Declive bajo las torres
El mazazo que recibieron ayer fue tremendo. Los Albertos se encontraban en sus despachos pensando ya en el fin de semana. Entonces estall¨® la noticia. Los servicios de prensa apenas se atrevieron a coment¨¢rsela. No esperaban lo que pas¨®. Los primos, quiz¨¢ en un exceso de optimismo, confiaban que el Supremo ratificara la sentencia de la Audiencia de Madrid que les hab¨ªa eximido de pena por su actuaci¨®n en la venta del solar donde se contruyeron las torres inclinadas de KIO. Ahora s¨®lo les queda el Constitucional para evitar la c¨¢rcel.
Los primos Alberto Cortina Alcocer y Alberto Alcocer Torra eran unos desconocidos hasta que, un d¨ªa de mitad de los a?os ochenta, aparecieron embutidos en unas gabardinas claras junto a un vertedero de Valdeming¨®mez, cercano a la capital. Hasta la fecha, estos dos ejecutivos de la empresa Construcciones y Contratas, se hab¨ªan resistido a salir en los papeles. Pero aquella ma?ana ventosa se dejaron hacer la foto que luego recorrer¨ªa todas las redacciones del pa¨ªs y que, irremisiblemente, les emparej¨® para siempre como los Albertos, sobrenombre que nunca les molest¨®.
Habituales a los actos de alto copete, Aznar no se olvid¨® de invitarles a la boda de su hija
La pareja se convirti¨® en uno de los iconos de la Espa?a del 'pelotazo', del dinero f¨¢cil
Los dos primos se hab¨ªan aplicado, hasta entonces, en aprender los secretos del negocio constructor-inmobiliario al que hab¨ªan entrado por v¨ªa matrimonial en 1970 tras casarse un a?o antes con las hermanas Esther y Alicia Koplowitz, hu¨¦rfanas de un adinerado ingeniero alem¨¢n que hab¨ªa hecho fortuna con la constructora en los a?os cuarenta. Alcocer, el mayor de los Albertos, proced¨ªa de Induban y se cas¨® con la mayor de las hermanas, Esther. Cortina, que ven¨ªa de una empresa de autopistas, con la peque?a, Alicia.
La muerte prematura de Ernesto Koplowitz hab¨ªa dejado Construcciones y Contratas y a las dos hermanas bajo el padrinazgo de Ram¨®n Areces, el poderoso due?o de El Corte Ingl¨¦s, amigo de la familia. Areces trat¨® a los dos primos con el mismo desprendimiento que lo hac¨ªa con sus mujeres. Y ellos, por supuesto, agradecieron el aprendizaje mientras se preparaban para asaltar mayores cotas.
Los dos contaban con su propio pedigr¨ª (nietos del que fuera alcalde de Madrid Alberto Alcocer y sobrino e hijo, respectivamente, del diplom¨¢tico Pedro Cortina Mauri, que luego ser¨ªa ministro de Exteriores con Franco) y estaban acostumbrados a codearse en los salones de lujo y en las fiestas camperas de la alta sociedad madrile?a. Eran miembros de pleno derecho de la beautiful people que tuvo su momento m¨¢s bullicioso justo cuando estos hombres que siempre han despuntado por su cordialidad y la facilidad para entablar amistades decidieron saltar a la arena. En la actualidad, siguen en la cr¨¨me y son habituales en los acontecimientos sociales de alto copete. El propio presidente Aznar no se olvid¨® de invitarles a la boda de su hija con Alejandro Agag.
Eran, entonces, los tiempos del boom inmobiliario. El negocio vivi¨® un resurgimiento que se hizo incontrolable en poco tiempo y en el que los primos jugaron un papel protagonista de primera fila. El precio del metro cuadrado, que desde entonces no ha dejado subir, alcanz¨® l¨ªmites insospechados. Una de las primeras andanadas la dieron los Albertos, cuando compraron a la hundida ERT el proyecto de lo que ser¨ªa la Torre Picasso, uno de los emblemas de aquella ¨¦poca de esplendor en que se tocaba la gloria con cualquier movimiento. La constructora pag¨® 5.000 millones de entonces por el solar y a raz¨®n de 40.000 pesetas el metro cuadrado de la alta torre.
En los c¨ªrculos del poder financiero algunos, pocos, se echaron las manos a la cabeza mientras se preguntaban qui¨¦nes eran aquellos dos osados j¨®venes. Pero para entonces, aupados por sus apuestas en el sector inmobiliario y siempre vigilados por el patriarca Areces, ya se hab¨ªan convertido en principales accionistas del Banco Zaragozano. Y es que, a pesar de la recomendaci¨®n contraria de su padrino, hab¨ªan decidido tambi¨¦n hacerse banqueros. Claro que eso y las posteriores aventuras inversoras les supuso partir las peras con los hombres de El Corte Ingl¨¦s, con los que manten¨ªan muy estrechas relaciones.
La pareja se convirti¨® en uno de los iconos de la Espa?a del pelotazo, del dinero f¨¢cil, gobernada por el PSOE, en la que tambi¨¦n aparecieron otros protagonistas como Javier de la Rosa o Mario Conde y que ha desembocado con muchos en prisi¨®n. Precisamente, con el primero de ellos, representante del grupo KIO, los primos se aventuraron en el asalto al Banco Central, que fracas¨® tras la maniobra de Alfonso Esc¨¢mez. ?ste se busc¨® el apoyo del Banesto de Mario Conde para contrarrestarles. El tiempo demostrar¨ªa que el Central estaba en una situaci¨®n muy vulnerable y que el tiro no estaba nada mal pensado. Otra cosa fue la ejecuci¨®n. Con KIO abordaron tambi¨¦n la construcci¨®n de las torres inclinadas en Madrid por cuya actuaci¨®n ahora han recibido una condena de c¨¢rcel.
Los primos hab¨ªan dado el salto a magnates. La fama se col¨® por todos los rincones de su entorno y se convirtieron en uno de los objetivos m¨¢s perseguidos de la prensa del coraz¨®n. Siempre con vidas paralelas, los primos, rompieron con las hermanas Koplowitz pr¨¢cticamente a la misma hora. El divorcio signific¨® su salida de FCC. Se quedaron con el banco, uno de los medianos m¨¢s saneados del sector. Para entonces, Alberto Cortina ya ten¨ªa relaciones con Marta Ch¨¢varri, de la que se separar¨ªa a?os despu¨¦s. Ahora, con 56 a?os, su pareja es Elena Cu¨¦. Alberto Alcocer, de 60 a?os, se cas¨® con Margarita Hern¨¢ndez, con la que tiene gemelos que a¨²n no han cumplido el a?o.
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