"No he combatido los t¨®picos, los he desmontado"
Semanas antes de convertirse en el primer campe¨®n mundial del atletismo espa?ol en pista cubierta, Manolo Mart¨ªnez (Le¨®n, 7 de diciembre de 1974) andaba como alma en pena. El lanzador de peso no se hab¨ªa podido reponer de su fracaso en los Europeos de M¨²nich y llevaba un invierno de marcas mediocres. Pero lleg¨® la competici¨®n y, con una magn¨ªfica serie y un lanzamiento final de 21,24 metros, su mejor marca del a?o, acab¨® con el mito que le se?alaba como un hombre que se arrugaba en los momentos importantes.
Pregunta. ?El triunfo en los Mundiales supone el carpetazo a la frustraci¨®n de los Europeos de M¨²nich?
R. No relaciono el ¨¦xito de Birmingham con el resultado de M¨²nich. La rabieta, o el disgusto, de M¨²nich dur¨® dos o tres horas. Estaba convencido de que las circunstancias exteriores hab¨ªan influido m¨¢s que cualquier otra cosa.
"La gente nos ve como hombres grandes que tenemos que ser brutos, feos y malos"
P. Sin embargo, ha introducido cambios t¨¦cnicos y de trabajo en los entrenamientos.
R. Despu¨¦s de cada actuaci¨®n es necesario evaluar lo que ha sucedido. En este caso, nos hab¨ªamos alejado de la ortodoxia t¨¦cnica mientras busc¨¢bamos la manera de lanzar m¨¢s lejos. Carlos [Bur¨®n, su entrenador] ten¨ªa la impresi¨®n de que una t¨¦cnica m¨¢s pura significar¨ªa un regreso a nuestra vieja l¨ªnea de lanzamientos. Como dice Ram¨®n Cid: esa sensaci¨®n de chorro de energ¨ªa de la cadena cin¨¦tica.
P. Su temporada hab¨ªa comenzado con marcas muy discretas. Luego se supo que le hab¨ªa afectado una gastroenteritis, pero hubo comentarios que pusieron en cuesti¨®n su capacidad de mejora. ?Le han herido las cr¨ªticas?
R. No hago demasiado caso de lo que se dice fuera de mi c¨ªrculo.Con las cr¨ªticas me sucede lo mismo que con los halagos excesivos: hago poco caso. Salgo satisfecho de los Mundiales. He tenido suerte al ganar por un cent¨ªmetro, pero tambi¨¦n he tenido capacidad de trabajo, de reacci¨®n y de concentraci¨®n en el momento decisivo.
P. Despu¨¦s de poner el lanzamiento de peso en el mapa, ?c¨®mo le afecta la presi¨®n externa?
R. La presi¨®n que me interesa es la m¨ªa, la que ejerzo sobre m¨ª. Lo otro, todo aquello relacionado con los periodistas, los directivos y la calle, no me supone presi¨®n alguna. Todo lo contrario: me sirve de est¨ªmulo. Me recuerda que estoy all¨ª, que existo, que interesa lo que hago en el atletismo, que tengo repercusi¨®n. Y eso me ha faltado durante a?os.
P. ?Se siente como un Santana o un Ballesteros?
R. Soy el producto pionero de un empresario. Es Carlos, claro. El deporte de alta competici¨®n tiene cada vez m¨¢s conexiones con el mundo empresarial. Vemos que muchas grandes empresas reclaman los consejos de entrenadores de ¨¦lite, en buena parte porque funcionan en condiciones parecidas al deporte de m¨¢ximo nivel. Se piden ideas, trabajo para crearlas, la labor cotidiana para llevarlas a cabo y la venta final en la competici¨®n. As¨ª trabaja Carlos conmigo.
P. ?C¨®mo es Carlos Bur¨®n como empresario?
R. En lo suyo es uno de los mejores del mundo, y lo digo porque conozco a gente de este gremio. Carlos ve con claridad los detalles que distinguen a los buenos de los mejores. En la alta competici¨®n es un entrenador muy completo: buen preparador f¨ªsico, buen t¨¦cnico, buen psic¨®logo. ?Creativo? Quiz¨¢ en ese aspecto tenga que cortar un poco mi creatividad.
