Alberto Garc¨ªa, sin complejos
El madrile?o ataca a Haile Gebrselassie en busca del oro de los 3.000 metros, pero el et¨ªope se muestra invulnerable
El gran Gebre es invulnerable de nuevo. Nunca se le borr¨® su famosa sonrisa, la que ha hecho de Gebrselassie uno de los atletas m¨¢s queridos del circuito. La gente quiere ¨ªdolos, y no se conforma con los r¨¦cords. Quiere campeones amables que no caigan en los excesos de la vanidad. Quiere a este et¨ªope genial, el mejor fondista de la historia. Se tem¨ªa su declive despu¨¦s de la operaciones que sufri¨® en el tal¨®n de Aquiles, pero aqu¨ª esta de nuevo, con su aspecto de gnomo dent¨®n y esas piernas imposibles. Mide apenas 1,60, pero las piernas parece que le salen del pecho. Las piernas que le permiten la rareza de correr como un felino las pruebas de los resistentes, siempre de puntas, sobre los dedos. Esta maravilla de atleta gan¨® la final de 3.000 metros despu¨¦s de encontrarse con una sorpresa. Alguien le atac¨®. A ¨¦l, que casi nadie le ha atacado. Alberto Garc¨ªa, otro atleta peque?o (1,63 metros) pero de zancada prodigiosa, fue el autor del desaf¨ªo. "Si quiere ganarme, tendr¨¢ que sudar", comentaba por la ma?ana. Era tanta su confianza que no descartaba la victoria sobre el mito. "Tengo un 10% de posibilidades y las exprimir¨¦".
Garc¨ªa encontr¨® la respuesta justa: 'Gebre' es el de antes, el atleta irresistible que se adapta a todos los ritmos
Terminada la carrera, el africano se acerc¨® al espa?ol, le mir¨® con su sonrisa contagiosa y dijo: "Parece et¨ªope"
No lo consigui¨® porque, como dijo Garc¨ªa tras la carrera, "es el Gebre del 99, no el de los Mundiales de Edmonton". En esos Mundiales, el campe¨®n et¨ªope sufri¨® su primera derrota despu¨¦s de diez a?os intachables, con r¨¦cords fabulosos y t¨ªtulos sin interrupci¨®n. La derrota abri¨® preguntas sobre su futuro. ?Ser¨ªa el hombre inaccesible de antes o pagar¨ªa las lesiones en sus tendones? Alberto Garc¨ªa encontr¨® la respuesta justa: Gebre es el de antes, el fondista irresistible que se adapta a todos los ritmos y que remata a sus rivales con su formidable velocidad. En Birmingham corri¨® los ¨²ltimos 200 metros en 27,17 segundos, la envidia de cualquier especialista en 1.500. Necesit¨® correr r¨¢pido porque Alberto Garcia le apret¨®. Eso es noticia. Los fondistas europeos hace tiempo que desistieron de oponer cualquier resistencia a los et¨ªopes y kenianos. El vac¨ªo ten¨ªa muy mal aspecto, aunque no estuviera suficientemente justificado. Hubo un tiempo en el que los atletas europeos se med¨ªan en igualdad de condiciones a los mejores africanos. Gente como Viren, Cova y Schildhauer no reconoc¨ªan los prejuicios que se atribuyen a los fondistas actuales, seg¨²n la teor¨ªa de que los africanos del altiplano tienen demasiadas ventajas: se entrenan a m¨¢s de 2.000 metros, con deuda de ox¨ªgeno, y parecen gen¨¦ticamente preparados para los esfuerzos largos. La teor¨ªa se ha aceptado sin rechistar y, de repente, han desaparecido los fondistas italianos, brit¨¢nicos y finlandeses.
Alberto Garc¨ªa y un buen pu?ado de atletas espa?oles son de otra opini¨®n. La pista es para el que la trabaja. Nadie sabe lo que suceder¨¢ en las dos pr¨®ximas grandes competiciones -Mundiales de Par¨ªs y Juegos de Atenas-, pero el atleta madrile?o cada vez est¨¢ m¨¢s cerca de los mejores. ?l lo sabe y se permite peque?as proezas como la de Birmingham. Hab¨ªa pensado en una carrera que luego result¨® diferente. Le hab¨ªan llegado rumores de que Abate, el otro et¨ªope, marcar¨ªa un ritmo infernal para dejarle pista libre a Gebrselassie. No fue as¨ª. Los dos marroqu¨ªes, Gharib y Goumri, se encargaron de hacer un trabajo que cambi¨® los planes de Garc¨ªa. No fue una carrera limpia, y hab¨ªa un punto de incomodidad en el espa?ol, que quer¨ªa un mano a mano con Gebre. Pero resultaba imposible. El ritmo no era blando, ni duro. Pasaban los metros y nadie se descolgaba. Estaban los dos et¨ªopes y los dos kenianos, Kipkosgei y Mucheru. Hab¨ªa demasiada gente y apenas quedaban 800 metros. Lo razonaba era pensar en un ataque de Gebrselassie, pero el hombre no emit¨ªa se?ales. Rodaba con tranquilidad, confiado en su invencible final.
Gebrselassie provoca tal respeto en sus rivales que apenas sufre ataques en la pista. Por eso caus¨® perplejidad la acometida del espa?ol, que cambi¨® de marcha a falta de 800 metros, un ataque en toda escala, muy largo, sin precedentes entre los fondistas europeos. Gebre respondi¨® con firmeza. Su exquisita zancada se hizo larga, con una frecuencia m¨¢s alta. Otro ataque de Garc¨ªa encontr¨® la misma respuesta. Gebre funcionaba como en los mejores tiempos, cuando dominaba el fondo con una sonrisa y el pu?o de hierro. A falta de dos vueltas abri¨® un peque?o hueco que el espa?ol ya no pudo cerrar, pero se sinti¨® satisfecho con su osad¨ªa. "?Lo he intentado! ?Dije que lo intentar¨ªa!". Alberto Garc¨ªa no pod¨ªa reprimir su alegr¨ªa ante los periodistas. Sab¨ªa que, a su manera, hab¨ªa protagonizado una haza?a. Pocos se han atrevido a atacar al gran Gebre. Y pocos han obtenido un reconocimiento tan expl¨ªcito del campe¨®n. Se acerc¨® al espa?ol, le mir¨® con su sonrisa contagiosa y dijo: "Parece et¨ªope".
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