El servicio secreto espa?ol evacu¨® en febrero a sus dos agentes acreditados en Bagdad

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) decidi¨® evacuar a mediados de febrero a los dos agentes que ten¨ªa acreditados en Bagdad, junto al resto del personal de la Embajada espa?ola. Aunque el CNI podr¨ªa contar con otras fuentes de informaci¨®n en el interior del pa¨ªs, la retirada de sus dos representantes oficiales le priva de la capacidad de an¨¢lisis sobre el terreno y de un canal de comunicaci¨®n paralelo con el r¨¦gimen iraqu¨ª. En 1991, por el contrario, el Cesid -el organismo antecesor del CNI- mantuvo durante toda la guerra a su agente en Bagdad, al que utiliz¨® como mensajero.

Por sorprendente que parezca, la condici¨®n de miembros del CNI de los dos espa?oles era perfectamente conocida por los servicios secretos iraqu¨ªes. De hecho, adem¨¢s de recopilar y analizar informaci¨®n, este tipo de representantes act¨²an como embajadores paralelos, canales de comunicaci¨®n discretos cuando las relaciones entre dos gobiernos se deterioran o rompen. Por eso, la evacuaci¨®n de los agentes no responde tanto a un cambio de actitud del servicio secreto, sino a una pol¨ªtica distinta del Gobierno. Esta vez, Madrid ha eliminado todos los puentes con Bagdad.

Desde la anterior guerra, el centro de inteligencia ha prestado atenci¨®n preferente a Irak. En enero de 1999, el Cesid elabor¨® un informe confidencial sobre los efectos provocados por los bombardeos anglo-estadounidenses del mes anterior, que siguieron a la retirada de los inspectores de la ONU. El documento, al que ha tenido acceso EL PA?S, evaluaba los da?os causados por los ataques con mucho menos optimismo que el exhibido por Washington y Londres.

Seg¨²n el Cesid, fueron atacadas 12 instalaciones relacionadas con armas de destrucci¨®n masiva, de las que dos resultaron destruidas, seis severamente perjudicadas, tres con da?os moderados y una, ligeros. Adem¨¢s, se bombardearon 20 instalaciones de la red de mando y control; nueve de la Guardia Republicana; 34 del sistema de defensa a¨¦rea; seis aer¨®dromos e incluso una refiner¨ªa, en Basora, "acusada de exportar ilegalmente petr¨®leo".

Espionaje de los inspectores

En valoraci¨®n del servicio secreto espa?ol, "el objetivo que se ha se?alado como fundamental, el desbaratamiento de los programas [de armas de destrucci¨®n masiva] no ha sido plenamente alcanzado". Y ello, argumentaba, no por la ineficacia de los bombardeos, sino por "la diversidad de objetivos elegidos, pertenecientes tanto al ¨¢mbito del armamento no convencional como al de car¨¢cter estrictamente militar e incluso pol¨ªtico, [lo que] hace suponer que este objetivo declarado [eliminar los programas de armas de destrucci¨®n masiva] no ha sido tratado como centro del ataque, sino s¨®lo [como] una parte de la ofensiva".

Las instalaciones atacadas, explica, "estaban, en su mayor parte, bajo el control de los inspectores" de la ONU, "por lo que no se encontraban plenamente operativas. Sin embargo", agrega, "las informaciones sobre el terreno que ONUSCOM [la misi¨®n de inspecci¨®n de Naciones Unidas] ha recopilado con estas inspecciones han servido con toda probabilidad para poder precisar mucho m¨¢s los blancos de inter¨¦s para los ataques dentro de instalaciones que en muchos casos ocupan grandes extensiones de terreno".

"Esto ser¨ªa apoyo suficiente", admite el servicio secreto, "a las acusaciones mantenidas desde hace tiempo por Irak, acusando a los inspectores de ONUSCOM de espionaje. Tal denuncia se ha intensificado tras los ataques, probablemente por su precisi¨®n, y se ha visto confirmada en los ¨²ltimos d¨ªas por el reconocimiento oficial estadounidense de su colaboraci¨®n con ONUSCOM a la hora de reunir datos".

Ya hace dos a?os, el Cesid afirmaba que "el expediente abierto [sobre la posesi¨®n de armas nucleares por parte de Irak] se encuentra cerca de su fin", mientras que "los expedientes qu¨ªmico y de misiles presentan a¨²n asuntos importantes por resolver". Pero advert¨ªa: "El expediente biol¨®gico es el m¨¢s complicado y el que se encontraba m¨¢s lejos de poder ser cerrado en el momento de los ataques".

A su juicio, las cuatro jornadas de bombardeos, entre el 16 y el 19 de diciembre de 1998, a pesar de no haberse centrado en las instalaciones de armas de destrucci¨®n masiva, provocaron "un retraso que se puede cifrar entre uno y dos a?os" en estos programas. "Este tiempo habr¨¢ de ser dedicado a tareas de reconstrucci¨®n", aunque, "la posibilidad de ocultaci¨®n de diverso material y equipos no debe descartarse".

El programa que Irak pudiera desarrollar en adelante, sosten¨ªa, "tendr¨¢ un alcance y un nivel m¨¢s modesto que en el pasado", pese a que la permanencia en el pa¨ªs de los t¨¦cnicos que trabajaron para poner en marcha un arsenal nuclear, qu¨ªmico y biol¨®gico, "ser¨¢ un factor de m¨¢s peso que la destrucci¨®n, en ¨¦ste o sucesivos ataques, de las instalaciones y f¨¢bricas iraqu¨ªes".

"Por este motivo", concluye, "mientras exista la voluntad de continuar desarrollando este armamento, este tipo de ataques conseguir¨¢ provocar retrasos, pero no eliminar¨¢ totalmente la posibilidad de que Irak pueda, en el futuro, disponer de alg¨²n tipo de arma de destrucci¨®n masiva".