Reflexiones de un escritor letrado
De todos los practicantes de las artes de la palabra, los novelistas han sido los primeros en querer desligarse de la cultura letrada. Seducidos por otros lenguajes - el cine, la televisi¨®n, el c¨®mic, el v¨ªdeo-, muchos han abandonado la idea de que existe una tradici¨®n que deben conocer: proclamar que no se ha le¨ªdo la Celestina, el Quijote o el Ulises de Joyce ha sido saludado como acto de valent¨ªa y sinceridad que s¨®lo puede atraer lectores, en lugar de ahuyentarlos, como ser¨ªa l¨®gico: ?para qu¨¦ leer a aquel que se jacta de no haber le¨ªdo? Pero aunque podamos ser se?ores de nuestras jactancias no lo somos de nuestra memoria: lo no le¨ªdo no es m¨¢s que lo le¨ªdo sin querer; o sea, sin pensamiento. El fen¨®meno no es s¨®lo espa?ol: cada sociedad literaria posee sus practicantes de esta ingenuidad sistem¨¢tica y asombrosa. No es la ¨²nica; hay otro modo paralelo de ingenuidad, en este caso pedante m¨¢s que orgullosamente ignorante: la que proclama no necesitar "literatura secundaria" en su acceso a los cl¨¢sicos y finge la experiencia sublime del contacto directo con Dante, por ejemplo.
EL NOVELISTA PERPLEJO
Rafael Chirbes
Anagrama. Barcelona, 2003
196 p¨¢ginas. 13 euros
Rafael Chirbes no incurre en ninguna de estas pr¨¢cticas. No quiere ser iletrado ni tampoco finge que no lee cr¨ªtica: El novelista perplejo es un libro de pensamiento literario -desde la cultura letrada y a partir de ella- en el que hay art¨ªculos de distinto origen acerca de problemas -t¨¦cnicos, hist¨®ricos, sociales- propios del arte de la palabra. Sobre todo, Chirbes no supone que naci¨® novelista: no da por supuesto que cualquier experiencia vivida -aun la m¨¢s banal- es transmisible cuando se publica ficci¨®n. En pocas ocasiones se refiere abiertamente a sus paisajes personales, y cuando lo hace estas alusiones se enlazan con otros destinos literarios. En primer lugar, con el de Juan Mars¨¦: el homenaje irrestricto a Si te dicen que ca¨ª es una de las piezas m¨¢s convincentes que he le¨ªdo sobre esta novela extraordinaria. En segundo t¨¦rmino, con el de Max Aub; los tres ensayos que aqu¨ª se le dedican, de gran extensi¨®n y riqueza de matices, lo convierten en una suerte de espejo sobre el cual proyectar los efectos actuales de los debates en torno de la novela castellana.
Si con Aub, Chirbes erige
una imagen compleja -en el cruce de vanguardia, exilio, conflicto ling¨¹¨ªstico y funci¨®n social del escritor-, en los trabajos dedicados a Bor¨ªs Pilniak, Ford Madox Ford, Francis Bacon o Juan Eduardo Z¨²?iga trata de pensar en ciertos desaf¨ªos de la t¨¦cnica definida como "lugar desde el que se mira" (p¨¢gina 53): experimento, perspectiva, construcci¨®n del narrador y v¨ªnculo entre historia y novela. Esos desaf¨ªos no se convierten en certidumbres, sino en est¨ªmulos para la reflexi¨®n: en El punto de vista se pueden rastrear todas las posiciones e indecisiones en torno de la relaci¨®n entre b¨²squeda literaria y tradici¨®n, mientras que en Psicofon¨ªas (Legitimidad y narrativa) se hace un repaso detallado a la cuesti¨®n del realismo, aut¨¦ntico y recurrente punto de toque de la narrativa actual.
Quiz¨¢ cuando parafrasea posturas cr¨ªticas que no le convencen demasiado, Chirbes parece repetir objeciones antes o¨ªdas o resumidas que transitadas con atenci¨®n. Seg¨²n su propuesta, si lo he entendido bien, la "literariedad" aludir¨ªa a una literatura autosuficiente, "que no mira fuera de la literatura" ( p¨¢gina 23). Sabemos, sin embargo, que el t¨¦rmino no se refiere a tal cosa, sino a aquello que hace que cualquier texto -un poema, un eslogan, una canci¨®n de cuna, un cuento- pueda ser le¨ªdo como literatura. Ser¨ªa en todo caso lo contrario de lo que Chirbes alude. Da m¨¢s bien la impresi¨®n de que con esta palabra parece aqu¨ª se?alarse una suerte de sospechosa concomitancia, en las letras espa?olas de la transici¨®n, entre "la escritura como brillante fruto de ingenios superiores" (p¨¢gina 23) y prestigio literario. No queda claro, en las p¨¢ginas que siguen, qu¨¦ se opondr¨ªa a semejante bando excluyente.
No obstante estas dubitaciones, Chirbes no erige para s¨ª mismo un sitial de creador que lo exonere de la pr¨¢ctica de la confrontaci¨®n intelectual o de la reflexi¨®n: en ese sentido, su libro es una inteligente y t¨¢cita refutaci¨®n del abandono de las funciones letradas por parte de los novelistas. Incluso, a pesar de sus reticencias ante "eso que llaman intertextualidad" (p¨¢gina 81), ¨¦l conscientemente deja las huellas de sus lecturas no s¨®lo en las citas expl¨ªcitas, sino tambi¨¦n en el modo de argumentar. Y, despu¨¦s de todo, eso y no otra cosa es la "intertextualidad": una red de pistas de lecturas que, con voluntad de ser descubiertas, dejan los textos. Y la red de Chirbes dibuja un recorrido exigente y nada caprichoso por la genealog¨ªa propia de la novela castellana, por los hitos de la modernidad literaria y por sus exigencias formales y ¨¦ticas.
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