Verdes moscas de la carne
En las Azores, se consum¨® el proyecto de exterminio y desolaci¨®n del pueblo iraqu¨ª, y se repartieron papeles y deberes: Bush pondr¨¢ la ¨²ltima maravilla de la tecnolog¨ªa letal; Blair, las vistosas charreteras y el himnario decimon¨®nico de un imperio ra¨ªdo de nostalgias, y Aznar, como seg¨²n dice, no tiene compromiso alguno de participaci¨®n militar con la pandilla, enviar¨¢ mir¨ªadas de moscardas para que devoren a prisa los cad¨¢veres de las calles de Bagdad, de Basora, de Mosul. Por higiene y para no alarmar al personal. As¨ª es que con los artificios de la CNN y las moscardas de Aznar, los efectos colaterales no pasar¨¢n de la virtualidad de una pirotecnia inocente y de una nubada de insectos que eructan sesos de escolares e intestinos de vendedores de alfombras.
Tras la derrota moral y situados en la ilegalidad internacional, el tr¨ªo se ha hecho gorros de pirata con la Carta de las Naciones Unidas, y mientras Bush distribuye plazos y amenazas, sus subordinados, se han ido: el uno a recibir las dimisiones de algunos ministros que a¨²n saben de dignidad y principios; y el otro a coger moscas. Moscas de la carne, moscardas feroces e insaciables: la Lucilia y la Sarcophaga carnaria. La primera, verde dorada, con una mano de pintura met¨¢lica; la segunda, negra bet¨²n y con ojos rojos de tanto hemat¨ªe. Una y otra poseen una voracidad alarmante, y no dejan v¨ªscera, ni ¨®rgano, ni tejido, en pie. Qu¨¦ contribuci¨®n tan as¨¦ptica la de Aznar. Y c¨®mo se las pinta para tirar la piedra y esconder la mano; la mano, porque dif¨ªcilmente puede esconder la cara y la complicidad. Y a cambio de tan repugnante servicio, las promesas de un c¨¦sar beodo, con el sombrero tejano envuelto en hojas de laurel, y el rev¨®lver enfundado en funda de olivo. Las promesas: te dar¨¦, muchacho, una parte de los escombros y de las ruinas de Bagdad, para que conf¨ªes al mejor postor la reconstrucci¨®n de algunos edificios, que previamente volaremos. Que apestosos negocios, que ensangrentados. Y todo fuera de la ley. Bon jour, Tribunal Penal Internacional.
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