?Pierde competitividad la econom¨ªa espa?ola?
Entre 1997 y 2002 la econom¨ªa espa?ola ha mantenido un diferencial de inflaci¨®n creciente con la Zona Euro que ha ido pasando del 0,3% en 1997, al 0,7% en 1998, al 1,1% en 1999, al 1,2% en 2000, luego cay¨® al 1,1% en 2001, culminado, en el a?o 2002, en un 1,7%. En total, 6 puntos porcentuales en 6 a?os. ?Es este un fen¨®meno preocupante para la competitividad espa?ola dentro de la Zona Euro?
La respuesta no es nada f¨¢cil, ya que depende de cual sea el origen de dicho diferencial. Si se debe al efecto llamado Balassa-Samuelson que establece que los diferenciales de inflaci¨®n se deben, por un lado, a los diferentes niveles de productividad que existen en los sectores de bienes "comerciables" y "no comerciables" de cada econom¨ªa y, por otro, al hecho de que una creciente integraci¨®n de las econom¨ªas de la Zona Euro impone una convergencia necesaria de los niveles de precios de los productos y servicios que se comercian en dicha zona, en este caso dicho diferencial no deber¨ªa de causar gran preocupaci¨®n. Si, por el contrario, se debe a que los costes laborales unitarios y los m¨¢rgenes empresariales de la econom¨ªa espa?ola est¨¢n creciendo por encima de los de nuestros competidores de la Zona Euro, s¨ª debe de preocupar, ya que, al no disponerse ya de factores monetarios diferenciales, tanto de pol¨ªtica monetaria como de tipo de cambio, que puedan compensar dicha p¨¦rdida de competitividad, debido a estar integrados en una Uni¨®n Monetaria, son dichos mayores costes "reales" los que determinan que el "tipo de cambio real", es decir, el precio relativo de los bienes y servicios producidos en el exterior frente a los producidos en el interior (medidos en la moneda interior) se aprecie y, por tanto, se pierda competitividad.
El baj¨ªsimo crecimiento de la productividad no ha podido corregir la mayor tasa de inflaci¨®n, debido a la insuficiente dotaci¨®n de capital tecnol¨®gico y humano
De seguir esta situaci¨®n, el deterioro de la competitividad espa?ola dentro de la Zona Euro, a la que exportamos el 60,8% del total, empezar¨¢ a ser preocupante
La hip¨®tesis Balassa-Samuelson suministra una explicaci¨®n de porqu¨¦ los precios de los bienes y servicios que no se comercian, es decir, de aquellos que no se exportan ni compiten con las importaciones, tienden a aumentar m¨¢s r¨¢pidamente en los pa¨ªses de menor renta por habitante. La explicaci¨®n consiste en que los pa¨ªses m¨¢s pobres que se integran en un ¨¢rea de integraci¨®n, como es la Zona Euro, tienen inicialmente unos niveles de precios m¨¢s bajos que los de los pa¨ªses m¨¢s ricos ya que sus niveles de salarios y de productividad son m¨¢s bajos. Ahora bien, su integraci¨®n econ¨®mica hace que, por un lado, exista una presi¨®n para que sus niveles de productividad empiecen a converger con los de los dem¨¢s pa¨ªses del ¨¢rea integrada, especialmente en la producci¨®n de los bienes y servicios que exportan o que compiten con las exportaciones, es decir, de sus bienes y servicios "comerciables", ya que, de no ser as¨ª, no podr¨¢n competir dentro de dicha ¨¢rea. Por otro lado, su productividad en los bienes y servicios no "comerciables" tiende a crecer m¨¢s lentamente, ya que se trata, por lo general, de bienes y servicios que no est¨¢n sujetos a tanta disciplina competitiva para subsistir y, adem¨¢s, su producci¨®n tiende a ser m¨¢s intensiva en la utilizaci¨®n de mano de obra y menos intensiva en el uso de capital. Es decir, que los aumentos de productividad tienden a concentrarse, en dichos pa¨ªses, una vez integrados, en el sector de producci¨®n de bienes "comerciables".
Tanto por efecto de una mayor integraci¨®n, como por efecto de la hip¨®tesis Balassa-Samuelson, los pa¨ªses con niveles iniciales de precios m¨¢s bajos tienden a tener una mayor tasa de inflaci¨®n durante un buen n¨²mero de los a?os que siguen a su integraci¨®n, pero tambi¨¦n tienden a tener unos mayores aumentos de su productividad y de su renta por habitante, especialmente en el sector de "comerciables" logrando as¨ª una mayor "convergencia real" con el ¨¢rea integrada. Por lo tanto, sus diferenciales de inflaci¨®n tienden a ser transitorios y no permanentes mientras su sector de bienes y servicios "no comerciables" vaya aumentando lentamente sus niveles de productividad y acerc¨¢ndose, poco a poco, a los niveles de productividad del sector de bienes y servicios "comerciables". Finalmente, a muy largo plazo, al alcanzarse una total integraci¨®n de los mercados, lo que provoca una igualaci¨®n de los niveles de precios de sus factores de producci¨®n, trabajo y capital, con los del resto de los pa¨ªses que forman el ¨¢rea de integraci¨®n, el sector de bienes y servicios "no comerciables" tambi¨¦n aumenta su productividad, consigui¨¦ndose as¨ª una convergencia real de las rentas por habitante a largo plazo, como viene a explicar otra hip¨®tesis fundamental, la llamada Stolper-Samuelson.