P. ?C¨®mo describir¨ªa la belleza de algo que dura 0,8 segundos?
R. No encuentro mejor argumento que la competici¨®n del otro d¨ªa. All¨ª estaba todo: la emoci¨®n, el drama, los factores b¨¢sicos que sacan lo mejor del hombre. Esto existe en los grandes campeonatos. Y que sea en una especialidad con poca gente multiplica estas condiciones. Hay m¨¢s pasi¨®n. La rareza produce doble satisfacci¨®n.
P. ?Se ha desgastado mucho en su combate contra los t¨®picos que rodean a los lanzadores?
R. He trabajado para desmontarlos, no para combatirlos.
P. ?C¨®mo os ve la gente?
R. Como hombres grandes y fuertes que tenemos que ser brutos, feos y malos. Miradas impuestas por una cierta cultura, por el cine americano y por los dibujos animados, donde el grande es el tonto y el bruto, el recurso c¨®mico. Es dif¨ªcil desmontar estos prejuicios. Mi entrenador siempre dice que ser¨¢ mejor demostrar nuestra inteligencia, porque lo evidente es que somos grandes. En eso no tenemos que demostrar nada.
P. Tambi¨¦n se asocia a los grandes, a los lanzadores, con el dopaje.
R. No s¨®lo con los lanzadores. Es el t¨®pico del deporte de alta competici¨®n. Se necesitan explicaciones para justificar que uno corra m¨¢s que otro o lance m¨¢s que otro. Tomar¨¢ una sustancia que yo no tomo, se dice. Por desgracia, hay algunas cosas que responden a esa l¨®gica perversa.
P. ?Cu¨¢l es su posici¨®n con respecto al dopaje?
R. Personalmente, me gusta hacer las cosas de manera sencilla y natural. El mundo del dopaje es complicado. Hay listas de sustancias prohibidas que son diferentes en cada pa¨ªs, lo mismo que son diferentes las cantidades que se consideran dopaje o el n¨²mero de controles y hasta las legislaciones nacionales. La situaci¨®n es muy poco clara. Es una nebulosa de la que sale perjudicado el atleta. Los procesos judiciales relacionados con el dopaje son un mundo desconocido para nosotros. No conocemos nuestros derechos.
P. ?Cu¨¢ntos controles ha pasado este invierno?
R. Con el de Birmingham, creo que diez. Cuatro de la federaci¨®n internacional, dos de la europea y tres de la espa?ola. Dos controles por mes.
P. ?Es normal?
R. No. Hay pa¨ªses que protestan porque a sus atletas les hacen un control al a?o. Qu¨¦ le vamos a hacer.
P. ?Sigue entren¨¢ndose en condiciones precarias por la falta de instalaciones?
R. Estamos situados en la ¨²ltima precariedad, o sea, en la precariedad. Utilizamos las instalaciones de la Universidad de Le¨®n, a la que s¨®lo puedo expresar mi agradecimiento m¨¢s profundo. Es la ¨²nica instituci¨®n que nos permite entrenarnos en unas condiciones soportables. Hemos ido huyendo de un rinc¨®n a otro de la ciudad, pero no se parece a las instalaciones de los dem¨¢s.
P. ?Por qu¨¦ se presenta como independiente en las listas del PP en las elecciones por la alcald¨ªa de Le¨®n?
R. Me sorprendi¨® cuando me lo propuso Mario Amilivia, el alcalde. Luego, habl¨¦ con mis amigos de confianza y me plante¨¦ los pros y los contras. Puse cuatro condiciones para aceptar la inclusi¨®n en las listas: entrar como independiente; figurar en un puesto significativo, en el que pudiera ser elegido; obtener un cargo de responsabilidad y no ser utilizado como una simple imagen, y formar un equipo de mi confianza que me permitiera dedicarme a la competici¨®n. Al alcalde le pareci¨® coherente la propuesta y acept¨®.
P. ?Su ideario coincide con el del PP? ?Qu¨¦ piensa respecto a la probable guerra en Irak?
R. Soy un hombre pac¨ªfico por naturaleza. Lo ideal es encontrar soluciones por la v¨ªa diplom¨¢tica, pero no tengo los datos ni los conocimientos para opinar de forma palmaria sobre este asunto. La violencia no me gusta. La guerra es atroz.
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