en el Per¨² de ciertas t¨¦cnicas ancestrales en la construcci¨®n de viviendas que permiten enfrentar con particular solvencia los frecuentes movimientos s¨ªsmicos. Las viviendas as¨ª construidas son m¨¢s resistentes a los terremotos y menos costosas. Estas t¨¦cnicas han sido probadas con buen ¨¦xito en Am¨¦rica Central, que sufre a menudo el mismo tipo de desastres naturales. Nada impide que en el futuro este bagaje ancestral pueda ser ¨²til a poblaciones que en otras latitudes sufren los efectos de cat¨¢strofes s¨ªsmicas semejantes.
Por ello, nos complace que la Unesco haya logrado en los ¨²ltimos a?os, y a trav¨¦s de un conjunto de iniciativas, que la perspectiva cultural cobre importancia en las agendas pol¨ªticas nacionales e internacionales, sobre todo en cuanto al desarrollo. El Informe de la Comisi¨®n Mundial de Cultura y Desarrollo, que entre 1993 y 1995 tuve el honor de presidir, la Declaraci¨®n Universal sobre la Diversidad Cultural de 2001 y el actual proceso de preparaci¨®n de una pr¨®xima Convenci¨®n Internacional sobre la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se inscriben en la mejor tradici¨®n de este organismo de Naciones Unidas, aquella que lo vincula al salvamento y la salvaguardia de monumentos excepcionales del patrimonio f¨ªsico de la humanidad.
En la Mesa Redonda de Ministros de Cultura convocada por la Unesco en septiembre de 2002 en Estambul, con el fin de proporcionar insumos para la futura Convenci¨®n Internacional sobre Patrimonio Inmaterial, propuse dos ejes conceptuales para el andamiaje institucional y jur¨ªdico del futuro instrumento: establecer, de un lado, las atribuciones y deberes de cada Estado Parte en la determinaci¨®n de las formas de patrimonio que deben ser protegidas en su territorio, y, de otro, la responsabilidad de la comunidad de naciones en la consagraci¨®n del principio de solidaridad y cooperaci¨®n internacionales para la salvaguardia del patrimonio inmaterial de los Estados.
En cuanto al Per¨², al que represento en el seno de la Unesco, est¨¢ dispuesto a ejercer atribuciones y asumir deberes. No s¨®lo en la determinaci¨®n de su patrimonio inmaterial, sino en la cooperaci¨®n con otros Estados de Am¨¦rica u otras regiones para llevar adelante la formidable tarea com¨²n de preservar las m¨¢s delicadas y tal vez mejores huellas de nuestro pasado, y contribuir con ello a la construcci¨®n de un futuro m¨¢s armonioso, solidario y grato para la humanidad en su conjunto.
Es de esperar que la comunidad internacional y, en un plano protag¨®nico, la Unesco cumplan con la responsabilidad que les incumbe tanto en el proceso de puesta en vigor de la futura Convenci¨®n Internacional sobre Patrimonio Inmaterial cuanto en el apoyo efectivo y permanente a los Estados miembros. Sobre todo a aquellos cuya riqueza patrimonial y fidedigno esfuerzo log¨ªstico y financiero exigen contrapartidas que reconozcan esa riqueza y estimulen tal esfuerzo. La especial sensibilidad del director general de la Unesco en lo que concierne al Patrimonio Inmaterial, as¨ª como el creciente inter¨¦s que vienen manifestando pa¨ªses como Francia, Grecia, Brasil, la India, Jap¨®n y muchos otros en cuanto a su salvaguardia, constituyen sin duda elementos que invitan al optimismo. Al fin y al cabo, una organizaci¨®n que luce en medio siglo de historia haza?as como el salvamento de Ab¨² Simbel, la salvaguardia de Angkor o la preservaci¨®n, frente al maleficio demente de la guerra, de la ciudad-monasterio de Angkor-Wat, puede y debe, con el l¨²cido apoyo de la comunidad internacional, erguirse por encima de banales contingencias contables para intentar haza?as semejantes en pro de otras huellas por igual gigantescas, aunque incorp¨®reas, del genio y la diversidad creativa del ser humano.
Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar es ex secretario general de la ONU, ex primer ministro de Per¨² y actual embajador de su pa¨ªs en Francia y ante la Unesco.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.