La forma de descubrir si el actual diferencial espa?ol respecto del resto de la Zona Euro se debe a estos dos efectos, se?alados m¨¢s arriba, es analizar cu¨¢les han sido los factores que est¨¢n detr¨¢s de dicho diferencial creciente de inflaci¨®n. Es decir, si se debe a mayores aumentos de la productividad en el sector de bienes comerciables que en el de bienes no comerciables o se debe a otros factores.
Para ello hay que ver si la mayor tasa de inflaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, respecto del resto de la Zona Euro, se debe a mayores aumentos de la productividad de dicho sector de bienes y servicios "comerciables" frente al del sector de "no comerciables" o a mayores aumentos de los costes salariales o de los m¨¢rgenes empresariales, en la econom¨ªa en su conjunto, respecto de sus competidores.
Un reciente estudio realizado por el Servicio de Estudios del BBVA en su Informe Econ¨®mico correspondiente al a?o 2001 muestra, para el per¨ªodo 1991-2001, que en el caso de Espa?a, especialmente, a partir de 1997, y al contrario de lo establecido en la hip¨®tesis Balassa-Samuelson, los precios relativos del sector de producci¨®n de bienes y servicios "no comerciables", utilizando como muestra el conjunto del sector servicios, se ha deteriorado respecto del sector de bienes "comerciables", utilizando como muestra el sector industrial, sin energ¨ªa y sin construcci¨®n. Por tanto, la tendencia a la igualaci¨®n salarial entre ambos no se ha producido, con lo que el fen¨®meno de la inflaci¨®n "dual" no se ha debido a dicha hip¨®tesis sino a otros factores.
Al parecer, la productividad del sector de "comerciables" ha estado pr¨¢cticamente estancada, cayendo en 1999 y en 2000 (-1,6% y -0,6% respectivamente), sin crecimiento en 1998 y creciendo 0,3% en 2001, mientras que en los servicios o sector de "no comerciables" ha crecido, todos esos a?os un 0,1%, 0,6%, 1,1% y 0,3% respectivamente, es decir, por encima del sector "comerciable", salvo en 2001, en que han crecido ambos a la misma tasa. Esto se debe a que no ha habido un fuerte avance tecnol¨®gico en el sector expuesto a la competencia, mientras que los servicios han mejorado ligeramente su productividad por la utilizaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n. Por otro lado, despu¨¦s de muchos a?os de moderaci¨®n salarial, a lo largo de la primera mitad de los a?os noventa, las remuneraciones por asalariado para el conjunto de ambos sectores, han crecido, a partir de 1996, a un ritmo mucho mayor que la productividad, con lo que los costes laborales unitarios han aumentado a tasas del 2,2%, 2,3%, 2,4% y 4% en los cuatro ¨²ltimos a?os.
Es decir, al no aumentar la productividad en el sector de bienes y servicios "comerciables", ha sido el ajuste de los m¨¢rgenes empresariales el que ha actuado como factor compensatorio para evitar que los diferenciales de inflaci¨®n hayan sido mayores, al tener las empresas que enfrentarse a una fuerte competencia y tratar de evitar perder cuota de mercado. Por el contrario, en el sector de "no comerciables", los m¨¢rgenes han crecido a un mayor ritmo, no s¨®lo por estar m¨¢s resguardados de la competencia, demostrando la urgente necesidad de llevar a cabo reformas estructurales que la aumenten, sino tambi¨¦n por la fortaleza de la demanda interna.
Dicho estudio realiza una comparaci¨®n del diferencial de inflaci¨®n entre Espa?a y Francia entre 1992 y 2001, que es nuestro principal mercado de exportaci¨®n con el 19,6% del total, demostrando que hemos estado perdiendo competitividad ya que se ha mantenido un diferencial de inflaci¨®n de m¨¢s del 2,5% de media en el per¨ªodo, tanto en el sector de bienes y servicios "comerciables" como en el de "no comerciables". El margen empresarial en el sector de "comerciables" es el que ha actuado hasta ahora como elemento de ajuste, pero no podr¨¢ hacerlo indefinidamente ya que el margen actuaci¨®n de los empresarios es cada vez m¨¢s estrecho.
Es decir, estos datos muestran que el baj¨ªsimo crecimiento general de la productividad, que, de acuerdo con la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorro, s¨®lo ha crecido un 0,81% entre 1995 y 2001, debido, esos s¨ª, al fuerte crecimiento del empleo y a la amplia afloraci¨®n de empleo sumergido, no ha podido corregir la mayor tasa de inflaci¨®n, debido a la insuficiente dotaci¨®n de capital tecnol¨®gico y humano y a la falta de flexibilidad de los mercados de bienes y servicios que est¨¢n limitando no s¨®lo la competitividad sino tambi¨¦n el mayor crecimiento potencial de la econom¨ªa espa?ola. El diferencial de inflaci¨®n actual se debe, por lo tanto, de un lado, a que la productividad no ha podido compensar el fin de la moderaci¨®n salarial y, de otro, a la falta de competencia en los mercados de bienes y servicios "no comerciables" y a la fortaleza que ha mostrado la demanda interna y, por tanto, no a la hip¨®tesis "Balassa-Samuelson". De seguir esta situaci¨®n durante mucho m¨¢s tiempo, el deterioro de la competitividad de la econom¨ªa espa?ola dentro de la Zona Euro, a la que exportamos el 60,8% del total, empezar¨¢ a ser preocupante.
Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR)
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